El agustino recoleto Diego Cera (Graus, Huesca, España, 1762 — Manila, Filipinas, 1832) es un buen representante del trabajo socio-evangelizador de los Agustinos Recoletos en Filipinas. Sus aportaciones a la cultura universal han llegado hasta nuestros días. En este IV Centenario (1621-2021) de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, su vida “siempre en misión” y su entrega al pueblo filipino animan a los misioneros del presente y del futuro.
Diego Cera nació el 26 de julio de 1762 en Graus, Huesca, España, y falleció el 24 de junio de 1832 en Manila, Filipinas. De sus 69 años de vida (por un mes no llegó a los 70), 45 fue religioso agustino recoleto; y los últimos cuarenta fue misionero en Filipinas.
Profesó en los Agustinos Recoletos dentro de la Provincia de Aragón, dedicada a Nuestra Señora del Pilar. Pero su ardor e inquietud le llevaron a presentarse voluntario para la misión de Filipinas tras breve paso por los conventos recoletos de Barcelona, Benabarre (Huesca) y Zaragoza.
Fray Diego hizo como casi todos los misioneros españoles en Filipinas: puso todas su cualidades, capacidades y aprendizajes previos al servicio de la misión. Supo driblar con éxito las diferencias entre la geografía, clima, cultura, idioma o medios de su contexto de origen y los del ámbito de su tarea misionera.
Esta adaptación a las nuevas circunstancias fue tal que un autor estadounidense, G. A. Miller, llegó a comparar a fray Diego Cera con Thomas Alva Edison y a decir que “debería haber sido americano”. Así admiraba la capacidad del misionero aragonés de inventar soluciones a cada dificultad que se interpuso en sus planes.
Fray Diego llegó a Filipinas siendo ya un experimentado organista y constructor de instrumentos musicales. Pero en estas Islas, en tiempos de comunicaciones penosas y difíciles y falta general de recursos, tuvo que ser creativo: no había abundancia de materiales para los instrumentos, tales como metal, cuero, piezas de ensamblaje… Todo llegaba importado y era carísimo.
Sí había abundancia de madera y de una planta de grandes potenciales para la ingeniería, el bambú. Cera ha pasado a la historia por una de sus creaciones más originales, única y sorprendente a los ojos de cualquiera: el órgano con tubería de bambú que instaló en la que fue su parroquia durante 37 años.
Aunque sea su obra más famosa, fray Diego también construyó otros instrumentos (órganos, violines, bajos, clavicordios, pianofortes) y fue promotor de infraestructuras de comunicaciones (carreteras, puentes) o eclesiales (templos, conventos). Dos siglos después, varias de ellas se conservan.
Diego se hizo especialista en el tratamiento de pieles, fabricó tintes y pegamentos con productos locales, coleccionó y catalogó minerales y maderas, promovió nuevas metodologías de cultivo o inventó usos industriales de materiales naturales locales.
Con la gente no fue menos creativo con un carácter que se adivina sumamente atractivo: por un lado, promovió el arte entre los más humildes (coros, orquestas, talleres de organería); por otro, generó tal confianza a su alrededor que cuando en 1797 el Estado pidió el nombre de alguien capaz de liderazgo en caso de una guerra contra Inglaterra para nombrarlo Comandante, la gente de Las Piñas no dudó en dar el nombre de su párroco, fray Diego Cera.
Repasemos con más detalle la vida y obras de fray Diego Cera, al que homenajeamos en este reportaje, en el IV Centenario de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos (1621-2021), cuyo mes de noviembre 2021 está dedicado a la interacción cultural de la Provincia con las sociedades donde ha estado en estos cuatro siglos de existencia.
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