En esta Semana Vocacional Virtual nos acompaña hoy la misionera agustina recoleta Jacira Bhering da Silva (Vau-Açu, Minas Gerais, Brasil, 60 años), que trabaja mano a mano con los Agustinos Recoletos en Lomas de Casa Blanca, un barrio lleno de desafíos de la ciudad mexicana de Querétaro. Formada en Filosofía y en Enfermería, nos habla sobre Sinodalidad.
Conocí a las Misioneras Agustinas Recoletas a través de los religiosos Agustinos Recoletos de la comunidad de Ribeirão Preto, en São Paulo, Brasil. Me llamó la atención de manera especial este triple cimiento de su carisma: misión, comunidad y Recolección. Para mí se traducen en tres características: alegría, sencillez y caridad.
Como puede verse, desde el inicio he tenido un contacto cercano con nuestros hermanos religiosos agustinos recoletos, con la suerte de que he estado junto a ellos en varios lugares. Es de algún modo una manera de Sinodalidad, puesto que esta cercanía me ayuda a vivir la comunidad y el apoyo mutuo.
En mis primeros pasos, los frailes de la antigua Provincia de Santa Rita me proporcionaron el primer contacto con el carisma agustino recoleto en Ribeirão Preto; después, en Taiwán, trabajé con los frailes de la Provincia de San Nicolás de Tolentino; después pasé por Argentina, con los de la Provincia de Santo Tomás de Villanueva. De nuevo en Brasil, en Lábrea (Amazonas) y Fortaleza (Ceará) volví a encontrarme con los religiosos de San Nicolás de Tolentino, con los que trabajo codo con codo en México, donde vivo ahora.
Uno de los lugares donde hemos trabajado más en conjunto religiosos y religiosas en México ha sido el Centro de Acompañamiento y Recuperación de Desarrollo Integral, CARDI. Es un proyecto socio-sanitario en la Ciudad de México en el que las Misioneras Agustinas Recoletas hemos aportado seguridad en el funcionamiento sin descanso; hemos dado un punto de vista diferente para un mejor manejo de un proyecto tan complejo; y hemos dado y recibido gran alegría.
Queremos transmitir hoy en nuestra Parroquia del Divino Redentor de Querétaro este valor eclesial de la Sinodalidad; lo hemos hecho ya a través de charlas o retiros, pero sobre todo intentamos vivirlo en la práctica cotidiana.
La sinodalidad nos impulsa a trabajar con los laicos, dándoles participación y responsabilidad. Aunque he de decir que esto nosotras, las Misioneras Agustinas Recoletas, lo hemos hecho siempre, ha sido una característica nuestra.
También en ámbito eclesial lo queremos vivir así. El obispo de Querétaro siempre ha intentado estar muy cerca de los consagrados aunque, debido a la pandemia, los intentos prácticos en los últimos tiempos fueron limitados.
En cuanto a la comunión con los laicos, intentamos reforzar el encuentro y el trabajo en común desde tres espacios: seguir el Evangelio; nunca dejar la mirada hacia el prójimo; y recordarles que la responsabilidad para con sus hermanos es, también, cosa de ellos.
Para que los laicos se integren en las decisiones eclesiales es importante preguntarles su opinión y tomarla en cuenta; y proporcionarles formación para que no tengan miedo en dar su opinión sincera, sin importar a quién se dirige.
Podríamos aún mejorar ciertas cuestiones, tales como la comunicación en general o la oferta de informaciónpara el Consejo, por ejemplo de los aspectos económicos. En todo caso, es siempre esencial la apertura, el incentivo a la participación y la confianza.