Hch 6,1-7: Escogieron a siete hombres llenos de espíritu. Sal 32,1-2.4-5.18-19: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. 1P 2,4-9: Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real. Jn 14,1-12: Yo soy el camino y la verdad y la vida.
Por Rafael Mediavilla, agustino recoleto. Valladolid, España.
De los 21 capítulos en los que se ha divido el evangelio de Juan 5 de ellos están dedicados a transcribir el discurso de despedida de Jesús. Para el evangelista era primordial recoger el discurso de Jesús, mostrar desarrollada la doctrina propuesta por él y tal como era entendida por las comunidades cristianas y por el mismo autor del cuarto evangelio. Cada uno de esos capítulos parecen un calidoscopio en el que se superponen las figuras, se entremezclan las ideas y pensamientos. Pareciera que no se ha terminado de comprender una afirmación cuando llega la siguiente que nos desconcierta. En los pocos versículos que se leen en este quinto domingo de Pascua encontramos variedad de asuntos: las moradas, la definición de Jesús como camino, verdad y vida, su relación con el Padre, las obras, etc. Para descubrir su cohesión, su relación, exigen del lector un esfuerzo especial. Por eso se multiplican las preguntas.
Leído ese texto desde la Pascua, que es su contexto propio vemos a un evangelista preocupado de dar luz a los cristianos de las comunidades que no tienen la experiencia que tuvieron los apóstoles de ver a Jesús en carne, de comprobar su visibilidad y cercanía. Él ya no está, pero allí donde ahora está hay abundante lugar para los suyos, podrán estar con él. Él mismo les prepara lugar. Llegar hasta allí, para cada uno de sus discípulos y de los que han creído en él, es posible, porque el camino para llegar es Él mismo. En la medida que conocen a Jesús sabrán el camino. Y conociendo a Jesús conocerán también al Padre, a Dios.
El evangelista se interesa en que los creyentes conozcan a Jesús. Conocimiento que se intensifica con la experiencia de relación con él, prolongada a través del tiempo.
intensifica con la experiencia de relación con él, prolongada a través del tiempo.
San Agustín jugará también con las imágenes del evangelio de Juan para orientar una comprensión coherente del texto y lo convierte así en una fuente de sugerencias:
“Quiso que camináramos no sólo por él, sino hacia él. ¿Por dónde caminamos sino por el camino? ¿Y adonde caminamos sino a la verdad y a la vida, es decir, a la vida eterna, la única que merece llamarse vida?” (Sermón 346, 1).
“En la fe tenemos el camino; en la visión, la verdad y la vida” (Sermón 346, 2).
“Todo hombre desea la verdad y la vida, pero no todos encuentran el camino” (Sermón 141, 1).
Cada uno de esos apelativos se puede convertir para el creyente en una fuente de comprensión sobre Jesús: camino, verdad, vida.