Información vocacional y de contacto para seguir posibles procesos de discernimiento y acompañamiento vocacional dentro de la Familia Agustino-Recoleta.
La verdad es que no nos podemos quejar (je, je…). Ni falta que hace, que Dios quiere la felicidad de todos. Cualquier agustino recoleto te responderá siempre que “vive en comunidad”. Nada raro para quien conozca las Órdenes religiosas, muchas de las cuales así lo hacen.
Sin embargo, nosotros vivimos “en comunidad” del mismo modo que quería san Agustín: el hecho de vivir juntos, de poseer todo en común, permite que nuestro corazón se sienta más unido a Dios y nos decantemos por esto y no por otras vías, que respetamos totalmente, como vivir el amor en pareja, gastar dinero libremente, ir adonde uno quiera y cuando quiera o trabajar en un determinado lugar o puesto. Nuestra elección es diferente, no es mejor ni peor, sino que nos gusta más y nos sentimos llamados a ello.
Nuestra forma de vida es sencilla, normal y corriente. No hay distinciones en nuestras casas; todos somos y nos sentimos iguales; en ellas no hay forasteros ni bienes privados de los que no pueda participar cualquiera de los miembros de la comunidad.
El rezo en común de la Liturgia de las Horas y la celebración de la Eucaristía vertebran nuestro día. Y por muchas que sean nuestras tareas y responsabilidades, no perdonamos nuestros ratos de convivencia en la sobremesa. Todos colaboramos en los distintos trabajos encomendados a la comunidad, según el sitio y la dedicación que cada quien tenga.
No todo es rezar, trabajar y pasarlo bien juntos. También dedicamos parte de nuestro tiempo al estudio, como buenos hijos de san Agustín. Porque saber más nos facilita servir mejor, nos hace más libres y nos ayuda a entendernos como personas y a entender el mundo que nos rodea.
Todos tenemos un mismo propósito y hemos dejado nuestras casas por un mismo motivo, y las diferencias de edad, carácter, forma de pensar, se viven de la misma forma que en una familia. ¡Y vaya si existen! A nadie se le niega libertad de opinión, pero todos sentimos necesidad del respeto fraterno, como hermanos que no piensan de la misma manera y su forma de ser es diferente.
Aun así, no te negamos que todos nos procuramos asumir unos valores comunes, en unas actitudes que nos ayudan a sentirnos unidos y a practicar de verdad la fraternidad. Buscamos que el otro se convierta en alguien con un valor, con un sentido, con una esperanza.
¿Ves qué forma más sencilla de vivir?
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