En la audiencia concedida por el papa Francisco al 56º Capítulo General de los Agustinos Recoletos el jueves 17 de marzo, el agustino recoleto David Conejo le hizo entrega al Santo Padre de una original obra pictórica, “Lucis custos”, de la que son autores él mismo junto con los pintores Alejandro y Antonio Decinti.
El papa Francisco ha mostrado tener una gran devoción a san José, el santo del silencio, cuya solemnidad hoy celebramos. No en vano, en este mismo día de 2013 asumió el pontificado. Recientemente, el 8 de diciembre de 2020 publicó la Carta Apostólica “Patris corde” (Con corazón de padre) en la que decretó el “2021, Año de san José”. Esta página web lo celebró junto con toda la Iglesia publicando cada día 19 de mes un comentario sobre el santo.
Por otra parte, la Familia Agustino-Recoleta a lo largo de su historia ha cultivado de forma especial el culto y la devoción a este santo humilde y lo venera como su especial protector. Ambos factores motivaron a que en la visita que el 56º Capítulo General hizo al papa Francisco se le regalaran la canción “Con corazón de padre”, del cantautor agustino recoleto José Manuel González Durán y la pintura al óleo sobre tabla “Lucis custos”, de coautoría del artista agustino recoleto David Conejo.
David Conejo (Cartago, Costa Rica, 1993) es religioso agustino recoleto y artista visual dedicado principalmente al arte sacro. Se ha formado en la Academia de Arte Decinti y Villalón de Madrid, con el pintor José Dodero en Cádiz y completado su aprendizaje en la Sacred Art School de Florencia (Italia).
Durante sus estudios en Madrid conoció y coincidió con Antonio Decinti, hijo del pintor Alejandro Decinti. Ambos, padre e hijo, chileno-italianos radicados en España desde 2001, son coautores de este original cuadro junto a fray David. Hemos hablado con el artista recoleto para saber más sobre esta obra llena de originalidad y significación.
¿Puedes describirnos tú mismo la obra?
“Lucis custos” es un óleo sobre tabla de 40×50 centímetros. Estas dos palabras latinas significan Custodio de la Luz, donde luz hace referencia a Jesús, quien se proclama a sí mismo “luz del mundo” y, en el evangelio de Lucas, el anciano Simeón lo reconoce como “luz de las gentes”.
Custos tiene el significado de custodio, es decir, quien guarda algo o a alguien. Y san José fue un fiel custodio de Jesús. En el título está primero “Lucis”, la referencia a Jesús, cuya importancia primordial se percibe al contemplar el óleo por su posición y el juego de luces y sombras.
Además, el término latino “custos” es ambivalente, se usa tanto en masculino como en femenino. Por ello, en esta escena el “custos” no es solo san José, figura que aparece nítidamente en la composición, sino también María, que aparece discretamente de pie en un extremo, asomando sus manos mientras sostiene una vela encendida.
De este modo, José y María son ambos custodios de la Luz: ambos velaron en la tierra por Jesús y ambos velan desde el cielo por la Iglesia, en su misión de mantener encendida la llama de la fe.
El motivo representado en la obra se inspira en las palabras que el Papa pronunció durante su viaje a Filipinas, el 16 de agosto de 2015. Francisco dijo sentirse interpelado por la figura de san José, hombre fuerte de silencio, quien cuida de la Iglesia como hizo con la Sagrada Familia, “incluso cuando duerme”.
La imagen de san José durmiente proviene, a su vez, del relato evangélico de Mateo, quien narra la experiencia de José al recibir mensajes de Dios en sueños, hasta cuatro. Esto lo comenta así el Santo Padre:
Otros elementos tienen su explicación: el fuego en el brasero simboliza el calor del hogar y del amor familiar; las herramientas de carpintería hablan del trabajo y el esfuerzo cotidiano; y el báculo florido es una alusión a la pureza de corazón de José y la guía que con su intercesión obtiene de Dios para la Iglesia.
¿Cómo surgió la idea de regalar esta pintura al papa Francisco?
Se descubrió esta posibilidad pensando en que la fecha de la audiencia concedida al 56º Capítulo General de los Agustinos Recoletos se encontraba muy cerca de la solemnidad de san José, a quien el Papa tiene mucha devoción, santo que además es patrono de los Agustinos Recoletos.
