Francisco de Jesús, Vicente de San Antonio, Martín de San Nicolás y Melchor de San Agustín fueron los primeros recoletos que misionaron en Japón. Los cuatro fueron martirizados al poco tiempo de iniciar su labor.

Las misiones, proyectos sociales y acciones solidarias son una constante en la actuación de la Familia Agustino-Recoleta. La Provincia de San Nicolás de Tolentino ha vivido siempre en misión, pues su mismo nacimiento tuvo como motivo la apertura de las misiones de primera evangelización en la Filipinas del siglo XVII. Desde entonces desarrolla su actividad evangelizadora siguiendo el mandato de Jesús en los lugares hoy llamados «de frontera»: allí donde es necesario defender la dignidad de la vida humana, la justicia social, la igualdad de oportunidades, la defensa de los más vulnerables.

Desde tres años antes de la llegada de los Recoletos, la Iglesia filipina estaba comprometida con la evangelización de Japón. En julio de 1622 la Provincia quiso sumarse a ese esfuerzo y organizó entre 1623 y 1632 seis expediciones, de las que sólo dos llegaron a su destino. La primera estaba compuesta por los recoletos Francisco de Jesús y Vicente de San Antonio. Fueron apresados en 1629 y quemados vivos el 3 de septiembre de 1632. La segunda salió de Manila a primeros de agosto de 1632 con Melchor de San Agustín y Martín de San Nicolás. Para el 2 de noviembre estaban encarcelados y fueron quemados vivos cuarenta días más tarde en Nagasaki.

Uno de los aspectos fundamentales de la evangelización en Japón fue la colaboración de los laicos, que mostraron una valentía y compromiso no menores que los de los religiosos. En octubre de 1630 ya ascendían a unos 300 los cofrades laicos que habían sido martirizados.

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