
Doce religiosos de la Provincia acaban de cumplir 50 años de profesión religiosa. Siete de ellos han podido unirse en una emotiva celebración en el noviciado de Monteagudo el pasado 30 de julio, en el mismo lugar donde profesaron los consejos evangélicos como agustinos recoletos.
Fueron en total 21 jóvenes los que pronunciaron los votos de pobreza, castidad y obediencia ante el entonces prior general de la Orden de Agustinos Recoletos, Luis Garayoa. Como respuesta a sus promesas, él los acogió en la Orden como hijos de la Provincia de San Nicolás de Tolentino. Era el 13 de agosto de 1972 y los 21 terminaban así la etapa del noviciado en Monteagudo (Navarra, España).
Durante los 50 años posteriores seis eligieron otros rumbos de vida; a tres los detuvo la muerte antes incluso de llegar a la meta volante de las bodas de plata; y de los doce restantes, siete pudieron celebrar juntos en Monteagudo la efeméride y solo cinco convivieron durante una semana en Roma como regalo de bodas de oro concedido por su Provincia.
Todos vivieron su adolescencia y juventud en los seminarios de Valladolid, Lodosa y Fuenterrabía (Guipúzcoa). Ya religiosos tras profesar en Monteagudo, estudiaron en Marcilla (Navarra) la teología hasta ser ordenados sacerdotes con 23 años de edad.
Desde entonces sus trayectorias se separaron, pues fueron a servir al Pueblo de Dios en lugares diversos y con servicios muy variados. Los siete que han celebrado las bodas de oro en Monteagudo son Paciano Gallego, Cirilo Emiliano de Esteban, Javier Ruiz, José Javier Lizarraga, Miguel Ángel Peralta, José Félix Troncoso y Pablo Panedas.
Entre los siete han participado de prácticamente todos los servicios que suelen hacer los recoletos: apostolado ministerial y parroquial, misiones, apostolado educativo, formación inicial y permanente, investigación histórica, promoción de la espiritualidad…
Y entre los siete han vivido su vida agustino-recoleta también en casi todos los lugares donde está presente la Provincia: España, Italia, Inglaterra, Estados Unidos, México, Costa Rica y Brasil. Incluso alguno con estancias en Filipinas.
El sábado 30 de julio, ante la Virgen del Camino, junto a la tumba de san Ezequiel Moreno, en el mismo punto donde pronunciaron sus primeros votos aquel 13 de agosto de hace 50 años, celebraron el recuerdo de su primera profesión junto a tres compañeros de la primera hora, un grupo de familiares, la comunidad de Monteagudo en pleno y algunos representantes de otras comunidades.
La misa elegida, y cantada a pleno pulmón, era la clásica de angelis. Presidía el prior provincial, Carlos González, que recalcó en su homilía la importancia central del agradecimiento que define toda vida cristiana y la vida religiosa en particular.
Siguió la parte quizá más emotiva del acto: la renovación a coro por parte de los siete, de manera pausada y profunda, de los votos pronunciados en 1972.
Rubricó la fiesta un verdadero banquete preparado con mimo, delicadamente servido y decorado con regalos y detalles variados. Todo un raudal de emociones que se explayó en una placentera sesión de cantos populares representativos de las cinco décadas que se ofrendaban al Señor.
Peregrinos en Roma
Entre el 18 y el 25 de julio, cinco de los homenajeados peregrinaron a Roma para celebrar su bodas de oro de profesión: José Javier, José Félix, Javier, Pablo y Miguel Ángel. Su base de operaciones era el Colegio de San Ildefonso y Santo Tomás de Villanueva de los Agustinos Recoletos en la via Sistina, en el centro de la capital italiana.
Allí fueron agasajados en todo momento, y allí se cobijaban del sol inclemente tras cada dura jornada por iglesias, museos, monumentos… y fuentes de la Ciudad Eterna.
Fue peregrinación, celebración y también convivencia, después de tantos años. Convivencia sabrosa, recordando viejos tiempos, a los compañeros ausentes, a tantos hermanos encontrados en la vida.
También en aquellas jornadas confundidos entre los turistas de la Ciudad Eterna reverdecían los antiguos ideales, las viejas ilusiones; surgían proyectos novedosos, nacían nuevos compromisos, rebrotaban las fuerzas…
Cara al público tuvieron también una celebración en la capilla de la Curia General el sábado día 23. Era la misa prefestiva ordinaria y a ella acudieron, además de los fieles habituales, un buen grupo de personas especialmente invitadas. A todas se les animó, al final de la eucaristía, a prolongar la fiesta en un aperitivo ofrecido por la Orden.