Campanas y cañones en la iglesia-fuerte de Agutaya, Palawan, Filipinas. Durante los primeros 200 años de misiones recoletas en Filipinas, el Imperio español controlaba, apoyaba y financiaba las expediciones religiosas.

Las misiones, proyectos sociales y acciones solidarias son una constante en la actuación de la Familia Agustino-Recoleta. La Provincia de San Nicolás de Tolentino ha vivido siempre en misión, pues su mismo nacimiento tuvo como motivo la apertura de las misiones de primera evangelización en la Filipinas del siglo XVII. Desde entonces desarrolla su actividad evangelizadora siguiendo el mandato de Jesús en los lugares hoy llamados «de frontera»: allí donde es necesario defender la dignidad de la vida humana, la justicia social, la igualdad de oportunidades, la defensa de los más vulnerables.

Se suelen establecer tres partes en la historia misional recoleta; en realidad, dos grandes etapas separadas por un breve espacio de tiempo que, por su complicación y consecuencias, hizo de intermedio entre dos grandes actos:

  • 1606-1835: a la sombra del patronato español, las misiones dependían de la Corte española, que organizaba la labor de las órdenes religiosas en los territorios de ultramar.
  • 1835-1891: la separación de Iglesia y Estado no se hizo desde la razón y el diálogo. El Estado vive la esquizofrenia de no ser favorable a los religiosos y necesitar de ellos en Ultramar. Las misiones salvan a la Orden de perecer.
  • 1892 hasta hoy: en colaboración con la Santa Sede, las misiones ya no han tenido nada que ver con la administración de las colonias; la propia Iglesia ha definido los lugares y formas de trabajo de los misioneros.

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