Antonio Carrón, presidente de la Comisión de protección de menores y personas vulnerables de los Agustinos Recoletos.

El agustino recoleto Antonio Carrón de la Torre (Madrid, España, 1980) coordina la Comisión de protección de menores y personas vulnerables de su Orden religiosa y es profesor del Instituto de Antropología de la Pontificia Università Gregoriana de Roma. Hemos hablado con él sobre la promoción y desarrollo en la Familia Agustino-Recoleta de la cultura del buen trato.

¿Qué hay que entender por “cultura del buen trato”?

De forma general, podríamos decir que el buen trato, tanto en contextos familiares como comunitarios, se logra cuando se facilitan espacios y tiempos para relacionarse, dispuestos a descubrir las necesidades del otro. El buen trato se promueve con comunicación, conocimiento mutuo, amor y respeto a la autonomía del otro.

Desde que la crisis de los abusos explotó en la Iglesia, nos hemos centrado en las pautas para la protección, los peligros, los perfiles de agresores y las consecuencias para las víctimas y, quizás, nos hemos quedado solo con esa dimensión que, de alguna forma, nos habla de lo negativo.

Por supuesto que se trata de un tema muy profundo y doloroso que hay que abordar de forma seria y comprometida, pero estar todo el día hablando de abusos no es bueno ni permite avanzar. Sin olvidarnos de las víctimas, de las heridas, del acompañamiento, de la reparación, es importante también ser propositivos y, para ello, el lenguaje nos ayuda.

Hablar de buen trato es hablar de cómo mejorar en nuestras relaciones comunitarias y pastorales, cómo prevenir situaciones negativas no sólo siendo restrictivos, sino con propuestas positivas.

Hablar de buen trato es evaluar nuestra vida y misión a partir de un análisis de cómo concebimos la autoridad y el poder en nuestro día a día.

Supone también revisar nuestra transparencia, rendición de cuentas y propuestas de mejora, nuestros procesos formativos y la forma como afrontamos nuestro ministerio.

Como coordinador de la promoción de la cultura del buen trato en la Familia Agustino-Recoleta, ¿qué te ha aportado tu tarea docente en la Universidad Gregoriana?

Una de las cosas que más me gusta de la Universidad Gregoriana de Roma es la experiencia de encontrarte en un pequeño laboratorio de la Iglesia universal. Tanto por la diversidad cultural como por la interdisciplinariedad, cada día tienes ocasión de compartir vida, inquietudes, investigaciones y dudas con mucha gente de muchos lugares diferentes, con perfiles de lo más variado.

Con referencia a esta materia también sucede así, porque hablar de vulnerabilidad, de infancia, de factores de riesgo, de aspectos institucionales, de modelos de Iglesia, etc., es algo que también depende mucho del contexto, la cultura y el ámbito o la disciplina desde donde se aborda.

Recuerdo que el primer año que di clase en el Diploma en Safeguarding del Instituto de Antropología de la Gregoriana (IADC) tuve 22 alumnos de 20 países distintos y, además, el curso era en inglés. Todo un reto…

Cada año se forman en el IADC decenas de alumnos de los cincos continentes y tener la oportunidad de acompañarlos, aprender de ellos y aportarles alguna cosa desde lo que vamos constatando y profundizando es una experiencia fantástica.

Además, todo este trabajo no es sólo algo académico, pedagógico o intelectual, sino que se integra en la misión misma de la Iglesia. De alguna manera, lo tomo como una dimensión más de mi ser evangelizador.

¿Está suficientemente mentalizada la Familia Agustino-Recoleta en la “cultura del buen trato”?

Cuando hablamos de una Familia religiosa no nos referimos a un ente abstracto sino a personas como tú y como yo, con sus experiencias, sus dudas, sus maneras diferentes de percibir la realidad y de reaccionar.

Creo que en el ámbito institucional sí hay un claro compromiso para el fomento de una cultura del buen trato, aunque quizás no se ha terminado de entender bien en qué consiste.

Ya en el ámbito personal, hay personas muy comprometidas con la prevención del maltrato y la promoción del buen trato; y hay escépticos, incluso algunos que pueden hacer una enmienda a la totalidad. Pero no es algo que deba extrañarnos porque en las Iglesias diocesanas y en la Iglesia universal existen las mismas reacciones.

Mi valoración general, hasta el momento, de los pasos dados en nuestra Familia es positiva, creo que avanzamos y, aunque queda mucho por hacer, debemos reconocer que, en muchos aspectos, hemos sido en cierto modo pioneros.

Recuerdo que fue hacia 2013 cuando la Provincia de Santo Tomás de Villanueva comenzó a plantear la necesidad de profundizar en este tema. Poco después, la Curia general hizo un gran aporte con el Protocolo canónico para atender situaciones de abuso. Desde entonces creo que la Orden ha estado muy comprometida, aunque, como digo, queda mucho por hacer.

