Aunque actualmente residen en España, los agustinos recoletos José Alberto Moreno y Pedro María Izura han pasado buena parte de su vida ministerial en Fortaleza, por lo que han querido celebrar allí sus respectivos aniversarios de 25 y 50 años de sacerdocio.
El pasado 11 de noviembre, el templo principal del Santísimo Sacramento situado en el Condominio Espiritual Uirapurú (CEU) en Fortaleza (Ceará, Brasil), un complejo en el que la Iglesia Católica ha unido diversos proyectos de tipo espiritual y social pertenecientes a diversas instituciones religiosas, acogió la emocionante celebración de los 25 y 50 años de ordenación sacerdotal de los religiosos agustinos recoletos José Alberto Moreno y Pedro María Izura.
Ambos pasaron buena parte de sus años de servicio pastoral en Fortaleza y mantienen fuertes lazos de amistad y cariño mutuo con quienes fueron sus colaboradores, colegas, compañeros de trabajo y de misión, amigos personales, miembros de la Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta y religiosos hermanos hoy presentes en la comunidad de Guaraciaba do Norte. En el templo estaban muchos de ellos para celebrar los aniversarios de ordenación de ambos.
Dentro del CEU están las instalaciones principales del Hogar Santa Mónica, proyecto socioeducativo de la Familia Agustino-Recoleta que acoge a niñas y adolescentes que han sufrido diversos grados y tipos de violencia, agresión, abuso o abandono. En sus instalaciones hubo una recepción para todos después de la Eucaristía.
José Alberto Moreno ha dedicado buena parte de su vida ministerial a este proyecto. Antiguas residentes y todos los que hoy son miembros del proyecto le acompañaban en el templo. Recordó los desafíos vencidos y los momentos más significativos para él de estos 25 años de sacerdocio.
Pedro María trabajó varios años en la Parroquia de San Pedro de la Barra do Ceará, y ha sido fiel colaborador y acompañante de las tareas del Hogar Santa Mónica. Su dilatada vida pastoral también le ha llevado por otros rumbos y regiones. Con voz serena recordó anécdotas de su vida y agradeció a todos su presencia.
Muchos quisieron agradecer personalmente a los dos religiosos recoletos su positiva influencia en su servicio espiritual y social, su testimonio inspirador de amor, compasión y compromiso con el prójimo.
Además de la celebración por la vida y misión de los dos religiosos, hubo oportunidad para celebrar con alegría la fiesta en comunidad, al estilo agustino recoleto. Los fieles, amigos, hermanos religiosos presentes mostraron unión de corazones y el encuentro sirvió para reforzar lazos dentro del carisma recoleto.
Algunos de los presentes comentaban que esta fiesta les ha servido para reconocer que la solidaridad cambia la vida de las personas y crea un mundo mejor; que los valores que fray Alberto y fray Pedro han vivido durante estos 25/50 años son importantes para todos. Su legado es un foco de esperanza y de inspiración para futuras generaciones sobre lo que el amor desinteresado e incondicional es capaz de lograr.
Más allá de un número concreto (25, 50), la vida de ambos marca un testimonio de compromiso continuo de fe, de compasión y de servicio. Como sacerdotes bendicen, como personas han iluminado durante este tiempo los corazones de quienes se han cruzado en su camino.