El seminario dio vida y fue, a la larga, el lugar de donde surgieron las personas que evitarían el fin ruinoso de la misión y su renacimiento tras décadas de impedimento legal.

Las misiones, proyectos sociales y acciones solidarias son una constante en la actuación de la Familia Agustino-Recoleta. La Provincia de San Nicolás de Tolentino ha vivido siempre en misión, pues su mismo nacimiento tuvo como motivo la apertura de las misiones de primera evangelización en la Filipinas del siglo XVII. Desde entonces desarrolla su actividad evangelizadora siguiendo el mandato de Jesús en los lugares hoy llamados «de frontera»: allí donde es necesario defender la dignidad de la vida humana, la justicia social, la igualdad de oportunidades, la defensa de los más vulnerables.

La situación política y social del país se asentó y permitió a los misioneros trabajar con tranquilidad y continuidad. Uno de los hitos de esta consolidación será el seminario fundado en 1929. En 1931 se construye un edificio para este fin. José Shan, ordenado en 1938, es su primer fruto, de un total de 17 chinos que profesaron en la Orden. También hubo gran número de vocaciones femeninas en las Catequistas de Cristo Rey y las Misioneras Agustinas Recoletas.

La primera ocupación de los religiosos al llegar a las aldeas era comprobar el nivel de catequización, celebrar los sacramentos y orar con los cristianos. Hasta la siguiente visita del sacerdote pasaba mucho tiempo y la comunidad quedaba bajo la responsabilidad del catequista, cuyo papel era imprescindible. Ayudaban al religioso a entenderse con la gente, le explicaban las costumbres y la situación de las personas, mantenían, educaban y animaban la fe de los fieles. Apoyaban a las mujeres.

El 30 de enero de 1933 se inaugura la escuela de catequistas. Su director, Sabino Elizondo, es ayudado por un maestro antiguo seminarista. Estudiaban tres años de doctrina católica y de literatura china, y obtenían un diploma. Funcionó hasta 1941, en que las dificultades financieras obligaron a cerrarla.

Ochoa pensaba fundar una congregación de religiosas que ayudaran a los misioneros. Pero para formarlas e instruirlas, ve la necesidad de contar con monjas con varios años de profesión. Tantea el espíritu misionero de los conventos de clausura de agustinas recoletas en España. Tres de ellas, más una filipina, llegaron a Kweiteh el 19 de mayo de 1931. Serán las fundadoras de las Misioneras Agustinas Recoletas.

De la escuela de catequistas nace otra congregación de derecho diocesano, las Catequistas de Cristo Rey, una congregación autóctona que llegó a tener una veintena de integrantes. En 1952, al ser expulsados de la misión el obispo y los últimos recoletos extranjeros, se dispensó de sus votos a estas religiosas, obligadas por el gobierno a volver a sus casas.

Por todo este trabajo, la Santa Sede llegó a proponer Kweiteh como modelo de misión. Pero todo se trunca en 1937 con la invasión japonesa. La guerra hundió en la penuria y ruina a todas las ciudades del vicariato. Desde este momento se cierne sobre la misión una tormenta que acabará con todo.

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