El órgano de Intramuros.

El agustino recoleto Diego Cera (Graus, Huesca, España, 1762 — Manila, Filipinas, 1832) es un buen representante del trabajo socio-evangelizador de los Agustinos Recoletos en Filipinas. Sus aportaciones a la cultura universal han llegado hasta nuestros días. En este IV Centenario (1621-2021) de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, su vida “siempre en misión” y su entrega al pueblo filipino animan a los misioneros del presente y del futuro.

Un nuevo prior provincial, Mamés de San Lamberto, encarga entonces a Cera un órgano para la iglesia de San Nicolás de Tolentino de Intramuros. El templo, hermoso y amplio, era muy popular, por los miles de devotos del Nazareno, de san José o del mismo san Nicolás de Tolentino de modo que lo llenaban a rebosar en sus festividades.

Sin embargo, a este templo le faltaba un órgano a su altura, para la necesaria prestancia y solemnidad de esas grandes y populares celebraciones. Fray Diego dedicó a este órgano algo menos de un par de años (1793-1794), según se infiere de los libros de cuentas y de su destino a Mabalacat (Pampanga), a 90 kilómetros al norte de Manila, en mayo de 1794.

Cera contó con un buen presupuesto de 1.300 pesos filipinos, algo así como 30.000 euros. Con tales recursos ideó algo inaudito y desconocido en la organería tradicional: una red de tubos que, partiendo del secreto, llevaban el aire hasta su salida definitiva en unas figuras de ángeles que tocaban instrumentos que sonaban realmente, pero tocados por el organista.

Estas figuras estaban por todas partes: a lo largo de las tribunas derecha e izquierda de la nave central, en la cúpula, en el retablo mayor y en el coro. El templo entero sonaba. Fray Diego inventó casi dos siglos antes los “sistemas envolventes” de sonido, una verdadera proeza técnica.

Hoy se señala a Ray Dolby (1933-2013) como inventor, entre otras, de la tecnología surround, es decir, situar las fuentes de sonido sincronizado por todas partes respecto al oyente: enfrente, derecha, izquierda, detrás, arriba. Pues Cera imaginó y puso en marcha este concepto en Intramuros 171 años antes.

Hoy estamos acostumbrados desde pequeños a estos sonidos envolventes, pero en aquel tiempo producía en el oyente tal experiencia que no eran pocos los que se asustaban. Por eso antes de tocar el órgano se alertaba a los presentes en el templo.

Cera quiso comprobar la potencia de sonido del órgano y pidió a dos bandas militares tocar en la puerta de San Nicolás la misma pieza que él tocaba al órgano. Nadie dentro de la iglesia logró escuchar a las bandas militares.

En este órgano fray Diego introdujo dos registros con tubería de bambú, dotados de un sonido dulce, suave y delicado. Tenía en total 33 registros, un armazón de tres cuerpos y algunos sonidos que se llegaron a calificar de caprichosos y hasta raros.

El órgano de Intramuros estuvo en funcionamiento un siglo. Durante la Revolución filipina (1896-1898) Intramuros se convirtió en un enorme campo de refugiados españoles. El templo de San Nicolás de Tolentino acogió a soldados, mientras el convento quedó abarrotado de frailes.

Con la iglesia convertida en vivienda, desaparecieron las figuras de los ángeles tocadores de instrumentos y se dañó la red de tubos; solo quedaron en uso los registros cuyos tubos estaban cerca del secreto, entre ellos los de bambú. Sin embargo, el progresivo desafino y la falta de mantenimiento lo dejaron finalmente fuera de combate y comenzó a usarse un armónium para el culto.

Entre 1916 y 1919 se intentó arreglar “con muy buena voluntad y éxito desgraciado”, según un cronista. Se le dotó de un motor eléctrico para sustituir los fuelles. Aún así, no se podían usar las dos octavas más graves del teclado y los registros útiles eran tres. Se volvió al armónium.

En 1924 el prior provincial Celestino Yoldi mandó ponerlo en marcha de nuevo, pero no en su estado original por falta de recursos y de especialistas. Se eliminaron los dos cuerpos laterales y todo el sistema de tubos en red, se simplificó el armazón, se suprimió la lengüetería exterior, se modificaron las contras y se recuperaron tan solo 16 de los 33 registros originales. Volvió a sonar, pero técnicamente ya no era el órgano de Cera.

Finalmente, el órgano de Intramuros desapareció materialmente en 1945, junto con el resto del convento y de la iglesia de San Nicolás de Tolentino. No resistieron los terribles bombardeos aliados y los incendios de los japoneses en el cruento fin de la II Guerra Mundial y de la dominación nipona en el Archipiélago. En este vídeo puedes conocer mejor la historia de San Nicolás de Intramuros:

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