El agustino recoleto Martín Legarra Tellechea (1910-1985) fue testigo directo de varios grandes acontecimientos del siglo XX. Desarrolló su servicio ministerial con optimismo, simpatía y dotes para la comunicación. Su vida como misionero, educador y obispo podría haber servido para guion de una película.
Desde 1931 hasta 1961 Filipinas acoge a fray Martín. Su labor ministerial se desarrolla sucesivamente en tres grandes ámbitos muy diferenciados: el apostolado parroquial, el servicio de gobierno y el apostolado educativo.
Su primera residencia es el convento de San Nicolás de Intramuros de Manila, donde finaliza la Teología y recibe las ordenaciones de subdiácono, diácono y sacerdote (19 de marzo de 1933).
Su primer destino es Calapán, en Mindoro, como vicario parroquial de quien había sido su maestro de novicios, fray Hilario Vega. Estudia tagalo al tiempo que sirve como sacerdote a la gente sencilla. Este ministerio junto a los más desfavorecidos le acompañará, de un modo u otro, durante toda su vida.
Siete meses después es nombrado vicario parroquial de Cavite y capellán católico de la base estadounidense de Cañacao. Tres experiencias amplían su mentalidad: el apostolado en inglés, el encuentro con el ámbito militar y el ecumenismo.
Como Martín nunca aprendió a conducir, esto le propició no pocos encuentros y oportunidades. El gran hospital de la base militar con frecuencia solicitaba los servicios urgentes de fray Martín. Era el capellán protestante quien iba a buscarle en su vehículo. Esta experiencia cotidiana de colaboración y de buen testimonio le llevó a decir años más tarde: “Semejante ejemplo de colaboración cristiana me enseñó mucho a respetar, a comprender y… ¡a querer!”.
Después de tres meses es enviado a Pola (Mindoro) porque el religioso recoleto que allí sirve está enfermo y alguien debe ocuparse de la parroquia.
En 1935 Martín es enviado de vuelta a Manila, a la Basílica de San Sebastián, donde se venera una muy popular imagen de la Virgen del Carmen. Ya no abandonará la capital. En el colegio aledaño de las Augustinian Recollects Sisters, tiene, además, su primer contacto con el apostolado educativo.
En este tiempo pone en marcha su vocación de divulgador. Corresponsal en Filipinas para el Boletín de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, se hace presente en eventos de importancia. Y dirige la revista Todos misioneros durante el tiempo en que sus oficinas se sitúan en Manila. Esto le propicia ser nombrado secretario del Comité Ejecutivo y miembro del Comité de Propaganda del XXXIII Congreso Eucarístico Internacional de Manila (febrero de 1937). Y será editor y autor en la obra colectiva Misiones Católicas en Extremo Oriente.
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ÍNDICE
- Introducción
- 1. Una mente abierta a lo desconocido
- 2. Martín y la vida religiosa
- 3. Filipinas, aprendizajes y nuevas responsabilidades
- 4. Aún más abierto al mundo
- 5. Cronista de la mayor pesadilla
- 6. Martín, educador
- 7. Martín, formador de religiosos
- 8. Martín se reencuentra con España
- 9. Martín en Bocas del Toro
- 10. Martín en Veraguas
- 11. Obispo emérito, que no jubilado
- 12. Una Semana de Pascua