Agustín de Hipona es nuestro fundador y el padre de una extensa Familia Religiosa que sigue su Regla, sus enseñanzas y su forma de vida. En estas páginas nos acercamos a su biografía, su sensibilidad, su forma de vida y sus propuestas a hombres y mujeres de todos los tiempos.

Cuando nace San Agustín la situación del Imperio Romano es ya de decadencia, principalmente por los problemas económicos. Desde Diocleciano, en el siglo III, los emperadores habían tratado de rehacer el Imperio sin conseguir su objetivo. La clase media desaparece poco a poco, agrandándose las diferencias entre los ricos, cada vez más ricos, y los pobres, una masa social creciente.

Agustín maestro, de Iván López. Las Rozas, Madrid, España.
Agustín maestro, de Iván López. Las Rozas, Madrid, España.

La familia de San Agustín fue un claro ejemplo de esta situación. Era de clase media y conforme avanzan los años van comenzando a pasar estrecheces y dificultades económicas.

San Agustín tenía dos hermanos: un varón llamado Navigio y una mujer de la que no conocemos el nombre. También sabemos que estudió con dos primos suyos, Rústico y Castidiano, pues nos lo dice en De Beata Vita. Era una familia de origen africano completamente romanizada: solamente hablaban latín y no participaron de los movimientos nacionalistas de la época. El mismo Agustín se mostrará como un enamorado del Imperio Romano y de su cultura.

En el norte de África además del latín se hablaba el púnico, idioma que desconocía el santo, aunque hablase palabras sueltas de él; sin embargo Agustín más de una vez utilizó los servicios de intérpretes para hablar a los campesinos que lo hablaban. Hoy día no se conserva nada del idioma púnico, que era la lengua norteafricana antes de la colonización romana y quedó anclado en bases sociales menos colonizadas, en zonas rurales.

Agustín sí estudió el griego, en la escuela de Madaura, aunque en esa época de primer aprendizaje no le gustaba nada. Quizá por eso no lo llegó a dominar plenamente nunca. La distancia entre el Oriente y el Occidente ya era muy grande en el momento en que vive Agustín. Hacia el siglo III los habitantes del Mediterráneo era bilingües por lo general, pues además de su lengua hablaban el griego. En Roma, toda la literatura cristiana hasta finales del siglo II se había publicado en griego y la misma liturgia era en esta lengua.

Sin embargo, poco a poco el griego quedó relegado a los ámbitos de las personas cultas. Agustín lo llegó a conocer de forma suficiente para consultar los textos de las Escrituras, corregir los textos latinos cuando no le gustaba las traducciones e incluso para traducir algunos textos de los padres griegos, de San Jerónimo, de Plotino y de Epifanio de Salamina. De este último llegó a traducir completa la obra Anakefalaiosis, pues es una de las fuentes de su libro Adversus Haereses.

SIGUIENTE PÁGINA: 2. Agustín filólogo


ÍNDICE DE PÁGINAS: SAN AGUSTÍN