En esta segunda parte de la entrevista Marina relata algunas de sus experiencias como superiora general (1993-2005) de la Congregación de las Misioneras Agustinas Recoletas, sobre todo las relativas al mundo chino, se aventura a hacer sus previsiones respecto a la propia Congregación y termina enviando un mensaje de ánimo a las MAR jóvenes, a las que invita a poner en “estos tiempos recios” su apoyo en Dios.

Durante doce años ejerciste el cargo de superiora general, por lo que se supone que llegaste a conocer bien la Congregación. ¿En qué años? ¿Notas cambios importantes en las religiosas y comunidades actuales respecto a los tiempos de tu mandato?

Estuve en el gobierno general del 1993 al 2005.

Sí noto cambios importantes. En aquel momento éramos más, más jóvenes y abriendo frentes de trabajo. Y con buenas perspectivas vocacionales, incluso en países, donde no tenemos presencia de comunidad, pero sí están los Agustinos Recoletos.

Ahora estamos viviendo una etapa de “reducción”; hemos dejado países, como Taiwan y Argentina y cerrado muchas casas. Se agudiza la escasez de vocaciones y la no perseverancia de muchas jóvenes, por lo que el promedio de edad es cada vez mayor, con las consecuencias lógicas.

Después de haber desempeñado el oficio de superiora general entraste en contacto con el mundo chino, idioma que tuviste que estudiar, y, aparte de tus estancias en la República Popular China viviendo en este país con tus hermanas Misioneras Agustinas Recoletas, residiste un tiempo en Taiwan: ¿Cuántos años y qué experiencia obtuviste de este tiempo y situación? ¿Crees que las Misioneras Agustinas Recoletas chinas tienen un futuro esperanzador?

En diciembre de 1995 abrimos la casa de Taiwan, para servir de apoyo a la naciente comunidad que estaba surgiendo en la misión de Shangqiu (antigua Kweiteh, donde estuvieron nuestras fundadoras). Acompañada del padre Manuel Piérola, agustino recoleto, que era veterano en Taiwan, (y que, por cierto, nos prestó su vivienda durante varios años, haciendo del despacho parroquial la suya), fui a China continental por primera vez en Semana Santa de 1996. Fue para mí una experiencia inolvidable: pisar los mismos lugares donde tantos misioneros y misioneras de la Familia Agustino-Recoleta dieron lo mejor de su vida; conocer a varios agustinos recoletos chinos, sobrevivientes de la persecución, entre ellos monseñor Nicolás She y monseñor José Wang; encontrarnos por primera vez con las nuevas hermanas chinas, (en ese momento eran 4, una novicia y tres postulantes), que por primera vez veían una MAR de carne y hueso…

En aquel momento la antigua casa de las hermanas todavía estaba ocupada por familias y tuvimos que alojarnos en un hotel cercano, pero pasábamos el día con los padres y hermanas de la misión, compartiendo experiencias y aclarando inquietudes. Viajamos a Wuhan donde las postulantes con una profesa estaban estudiando enfermería, y además, pudimos visitar también a los jóvenes recoletos que estudiaban en el seminario.

A partir de ese momento, pasando primero por Taiwan, periódicamente visité la comunidad de Shangqiu casi siempre acompañada de la hermana Marta S. Maldonado y en ocasiones con algún padre, como Pedro Tung o Benito Suen.

Al terminar el segundo sexenio, en 2006 fui destinada a la comunidad de Taiwan, y desde allí seguimos yendo a visitarlas. Convivíamos con ellas, les dábamos clases sobre la vida religiosa, las constituciones, etc., visitábamos sus familias y las distintas parroquias de la Diócesis y también hicimos paseos a lugares famosos de los alrededores. Mientras tanto, varias hermanas chinas fueron a España a estudiar español, de manera que en 2012 se cerró la casa de Taiwan, porque ya había hermanas chinas que podían comunicarse directamente sin necesidad de intermediarios. La última vez que visité la misión fue en 2016, directamente desde España.

