Con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, el prior general de la Orden de Agustinos Recoletos, Miguel Miró, envía un mensaje para animar a la Familia Agustino-Recoleta a participar activamente en el 56º Capítulo General, que comenzará en Roma el próximo 1 de marzo. Este es su texto íntegro.

Queridos hermanos:

En la fiesta de la Presentación del Señor, la Iglesia celebra la Jornada mundial de la Vida consagrada. Es una buena ocasión para recordar que estamos a las puertas del 56º Capítulo General e invitar a todos, una vez más, a pedir que el Espíritu ilumine a la asamblea capitular.

Nuestra Señora de la Candelaria

San Lucas nos narra en el evangelio que María y José llevaron a Jesús al templo para consagrarlo al Señor (Lc 2, 22-40). En este relato, no pueden pasarnos desapercibidos el anciano Simeón y la profetisa Ana. Ellos vivían con fidelidad esperando la salvación de Israel; su esperanza estaba llena de vida y de futuro; fueron capaces de ver en aquellos padres que llevaban al templo a su hijo, un signo de la salvación de Dios. Aunque a veces nos sintamos vulnerables o pasemos por momentos de dificultad, tanto los mayores como los jóvenes, todos podemos abrir nuestro corazón y ver la presencia de Dios en los sencillos acontecimientos de cada día.

En esta fiesta, con el rito de bendición de las candelas y la procesión que sigue, expresamos que queremos unirnos a Cristo, Luz del mundo, e iluminar a nuestros hermanos con la luz recibida de Él. Mantengamos en nuestro corazón la luz de la fe encendida con el fuego de la caridad.

La escucha de la Palabra, la eucaristía y la vida de oración nos encienden en el amor a Cristo, crean comunidad y nos disponen para la misión de cada día. Cuando dejamos que se apague la luz interior surgen los desajustes personales, la mundanidad espiritual, las dificultades en la vida fraterna y el activismo estresante. Hace unos días (Angelus, 23 de enero de 2022) decía el papa Francisco:

“La Palabra de Dios, de hecho, es viva y eficaz, nos cambia, entra en nuestros asuntos, ilumina nuestra vida cotidiana, consuela y pone orden. Recordemos: la Palabra de Dios transforma una jornada cualquiera en el hoy en el que Dios nos habla”.

Si nuestra vida, nuestros planes y proyectos no están arraigados en el encuentro con Cristo, difícilmente vamos a experimentar la alegría del Evangelio y poco vamos a avanzar en el proceso de revitalización de la Orden.

En el IV Centenario del I Capítulo General

El día 30 de noviembre de 2021 iniciamos en Madrid el IV Centenario del I Capítulo General de la Recolección. En aquel Capítulo la entonces Congregación se organizó en Provincias e inició un proceso que en pocos lustros terminó de perfilar su figura jurídica, carismática y apostólica; un proceso que impulsó la comunión y la expansión por España, América y Filipinas.

Los Agustinos Recoletos de hace cuatro siglos tenían dirigida su mirada hacia el cielo y hacia el horizonte del mundo y de la historia. Los suyos eran tiempos de reformas y expansión; los actuales, a pesar de la reducción numérica en algunos países, son tiempos de evangelización, sinodalidad, solidaridad con los pobres y cuidado de la Creación.

El Capítulo de 1621 es para nosotros inspirador: nos anima a no tener miedo en el proceso de revitalización. También hoy nosotros estamos llamados a vivir el carisma recibido con fidelidad y creatividad. El próximo Capítulo General y los capítulos provinciales que le siguen, son un tiempo de gracia y una oportunidad para la oración, la escucha, el diálogo y el discernimiento. Y todos ellos miran hacia adelante: porque estamos, sí, arraigados en la historia, pero, confiando en la fuerza del Espíritu, queremos responder a lo que el Señor nos pide, a los signos de los tiempos y a lo que el Pueblo de Dios espera de nosotros.

Hoy, igual que entonces, necesitamos volver al corazón y mirar hacia el futuro con esperanza. El camino de la revitalización que iniciamos hace doce años no ha terminado, sino que vamos a iniciar una nueva etapa y en ella necesitamos proyectar nuestra vida y misión en la diversidad de culturas y en cada uno de los países en que nos encontramos. Este proceso requiere que estemos abiertos a lo nuevo del Espíritu, viviendo el carisma como un don que hay que compartir y depositar en odres nuevos.

Con el deseo de evangelizar y estar en sintonía con la Iglesia, nos hemos propuesto como lema para el Capítulo general: Caminamos juntos «Yo he venido para que todos tengan vida» (Jn 10,10). Y es lo que queremos: transmitir vida, hacer propuestas de vida; y queremos hacerlo –es nuestro estilo y la única manera– caminando juntos.

Estamos llamados a caminar juntos desde la consagración, la escucha, la comunión y la misión. Sabemos que una Iglesia sinodal es una Iglesia en salida y que la sinodalidad está ordenada a animar la misión evangelizadora de la Iglesia. Para todos los consagrados, caminar juntos en misión supone reforzar la corresponsabilidad, la participación del pueblo de Dios y el compromiso en la misión de la Iglesia local, aportando los dones de nuestro carisma propio sin perder por eso de vista la disponibilidad para con la Iglesia universal.

Considero providencial el camino sinodal en nuestro proceso de revitalización. No podemos quedarnos solo en palabras; seamos realistas y hagamos de nuestras reuniones comunitarias un encuentro fraterno y un taller de proyectos comunes de evangelización. Este año, especialmente, tenemos la oportunidad de redescubrir el sentido propio de los capítulos, sean generales o provinciales: impulsan la comunión y el espíritu misionero.

Cristo es nuestra esperanza

El 4 de diciembre de 2016, en México, ante la imagen de la Virgen de Guadalupe, dejaba en manos de María el complejo periodo de vida que comenzaba para la Orden. La pandemia nos ha desconcertado y nos ha hecho sentir vulnerables. Pero la vida sigue.

El 30 de noviembre de 2021, en el marco del convento madrileño de La Encarnación, al abrir el Centenario en compañía del Consejo general y los Priores provinciales, consagraba la Orden a Nuestra Madre de la Consolación con las palabras del beato Vicente Soler.

María es siempre madre y siempre suscita la esperanza en nuestro corazón. Os exhorto a pedir, junto a María, la luz del Espíritu tanto para el Capítulo general como para los capítulos provinciales. No dejemos que se apague esa luz en nuestro corazón.

El IV Centenario del I Capítulo general es un tiempo para agradecer a los hermanos que nos han precedido su entrega y audacia. Es tiempo para pedir perdón por las veces que no hemos sido fieles, y tiempo para abrirnos a la esperanza. Es la ocasión para dar a todos los religiosos de la Orden las gracias por lo que son y por su servicio a los demás. Las luces y las sombras de este camino que hemos recorrido y esperamos recorrer juntos, las confiamos a la misericordia del Señor.

Que Él nos conceda transmitir vida y hacer propuestas de vida. Unamos nuestros corazones al de san Agustín y pidamos con toda el alma:

«Toda nuestra esperanza, Señor, está en tu gran misericordia. Danos lo que mandas y manda lo que quieras» (SAN AGUSTÍN, Confesiones 10,29,40).

Roma, 2 de febrero de 2022. Fiesta de la Presentación del Señor.