Información vocacional y de contacto para seguir posibles procesos de discernimiento y acompañamiento vocacional dentro de la Familia Agustino-Recoleta.
Evidentemente, nuestro estilo de vida no ha nacido de la noche a la mañana. Para buscar nuestras raíces tenemos que hacer un viaje por el túnel del tiempo en dos etapas: una primera hasta los tiempos de san Agustín (entre el siglo IV y el V) y otra de algo más de cuatro siglos, desde el año 1588.
En la primera etapa nos topamos con san Agustín (354-430 d.C.), de quien puedes saber más visitando el apartado que te hemos preparado en la web dedicado a él. Aquí solo te decimos que es, sin duda, el santo de la amistad, de la búsqueda permanente, de la vida fraterna en comunidad y de la interioridad.
En la segunda etapa nos vamos al fin del siglo XVI. Por aquella época el panorama religioso no andaba muy tranquilo. Se habían emprendido ciertas reformas en la vida de la Iglesia y las Órdenes religiosas no fueron ajenas a ese espíritu renovador. No pocos estaban descontentos con el tinte que en la Iglesia habían tomado las cosas: se notaba demasiado afán de poder, de riqueza, divisiones, se desvirtuaba el Evangelio, había elitismo…
De entre los agustinos (cuya Orden tenía ya más de trescientos años en ese momento) un grupo de religiosos, encabezado por fray Luis de León, quería volver a los orígenes y recuperar el modo de vida pensado por san Agustín para sus monjes.
El 5 de diciembre de 1588, en Toledo (España), los agustinos dan luz verde para que se construyan varios monasterios en los que se lleve un modo de vida más austero, como pedían los frailes más inquietos.
Lo que se buscaba era dar mayor importancia a las pequeñas cosas de cada día, las que alimentan el devenir del tiempo y la felicidad de las personas: se quería primar la vida de oración, la austeridad y la vida comunitaria.
El movimiento recoleto o Recolección fue creciendo. Con el tiempo se marcaron los acentos más propios. La relación con el resto de la Orden de San Agustín fue cada vez menor y llegó una separación natural y lógica entre esas dos formas de entender la vida religiosa planteada desde san Agustín. En 1912, finalmente, el papa san Pío X concede a la Recolección el reconocimiento como orden religiosa plenamente autónoma y diferenciada de la Orden de San Agustín.
Pero no es que nos llevemos mal unos y otros, no. Nos sabemos hermanos por muchos motivos: por el Evangelio, primero; porque seguimos los valores de Agustín, en segundo lugar; porque defendemos y amamos nuestra historia común y nos respetamos y ayudamos. Tanto Agustinos como Agustinos Recoletos deseamos hoy que cada carisma propio crezca y sirva para evangelizar al pueblo de Dios.
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