Durante todos esos años pude observar el desarrollo en sentido económico y religioso en todo el país y concretamente en la Diócesis de Shangqiu. Ciertamente las actividades estaban vigiladas, pero había libertad para realizar los actos religiosos, las reuniones de los cristianos, catequesis de los niños, encuentros vocacionales, etc. Nunca tuvimos problemas graves en las visitas que hicimos.

En los últimos años ha cambiado la situación y están sometidos los cristianos a una clara persecución por parte del gobierno: Los jóvenes y niños no pueden asistir a las iglesias, se dificulta la comunicación con el exterior, y las actividades en las diferentes parroquias, por lo que ha disminuido la asistencia de los fieles y hay pocas perspectivas de nuevas vocaciones.

Por todo lo dicho, el futuro de la comunidad de las Misioneras Agustinas Recoletas en China, es incierto, como el de la Iglesia. Lo que deseamos es que se mantengan firmes en la fe y en su vocación, y que en esta difícil situación que están viviendo, puedan dar testimonio de Jesucristo, como los primeros cristianos, en medio de su pueblo, acompañadas siempre por nuestra oración y cariño y alguna comunicación de vez en cuando.

Los seis años vividos en Kaohsiung, Taiwan, los considero un verdadero regalo. La comunidad fue muy bien acogida por los padres Agustinos Recoletos, por la Diócesis, otras Congregaciones, y los cristianos de la Parroquia. Al ser un porcentaje mínimo de católicos, y participar en las diferentes actividades, se llega a hacer amistad con la mayoría de los fieles de la ciudad.

Por otro lado, la cercanía con los vecinos del barrio, la mayoría no cristianos y el contacto con otras religiones, en una sociedad abierta y tolerante, te confirma en la profunda hermandad que existe por el hecho de ser seres humanos; y que es posible entenderse, aunque el conocimiento del idioma apenas dé para lo imprescindible.

Ya sabemos que hacer un pronóstico es arriesgado, pero quizá por tu currículo estás en unas condiciones buenas para hacerlo sobre el futuro de tu Congregación. ¿Podrías hacerlo?

Seguiremos disminuyendo y dejando obras y tal vez presencia en algún otro país. Seguiremos manteniendo las casas de misión y espero que mantengamos los colegios, que es un campo con muchísimas posibilidades para sembrar valores y hacer llegar el Evangelio a las familias.

De cara a un futuro, ¿en qué aspectos crees que tendrá que insistir la Congregación para responder a las exigencias carismáticas y a lo que espera la Iglesia y la gente a la que servís?

Yo remitiría a que tomemos en serio al n. 2 del Perfectae Caritatis donde habla de retorno constante a las fuentes de la vida cristiana (seguimiento radical de Cristo como se propone en los evangelios); el espíritu de los fundadores (la misión, buscando siempre la gloria de Dios y la disponibilidad total a su voluntad); y la adaptación a los tiempos y lugares (que son muy variados, aunque seamos muy pocas).

Y como estamos en un momento clave de reestructuración, donde desaparecen las provincias, y se centra todo en el gobierno general, creo que necesitamos conservar instancias intermedias que puedan discernir las necesidades y las formas de responder a ella, desde la cercanía.

Dado que hay algunas MAR jóvenes en una y otra parte donde está asentada la Congregación, ¿qué mensaje quieres enviarles?

Que no tengan miedo… Que aprovechen esta ocasión, los tiempos recios que les ha tocado vivir, para afianzarse en lo fundamental: dar una respuesta valiente, a la llamada personal que Dios les ha hecho. Que se apoyen en Él; no en el número, y que mantengan el carisma, ese tesoro que ha puesto en sus manos y en su corazón y lo trasmitan a futuras generaciones para enriquecer a la Iglesia y a la sociedad.

Marina, los visitantes de esta página web te agradecerán que hayas compartido tu rica experiencia de lugares y en situaciones tan diferentes a lo largo de tu vida. Ojalá que la celebración de los 75 años como Congregación despierte el espíritu misionero que os dio origen para, superado todo miedo, testimoniar que merece la pena ser misionera agustina recoleta. Muchas gracias.