Si tuviera que destacar alguna de las iniciativas puestas en marcha en los últimos años, creo que el Plan de protección del menor coordinado por ARCORES y la Red EDUCAR en los centros educativos de España puede ser un buen referente.

Este plan tiene como pilares el análisis de riesgos, la revisión de protocolos y códigos de conducta, la formación de coordinadores, de alumnos, de docentes y familias, y mediante un proceso de evaluación continua, tanto interna como externa.

El objetivo es que no se quede en una actividad más, sino que la cultura del buen trato quede integrada como una dimensión transversal de los centros educativos. Nuestro objetivo es trasladar esta experiencia a otros contextos geográficos y estudiar qué elementos pueden aplicarse a otros ministerios, como pueden ser los parroquiales.

La Familia Agustino-Recoleta también ha tenido que actuar en ciertos casos lacerantes. ¿Cómo se ha desenvuelto ante el problema?

Creo que se ha actuado con responsabilidad, criterio y aprendiendo de cada situación que se ha ido presentando. Por supuesto que desde los primeros casos que se identificaron en la Iglesia universal en Estados Unidos hasta hoy ha habido muchos avances, mucho aprendizaje, mucha sensibilización y, poco a poco, las cosas se van haciendo mejor.

El mero hecho de tratar el tema, de tenerlo presente en los diálogos capitulares, de recogerlo en los Proyectos de vida y misión generales, provinciales y comunitarios, el haber desarrollado un Plan de formación, el constituir una Comisión que se dedique a ello, el tener a personas comprometidas y trabajando en este campo… Todo ello ya es mucho, aunque no nos podemos conformar.

Quizá el salto más significativo que hemos vivido es que, cuando hoy se identifica una situación de abuso en nuestros entornos, ya sabemos qué hacer o, al menos, por dónde empezar, a quién acudir, etc.

Debemos seguir profundizando en el acompañamiento a las personas heridas —tanto víctimas como victimarios—, en los procesos de reparación, en la sensibilización y la formación.

En los procesos capitulares que los Agustinos Recoletos han tenido durante el año 2022, ¿qué avances más significativos se han producido?

En los Proyectos de vida y misión de la Orden y de las Provincias se ha abordado con seriedad la prevención y protección de menores y personas vulnerables.

Desde un punto de vista práctico, se constituyen equipos de trabajo, se forma a personas, se revisan los documentos que ya teníamos y se aportan otros nuevos, se trabaja con otras instituciones, religiosas y civiles, que nos ayudan y a las que ayudamos.

En definitiva, creo que estamos bien orientados, pero debemos tener cuidado para que todo este proceso no se quede sólo en documentos, protocolos, reuniones, normas y equipos de trabajo, sino que consigamos dar un paso más en nuestro compromiso con el buen trato.

Este compromiso se materializa en la transparencia, en la rendición de cuentas, en la revisión de la concepción clericalista de nuestra vida, en el uso sin abuso del poder, en la necesidad de acompañar y de dejarnos acompañar por los hermanos.

En resumen, estoy convencido de que, como Iglesia y como Familia carismática, sólo podremos avanzar en estos temas si cada uno nos planteamos una conversión personal.

¿Qué es y qué contiene el documento “Prevención y protección de menores y personas vulnerables en la Orden de Agustinos Recoletos”?

Se trata de un compendio del trabajo que nuestra Familia viene haciendo en los últimos años. Desde la Comisión somos conscientes de que no se puede confundir a la gente enviando documentos sueltos sin una conveniente explicación y propuesta pedagógica.

Por ello, se decidió recogerlo todo en un único documento y presentarlo junto a un curso introductorio online mediante en la plataforma de la Escuela de formación ‘In imum cordis’ a partir de febrero de este año 2023.

Junto a ello, se ofrecerán otras formaciones virtuales y presenciales dirigidas a superiores mayores, priores locales, religiosos y laicos responsables de obras apostólicas y todas aquellas personas que desarrollen su labor en los entornos de nuestros ministerios.

En esta publicación conjunta se encuentran: el Estatuto y Reglamento de la Comisión de protección de menores y personas vulnerables; el Protocolo canónico de actuación ante denuncias de delitos contra el sexto mandamiento con menores de edad o personas vulnerables; las Orientaciones para la prevención y protección de menores y adultos vulnerables en la pastoral ministerial y misional, en los centros educativos, en los proyectos sociales, en los ambientes formativos y en pastoral vocacional; un listado de conceptos clave; formularios de aplicación en distintas situaciones y con diferentes perfiles de personas; y, finalmente, unas Orientaciones para la gestión de crisis de comunicación.

A excepción del Protocolo ante denuncias, de obligado cumplimiento, y de los documentos organizativos de la Comisión, el resto son orientaciones para adaptadar a cada realidad geográfica y cultural.

Por otro lado, se requerirá de una continua actualización que recoja las novedades y responda a las necesidades que surjan. Por todo ello, creo que estamos bien orientados, hay que seguir caminando y debemos aprovechar esta oportunidad como una forma de revitalizar nuestra vida y misión.