El agustino recoleto Francisco Sandoval (Los Reyes, Michoacán, México, 1975) es miembro de la comunidad que atiende la Parroquia de Nuestra Señora del Pilar en Santa Ana, California. Acaba de participar en el Capítulo Provincial y hemos dialogado con él sobre la realidad de la Vicaría de Estados Unidos de la Provincia de San Nicolás de Tolentino.
¿Cómo han vivido las comunidades de Estados Unidos estos cuatro años tras la unión de las Provincias de San Agustín y San Nicolás de Tolentino? ¿Se sienten los religiosos plenamente integrados en la nueva y más amplia comunidad provincial?
En la mayoría de las comunidades los religiosos nos hemos esforzado por estar abiertos a vivir nuestra consagración y nuevas experiencias con los religiosos que procedían de la Provincia de San Nicolás. Hemos buscado siempre convivir no como si fueran extraños, sino como verdaderos hermanos.
No estoy cien por ciento seguro de que a todos se les haya hecho fácil adaptarse a la nueva realidad, pienso especialmente a los religiosos que son exclusivamente de habla inglesa.
¿Cuáles son, a tu juicio, los desafíos principales para los Agustinos Recoletos en los Estados Unidos?
Creo que el primero sería adaptarse plenamente a la cultura americana y poder así ofrecer y tesimoniar nuestro carisma a toda la sociedad local. Dos vías posibles serían hablar preferencialmente inglés y ser flexibles ante una cultura local muy distinta que la española o latina que tienen de procedencia la mayoría de los religiosos.
¿Crees que los religiosos recoletos en Estados Unidos conocen bien la realidad de las otras comunidades y ministerios de la Provincia? ¿Alguna propuesta para mejorar la comunicación, el conocimiento mutuo y, con ello, el cariño y el sentido mutuo de pertenencia?
Creo que en Estados Unidos tenemos conocimiento de la realidad de la Provincia en otras demarcaciones, pero nos limita mucho que, en realidad, para entender bien una cultura o la realidad de otros lugares, en el fondo hace falta vivir en ellos.
Es de gran importancia seguir conociéndonos y compartir a través de reuniones con frailes de diferentes países e intercambiando religiosos en lo que sea posible.
En Estados Unidos el apostolado ministerial centra la mayor parte de las actividades de los Agustinos Recoletos. ¿Cómo describirías las Parroquias que atendemos en el país? ¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes del trabajo pastoral? ¿Hay diferencias llamativas respecto a otras Parroquias en otras partes del mundo?
En su mayoría las Parroquias católicas en Estados Unidos cuentan con grandes cantidades de fieles, principalmente hispanos, y están muy llenas de vida y con necesidad de reevangelización.
Tenemos la ventaja de que los obispos son especialmente cercanos y los fieles están muy comprometidos y deseosos de conocer más de Dios.
El principal inconveniente podría ser que no tenemos el suficiente número de religiosos para atender adecuadamente a la gente. Además, en nuestras comunidades también contamos con un buen número de religiosos mayores o enfermos a los que también hemos de atender adecuadamente.
No conozco realmente la situación del apostolado ministerial en otras partes donde está la Provincia, pero sé que siempre una diferencia es la cultura y los sentimientos religiosos en general; sabemos que algunos lugares tienen una vivencia religiosa intensa y en otros la religión ha dejado de ser un aspecto importante para la sociedad en general.
¿Qué pistas puedes ofrecernos sobre la pastoral vocacional en Estados Unidos?
Hay que conocer de cerca a nuestra gente en las Parroquias para poder responder mejor a sus necesidades, también las vocacionales. El futuro en nuestras Parroquias creo que es muy positivo si nos tomamos en serio nuestra labor, ya que trabajo hay mucho, todo el que se quiera.
Creo que la Provincia hace en general una gran tarea en nuestras Parroquias. Sería importante potenciar más a estas comunidades con religiosos preparados y dispuestos a servir a esta gente, en su mayoría humilde y sin mucho conocimiento teórico de su fe.
Los religiosos tenemos que saber llegar a ellos en su nivel y no verlos inferiores o ignorantes sino hermanos que debemos acompañar en la fe. A partir de ahí, la propuesta vocacional es posible, porque el fiel también nos reconocerá como alguien de su entorno y no como personas alejadas, orgullosas, lejanas o incluso inaccesibles.