Las misiones, proyectos sociales y acciones solidarias son una constante en la actuación de la Familia Agustino-Recoleta. La Provincia de San Nicolás de Tolentino ha vivido siempre en misión, pues su mismo nacimiento tuvo como motivo la apertura de las misiones de primera evangelización en la Filipinas del siglo XVII. Desde entonces desarrolla su actividad evangelizadora siguiendo el mandato de Jesús en los lugares hoy llamados «de frontera»: allí donde es necesario defender la dignidad de la vida humana, la justicia social, la igualdad de oportunidades, la defensa de los más vulnerables.

La historia misionera de la Provincia de San Nicolás de Tolentino (y de la Orden) tuvo en el decenio 1896-1906 un punto de inflexión. La pérdida de las colonias españolas tuvo dos consecuencias: la necesidad de encontrar nuevos centros de trabajo para los misioneros expulsados de Filipinas; y el fin definitivo del sistema colonial, de la presión del Estado sobre las misiones y la llegada de la plena autonomía de la Iglesia.

En verde, los países por donde se diseminó la Orden de Agustinos Recoletos tras la reconfiguración ocasionada por la Desamortización en España y la Revolución de Filipinas.

Filipinas perdió su posición de privilegio en la Provincia y pasó a un discreto segundo plano. Venezuela, Brasil, Perú o México son los campos por donde se diversificó la actividad misionera. Si en 1896 había en Filipinas 336 agustinos recoletos, sólo ocho años después, en 1904, eran 71. Muchos sufrieron cárcel y al menos 25 murieron de forma violenta. 202 salieron rumbo a España entre agosto de 1898 y enero de 1900.

Un buen número de éstos fue redirigido al continente americano, por lo que en los años siguientes la presencia recoleta en América del Sur creció de forma vertiginosa. Sólo la visita del provincial en 1906 hará que se reactive la actividad y el envío de misioneros a Filipinas por parte de la provincia de San Nicolás de Tolentino. Pero América será ya el principal destino.

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