San José resultaba una figura sugerente porque además en los últimos años se ha revalorizado su figura, sobre todo gracias al impulso que el mismo papa Francisco ha dado a su devoción. La figura de san José nos une como Familia Agustino-Recoleta al Santo Padre y a toda la Iglesia. Es el principal motivo para haberlo elegido como protagonista de la composición.
Al encargarnos la obra se nos habló de que tuviese un “espíritu sinodal”, una de las improntas del Magisterio del Papa Francisco y uno de los principales esfuerzos eclesiales en la actualidad, durante la preparación del Sínodo de 2023. Así que la pintura se nos encomendó con un proceso creativo bastado en tres elementos: la oración, el diálogo y el trabajo común.
¿Qué sentiste ante un encargo cuyo destinatario era el Papa?
Una gran responsabilidad: creo que no se dimensiona la magnitud de un encargo como este hasta que ya se ha comenzado, cuando surgen los retos técnicos y las dudas sobre si el resultado va a estar a la altura.
Afortunadamente hemos trabajado de manera comunitaria y en oración. Los tres autores nos hemos infundido confianza el uno al otro, pero sobre todo nos ha motivado saber que, ofreciendo en común nuestro talento a Dios, podemos llegar al corazón de los demás y ser canal de su gracia. Es Él quien ha suscitado y llevado a término este proyecto en que nosotros nos hemos ofrecido como colaboradores.
¿Has quedado satisfecho tras la entrega?
Para responder esto me atrevo a hablar también en nombre de Alejandro y Antonio, con quienes he trabajado: creo que hay una gran satisfacción por el trabajo realizado. Aunque siempre existen detalles que se podrían plantear de otro modo, y surgen nuevas ideas a lo largo del proceso, en este caso experimentamos una satisfacción general y un gran deseo de que haya sido del agrado del Santo Padre.
En general estoy satisfecho con el resultado porque no me imaginaba que en unas dimensiones tan limitadas como las que teníamos por razones prácticas, se pudiera trabajar con tanto detalle y calidad.
Sin duda, la profesionalidad y experiencia de los otros dos coautores han sido un elemento fundamental para lograr este resultado. Además, el haber vivido el proceso creativo de modo orante nos ha ayudado a buscar en el mismo proceso creativo la acción de Dios, a quien consideramos el verdadero artista y autor, de quien nosotros somos solo ayudantes.
¿Cómo reaccionó el papa Francisco en la entrega?
Pude notar sorpresa y agrado en la expresión de su rostro; escuchó atentamente las palabras que le dirigí sobre los significados de la pintura y las motivaciones que teníamos para elaborarlo. Me dio la mano e inmediatamente bendijo y tocó la pintura. Me agradeció el detalle y sonrió.
Durante la Audiencia el Papa ha sido muy sincero y afable en su mensaje. Ha hablado con claridad sobre los retos que enfrentamos, dejando claro que la confianza en Dios no puede convertirnos en personas ilusas. Es normal preocuparse por aquello que como Orden nos atemoriza, pero es un paso que debemos acompañar con un trabajo de preparación para enfrentar los retos del mañana.
En este sentido nos ha propuesto a san José como modelo a imitar, siendo padres para el pueblo de Dios, pero también hijos que deben escuchar y recibir la sabiduría que proviene de aquellos con quienes compartimos y vivimos la fe.
¿Y le ha gustado a tus hermanos religiosos?
He notado admiración y agrado, me han felicitado y han extendido su enhorabuena a Alejandro y Antonio. Algunos se han interesado por conocer más de su obra y actividades en la academia que regentan en Madrid junto a Óscar Villalón, un proyecto internacional de academia y exposiciones para Europa y América. Además, ambos colaboran con el artista Ramírez Maro en Centroeuropa y los países nórdicos, lo que trae nuevos proyectos artísticos a su Academia DV, en la que estudié.
Creo que el simbolismo del cuadro también incide y expresa el carisma agustino recoleto. Esta obra tiene un rostro: un rostro humano y paterno; el rostro de san José, esposo de María y padre adoptivo del Redentor; el rostro de la Iglesia, por ser una figura representativa para el Santo Padre, quien dio inicio a su ministerio en la solemnidad de san José; y el rostro de los Agustinos Recoletos, que lo proclamamos como Patrono y Protector.