Del 19 al 24 de enero el equipo misionero formado por los laicos Marcelo Viana y Verilda Maciel, el obispo titular de Lábrea, Santiago Sánchez, y el obispo emérito Jesús Moraza, realizó un viaje a la Parroquia de San Sebastián y San Francisco, fundada recientemente en la Prelatura de Lábrea. El obispo don Santiago relata las incidencias de esta correría misionera.

Pasada la Navidad parecía que enero iba a ser tranquilo, pero los compromisos pastorales se encargaron de dinamizar el primer mes del año. Del 14 al 21 estaba marcada la asamblea de la delegación, pero por unas circunstancias o por otras apenas dos días estuvimos todos los que deberíamos estar. Así el día 19 salían de Lábrea el obispo emérito de Labrea Jesús Moraza y el titular de la misma sede monseñor Santiago Sánchez, ambos agustinos recoletos.

La razón del viaje era celebrar el patrono de la reciente Parroquia San Sebastián y San Francisco y atender a los compromisos colaterales. Dos laicos: Marcelo Viana y Verilda Maciel completaban el equipo misionero.

Salimos en la madrugada del miércoles y paramos en la ciudad de Canutama para comer, estar con los sacerdotes de la Parroquia y recoger al seminarista de la Prelatura Thiago Mendes, que se sumaba al viaje. Sobre las tres de la tarde llegamos a Belo Monte entre cohetes, música y cantos, con lo que daban la bienvenida al obispo y su equipo. Allí estaba el padre Éder, párroco de San Sebastián y San Francisco, y las hermanas Josefinas que atienden esta Parroquia.

Una vez instalados, el obispo titular tuvo un encuentro-catequesis con los que recibirían el sacramento de la Confirmación. Luego todo el equipo misionero guiado por la hermana Merinalva, josefina, visitamos varias familias. La pastoral de la visitación es muy importante, y visitamos las familias que lo pidieron. Dialogamos, rezamos, dimos la bendición y procuramos dejar la paz en la casa…

Por la noche tuvimos el rosario, la misa y la novena. Era la primera vez que tenía lugar la Confirmación en Belo Monte desde que es Parroquia. Eran tres adultos que habían hecho un camino catecumenal de Iniciación a la Vida Cristiana y están muy presentes en la vida de la comunidad. Ejemplo y testimonio para todos. Celebración viva seguida con sumo interés y nervios de los confirmandos.

El día 20, San Sebastián, amaneció con música y cohetes. A las 8.00 de la mañana en el espacio exterior de la capilla, adornado con banderines y un gran mural, además de las imágenes de los patronos y Nuestra Señora, participamos del oficio divino de las comunidades con el pueblo. No estuvieron muchos, pero la devoción fue grande y se cantó con ganas la liturgia. El resto de la mañana y la tarde lo empleamos en hacer las visitas pendientes que, por cierto, fueron más de las anotadas, pues, al vernos pasar, otras familias nos invitaban. No todos los días pueden tener al obispo en casa…  

También por la noche tuvimos el rosario y la misa de la fiesta, que fue campal para evitar aglomeraciones, siendo el presbiterio el pórtico de la iglesia. Piedad y participación aceptable teniendo en cuenta que Belo Monte no es muy grande y buena parte son evangélicos. Estos miraban sorprendidos nuestra procesión por las calles encementadas, las únicas que recorrimos porque las otras estaban con barro y charcos debido a la lluvia. Hicimos una parada en el crucero de las Santas Misiones Populares frente al río…

Al terminar la procesión cerramos el acto religioso en la capilla y luego se presentó el proyecto de una nueva iglesia más espaciosa que se construirá en honor de San Sebastián y con su intercesión…  Un lunch fraterno dio por terminados los festejos bajo una gran lluvia que empezó apenas terminó el acto litúrgico.

Al día siguiente emprendimos viaje en la lancha hasta Foz de Tapauá, la otra sede de la Parroquia de la que es patrono San Francisco. Nos acompañó la hermana Merinalva que está destinada allí. También fuimos recibidos con cantos y banderas en la puerta de la iglesia.

Según nuestra costumbre, empleamos la mañana y la tarde en visitar familias. Una característica aquí fue que la mayoría de las familias visitadas era por luto a causa de la muerte de algún familiar. Por la noche celebramos la Eucaristía y después tuvimos una reunión con el Consejo Parroquial en que manifestaron sus gozos y esperanzas junto con sus temores y su fe. La noche fue toda de lluvia. Al día siguiente celebramos la Eucaristía con los que desafiaron la lluvia y, después del desayuno, ya con lluvia leve, emprendimos viaje de vuelta.

Paramos en Belo Monte para comer y despedirnos de las hermanas Ana y Aparecida, pues Merinalva ya se quedó en Foz de Tapauá. Y seguimos hasta Canutama.

La tarde fue para ir preparando la iglesia y la celebración del día siguiente. Tuvimos misa por la noche del sábado en dos comunidades.

El domingo de la Palabra, 23 de enero, inició con dos misas en sendas comunidades de la Parroquia. Después de comer llegó un barco de Belo Monte para sumarse a la celebración con el padre Éder y don Jesús Moraza con un grupo de fieles. A las 6.00 de la tarde misa en otra de las comunidades y a las 7:30 de la noche la misa con institución del ministerio de lector y acólito del único seminarista de la Prelatura Thiago Mendes, que también fue aceptado para las órdenes sagradas en esa celebración.

Thiago ha terminado tercero de teología y es el único que ha perseverado en estos últimos años, pero no tiene ningún otro seminarista que le siga detrás. Por eso quiso ser también una promoción vocacional. Celebración nueva para este pueblo seguida con interés y emoción, sobre todo en el momento que doña Alcilene, madre de Thiago, acompañó y abrazó a su hijo entregándolo cuando fue aceptado para las órdenes sagradas. El párroco padre Osvaldo levantó el acta firmada por el vicario parroquial padre Nilson, el párroco de San Sebastián y San Francisco padre Éder, don Jesús Moraza, don Santiago Sánchez y el propio Thiago. Una sopa popular sirvió para la confraternización.

El lunes, día 24, volvimos a Lábrea con una gira misionera más realizada.