Del 31 de marzo al 6 de febrero, Rosa María Mora Correa, presidenta de la Federación mexicana de monjas Agustinas Recoletas, llevó a cabo la visita “canónica” de la comunidad del monasterio bogotano de Nuestra Señora de la Candelaria, según lo establecido en instrucción aplicativa de la Constitución Apostólica Cor orans.
Dos fueron los motivos de la visita: promover la convivencia fraterna y expresar a cada una de las hermanas que, a pesar de la distancia geográfica entre los monasterios, están y se sienten unidas en la oración y en la comunión de carisma y espiritualidad; y mantener reuniones con la comunidad para analizar detenidamente los elementos esenciales de la vida contemplativa: formación, oración, palabra de Dios, eucaristía y reconciliación, vida fraterna en comunidad, autonomía, federación, clausura, trabajo, silencio, medios de comunicación y ascesis.
El día 31 de enero la hermana Rosa María salía del aeropuerto internacional “Juan Santamaría” de San José, Costa Rica con rumbo a Bogotá, en donde el agustino recoleto Juan Pablo Peláez Martínez, vicario de la Provincia de la Candelaria, la recibió y la trasladó al barrio bogotano de Suba donde se encuentra ubicado el monasterio. Las hermanas la recibieron con alegría mostrándole su afecto fraterno con infinidad de detalles, entre ellos, una pancarta con una palabra “bienvenida” y dibujado un avión junto con imágenes muy significativas de Colombia.
El día 2 de febrero se desarrolló en un ambiente de fiesta ya que se estaban celebrando dos acontecimientos importantes: la fiesta de la titular del monasterio -Nuestra Señora de la Candeelaria- y la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Ya desde las vísperas la celebración eucarística fue de solemnidad y presidida por Juan Pablo Peláez Martínez; los cantos que amenizaron la celebración estuvieron a cargo de las hermanas que, tras previa preparación, los interpretaron magníficamente.
El mismo día 2, día de la fiesta, la misa fue celebrada por fray Nairo Hernán Lara Malagón, agustino recoleto a las 6:00 p.m. La comida tuvo un tinte especial ya que se realizó en los jardines del monasterio que tienen como fondo el cielo azul y un panorama hermoso de la ciudad de Bogotá. Al contemplar esta estampa brotan de forma natural deseos de orar por toda la gente de la ciudad necesitada de oraciones.
Uno de los lugares que todo recoleto y recoleta al estar en Colombia desea visitar es sin duda el Desierto de la Candelaria, cuna de la Recolección en América y donde se venera desde hace 400 años la advocación mariana Nuestra Señora de la Candelaria. Las monjas viajaron hasta allí y fueron recibidas por los frailes de la comunidad y por el grupo de novicios que se están formando en ese convento. La convivencia y la acogida fue inmensamente fraterna. Las monjas se sintieron con total confianza y pudieron palpar el cariño y aprecio que los frailes profesan por la comunidad de agustinas recoletas contemplativas, que hace cinco años iniciaron su caminar fundacional en Colombia.
La visita se inició con la celebración eucarística a los pies de Nuestra Señora de la Candelaria, a la que las monjas agustinas recoletas encomendaron a todos los frailes agustinos recoletos y oraron especialmente por las intenciones del prior general de la Orden y por la perseverancia de los jóvenes novicios del convento que las hospedaba.
El resto de los días la presidenta federal los dedicó a la entrevista personal con cada una de las hermanas, que agradecieron a Dios el rato de conversación con la presidenta federal.
El último día de la estancia de la hermana Rosa María llegaron dos importantes visitas. Por la mañana fray Antonio Abecia Valencia, recoleto, interprete de algunas de las canciones del disco titulado “Madre del silencio”, llegó para pasar unas horas de convivencia con la comunidad y saludar a sor Rosa María.
A pesar de sus ocupaciones, también el prior provincial José David Niño Gómez, acompañado por fray Nairo, se acercó personalmente al monasterio para felicitar a las hermanas con motivo de la celebración de su titular, y aprovechó la ocasión para conocer y saludar a la hermana visitante, la cual tuvo la oportunidad de manifestarle su agradecimiento por toda la ayuda espiritual, moral y económica que la Provincia agustino-recoleta está proporcionando a las monjas del monasterio recoleto bogotano.
El día 6 de febrero por la mañana la hermana Rosa María se despidió, pero con la intención de volver a regresar para seguir acompañando a esa joven comunidad.