La Red Solidaria Internacional Agustino-Recoleta ARCORES lleva a cabo el proyecto “Al encuentro de corazones” en esta comunidad de familias vulnerables en condiciones de infravivienda y en una grave situación de exclusión social.
La superiora general de las Misioneras Agustinas Recoletas (MAR), Nieves Mary Castro, durante la visita de renovación que lleva a cabo a las comunidades de su Congregación en México, ha querido visitar el pasado mes de diciembre el proyecto social Las Vías, en Ciudad de México, gestionado por ARCORES México, la Red Solidaria Agustino-Recoleta de la que forman parte las MAR.
Las Vías es un asentamiento irregular sobre los raíles de una antigua infraestructura ferroviaria en la Colonia Atlampa, Cuauhtémoc, al norte de Ciudad de México. Son más de cien familias sin ingresos regulares ni suficientes. No existen canalizaciones de agua potable ni de saneamiento. La mayor parte de los habitantes son mujeres, niños y ancianos.
ARCORES México, junto con las Misioneras Agustinas Recoletas, ha establecido en esta zona el programa «Al encuentro de corazones». La intervención incluye reparto de alimentos, productos de aseo, de limpieza y medicamentos, para aminorar en lo posible las consecuencias de la exclusión social que sufren.
La superiora general MAR participó, precisamente, en uno de estos repartos y, sobre todo, quiso acompañar a las personas en sus hogares y proponer a sus religiosas seguir activamente mostrando el rostro de Jesús con su acompañamiento:
“Fui viendo el dolor de la humanidad y el compromiso misionero de la Familia Agustino-Recoleta, adentrándose en la realidad de las personas, tocando su dolor, abrazándolo y tratando de consolar un poco con escucha y compañía. Me voy sorprendida y pensando qué se puede hacer para que estas personas cuenten para la sociedad.
Hay personas que no existen por el hecho de no saber hablar, de no tener estudios, de venir de comunidades rurales o indígenas. Mi mayor inquietud sería cómo generar una pastoral incluyente, que abrace a todos por igual como lo hizo Jesús.
Me dolió ver que muchas personas viven sin techo y sin dignidad. Salgo preocupada por los niños que viven ahí, en algunos casos con padres que sufren dependencias químicas o que se sienten indiferentes a ellos. Estoy segura de que ahí hace falta ser signo de Jesús, dar vida y esperanza.
Aliento a la comunidad MAR en México a no dejar sola a esta gente y llevar el Evangelio, a seguir unidas con ARCORES para esta labor que parece sencilla pero hace un bien enorme; aliento a todos a ser solidarios y, ante todo, ser generadores de más proyectos”.