Pueblo Quichua en Guamote, Ecuador.

ARCORES este verano ha organizado cinco voluntariados internacionales. En julio se realizaron los dos de Filipinas, el de Sierra Leona, y el de Ecuador. En agosto se realizará el último: a Panamá. Los de Ecuador hemos estado en Guamote, junto al volcán Chimborazo, considerado el punto más cercano al sol, de la Cordillera de los Andes.

Por Fernando Martín Esteban, agustino recoleto.

En la región de Guamote se encuentran los quichuas andinos. Un pueblo indígena que conforman el 94,5% de la población y que tiene una identidad y cultura autóctona milenaria.

No es la primera vez que convivo con población indígena (Chihuahua -norte de México-, Oaxaca -Sur de México-, Coto Brus y Bribri -Costa Rica-, Pauiní en la selva amazónica -Brasil-), pero nunca de una forma tan continua como ahora.

Siempre he tenido un pensamiento confuso y en muchos casos contrapuesto. Por un lado, su timidez parece delatar que viven con muchas limitaciones y fuera del tiempo, que están poco desarrollados y anclados en su estilo de vida, pero, por otro, parecen tener una sabiduría que nos dan mil vueltas en lo esencial de la vida.

No pretendo juzgar ni analizar pormenorizadamente cada uno de los aspectos. Simplemente compartir 10 pequeñas lecciones que en este mes estival he interiorizado. Estoy seguro de que a todos nos pueden servir de inspiración para mejorar nuestra vida diaria o para afrontar los desafíos actuales de una forma más armoniosa y respetuosa. Es importante reconocer y valorar su riqueza, y romper el prejuicio de indígena igual a pobreza e ignorancia.

1.- Simbiosis con la naturaleza. Han desarrollado prácticas sostenibles para aprovechar los recursos naturales sin agotarlos y garantizar su supervivencia a largo plazo. En Guamote el agua escasea en muchas áreas, pero ellos saben administrarla sin agotarla. Es un cuidado mutuo con la tierra: te cuido, me cuidas, nos cuidamos.

2.- El bienestar colectivo. En las comunidades es básico el trabajar juntos y el cuidado mutuo. Todos se preocupan de todos. El ejemplo más claro son las “pingas”. Un trabajo comunitario que realizan con periodicidad los hombres para el mantenimiento de las zonas comunes, caminos, etc. También se puede incluir la construcción de las capillas o la limpieza del pueblo tras las fiestas.

3.- El sentido de pertenencia. Su relación con el mundo natural les proporciona un profundo sentimiento de pertenencia con la tierra y entre ellos. Jamás dejaríamos que nuestro hijo ande descalzo y ellos lo fomentan porque para ellos es vital pisar el suelo y sentir su realidad, su pertenencia a la tierra y su condición humana. También se puede incluir en este aspecto el cuidado que todos muestran hacia todos. ¡Hasta los niños pequeños cargan con los bebés!

4.- El profundo respeto a Dios. Tienen un sistema de creencias y vivencias espirituales muy arraigadas. Su vida no se entiende sin una relación directa con la divinidad. Todo tiene un sentido religioso. Nada escapa a la voluntad de Dios y todo recibe recompensa de Dios. “Dios te pague” es su traducción del “Dios te bendiga”.

5.- Su resiliencia. A lo largo de los años han tenido que enfrentar desafíos, dificultades y cambios significativos en su entorno. Todos ellos los han superado gracias a su sencillez y resiliencia. Cuando hablas o convives con ellos notas su dureza, su fortaleza. Tienen vidas complejas, muchas veces sin recursos, viven al día y siempre salen adelante.

6.- Su sabiduría ancestral. Mantienen conocimientos transmitidos oralmente a través de muchas generaciones. Nada que ver con brujería o hechizos. Son historias, ritos, prácticas naturales, etc., que contienen valiosas lecciones sobre la vida, la moralidad, el conocimiento práctico o el cuidado de la salud.

7.- El respeto a la diversidad. Valoran y respetan la individualidad de cada persona de la comunidad y de fuera de ella. Defienden a muerte a los miembros, pero también tienen grabado a fuego el respeto a la libertad y a las decisiones que cada miembro pueda tomar. Tampoco atacan a nadie. El respeto a lo diferente es una seña de identidad. Respétame porque yo te respeto, parece gritar.

8.- La vivencia de sus tradiciones. Las celebraciones y las tradiciones son esenciales para mantener la identidad personal y grupal. Ellos las viven con tal intensidad y sentido que, a pesar de ser milenarias, tienen pleno significado y vigencia. El aburrimiento, el sentirlas como algo trasnochado no tiene cabida en ellos. Las consideran parte esencial de su vida. Así las preparan, las viven y las aman.

9.- Su generosidad y agradecimiento. La tierra, y todo, es de todos. Hoy por ti, mañana por mí. Todos nos necesitamos a todos. Nada nos pertenece. Hoy puedo compartir. Toda ayudita viene bien. Son frases que cada día hacen realidad. Cualquier detalle que reciben es muy agradecido y compensado. Siempre están dispuestos a ayudar y echar una mano.

10.- Su saber estar. Mostrar consideración y respeto hacia los demás es fundamental para fomentar relaciones armoniosas. En esto son los reyes. Parecen personas rudas y con poca formación, pero su educación es exquisita. Gran delicadeza en el trato, palabras dulces, modales corteses y siempre con su sombrero y ropa tradicional como forma de decirte que eres importante para ellos.