Talleres de Oración Agustiniana (TOA). Alajuela, Costa Rica.

Los grupos TOA de San Agustín (El Carmen) y Santa Magdalena de Nagasaki (Monserrat) en esta ciudad costarricense han crecido el año 2022, tras reabrir los encuentros presenciales terminada la pandemia. Contamos con el testimonio de una de las coordinadoras.

Desde hace algún tiempo, la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de los Agustinos Recoletos en Alajuela, Costa Rica, es uno de los espacios donde el Centro de Espiritualidad Agustino-Recoleta (CEAR) de Costa Rica ofrece el Taller de Oración Agustiniana (TOA).

Durante los meses de pandemia la actividad continuó llevándose a cabo a través de la herramienta digital Zoom, de manera que no se enfrió la relación entre los integrantes de los grupos, continuó la formación en la espiritualidad agustiniana y se añadió un carácter de ánimo y esperanza ante el aislamiento obligado.

Tras la pandemia, los grupos han vuelto a reunirse de forma presencial, con la alegría de que se han sumado nuevos miembros. En El Carmen se han celebrado los Talleres V (Cristo vive en nosotros) y la primera parte del VI (Subamos amando). Por su parte, en Monserrat han sido los Talleres III (Orando en los tiempos fuertes) y IV (El manantial de la caridad).

El curso se ha cerrado recientemente con un retiro inspirado en el libro Lámparas de barro del agustino recoleto Teodoro Baztán. Contamos con el testimonio de una de las coordinadoras.

Testimonio: Elizabeth Conejo

Una mañana del año 2017 vino a mi oficina un compañero de trabajo que me invitó a participar de los TOA. En ese momento no me imaginé que aquella invitación terminaría modificando mi caminar por la vida.

Tras pensarlo un tiempo decidí aceptar. Me incorporé al grupo con optimismo y cierta expectativa, ya que desconocía por completo el proceso a seguir. Poco a poco me fui entusiasmando, a tal punto que la semana que no podía asistir por algún motivo, sentía un vacío por dentro.

Con el tiempo aquel pequeño grupo de personas pasaron de compañeros a amigos, hermanos. En determinado momento quien dirigía el grupo junto a su esposa enfermó. Me pidieron tomar las riendas. Al principio no sabía qué responder, lo medite muchísimo. Pensando que tal vez fuera por poco tiempo, acepté.

Pero no fue así. Mi amigo necesitaba de mucho reposo, termine quedándome a cargo del grupo. Pedí al Señor su ayuda y que me iluminara para seguir adelante. Me dediqué a leer y a estudiar las obras de san Agustín, los libros de fray Enrique Eguiarte, todo para intentar guiar de la mejor manera posible el trabajo de grupo.

Una noche me encontraba en la misa de seis de la tarde en la Parroquia, pues tenía la reunión del TOA a las siete. Nunca antes había visto al sacerdote celebrante. Al terminar la eucaristía entré a la sacristía para recoger las cosas de la reunión, saludé al sacerdote y le dije mi nombre. Él me respondió: “Mucho gusto”.

Se trataba de fray Francisco Javier Acero, entonces vicario de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de los Agustinos Recoletos para México y Costa Rica. Entablamos una breve conversación y le conté lo difícil que hoy día es acercar a las personas a los grupos de oración. Él me respondió con la siguiente frase:

— “Elizabeth, recuerda siempre que Jesús inició todo con doce apóstoles”.

Estas palabras las recuerdo siempre. En 2019 me jubilé y desde la Parroquia me pidieron iniciar un nuevo TOA en Monserrat. Para mí sería la segunda parte de este camino de amor. Comenzamos un buen número de personas, gracias al Señor. Yo continué trabajando con los dos grupos.

Lamentablemente llegó la pandemia y tuvimos que pensar cómo mantener todo. Una parte se logró integrar con la tecnología, pero no todos, ya que no manejaban Internet. Así que a quienes no participaban online les llamaba por teléfono. Tuvimos el dolor de perder dos miembros, con la certeza de que los llevamos en el corazón.

En 2022 reabrimos, logramos con la ayuda de Dios que regresaran los miembros y se integraran nuevos. El grupo de la Parroquia se encuentra bajo la advocación de San Agustín y el de la Diaconía de Santa Magdalena de Nagasaki. Este año que ahora termina ha sido de muchas bendiciones, gracias a Dios. Todos se encuentran motivados y con ganas de seguir adelante.

Al final del retiro de fin de año alguien me preguntó que cómo lograba llevar adelante todo el trabajo. Mi respuesta fue que la única respuesta que lo explica es el amor: hacer las cosas con verdadero cariño porque son para Dios.