Dentro del mes dedicado a la Familia Agustino-Recoleta dentro del IV Centenario (1621-2021) de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos, hemos querido conocer la realidad de esta Congregación hermana, con la que trabajamos en conjunto por primera vez desde enero de 2021 en el Hogar Santa Mónica de Fortaleza (Ceará, Brasil).
¿Qué les han aportado las fundaciones fuera de Venezuela?
Abrirnos a otros países ha sido una respuesta a nuestras conclusiones capitulares de los últimos años, en las que se manifiesta el querer de Dios para nuestra familia. Estamos a las puertas de un nuevo Capítulo general, el cual evaluará nuevamente este aspecto de nuestro crecimiento y sin duda, dejará trabajo por realizar.
Particularmente considero que debemos reforzar un poco los países donde estamos, a fin de fortalecer esas comunidades o crear nuevas, porque soy testigo de la necesidad que manifiestan nuestras religiosas de Perú, por ejemplo, de sentirse acompañadas y apoyadas.
Y aunque contamos siempre con el apoyo de nuestros hermanos agustinos recoletos, tener dos comunidades en un país siempre es de beneficio, sobre todo a la hora de enfrentar alguna urgencia o imprevisto.
En cuanto a las vocaciones, ya se cuentan entre nosotras religiosas tanto de Colombia como de Perú, pedimos a Dios recibir pronto las de Brasil.
¿Cómo funcionan sus grupos de apostolado?
Funcionan en todas nuestras obras, incluso fuera de Venezuela, y cuentan con un proyecto que define su misión, visión, identidad, itinerario de formación y apostolado que ejercen en nuestra Congregación.
Los consideramos como esa mano amiga que nos apoya, sobre todo allí donde nosotras no podemos llegar. Además, son una expresión de la prolongación de nuestro carisma, representan pequeñas llamas que lo anuncian y viven en su sociedad local.
La Comunidad Fraterna Madre María (COFRAMM) está integrado por personas adultas, seglares que desean vivir nuestro carisma y espiritualidad en su vocación específica y en sus ámbitos laborales. En la actualidad contamos con tres. Uno de sus distintivos es su consagración al Corazón de Jesús, renovada anualmente.
El Grupo de Oración Madre María está conformado por laicos que apoyan el Ministerio de oración e intercesión Shekiná en asambleas, retiros, encuentros, eucaristías, jornadas de formación y atención personal de orientación e intercesión. Existen dos, en Los Teques y Puerto Cabello.
La Juventud Agustiniana Madre María (JAMM) está integrada por adolescentes y jóvenes que quieren vivir con mayor compromiso su identidad cristiana y agustiniana, según nuestro carisma. Inicialmente lo animan las religiosas hasta que se logra conformar un equipo de los mismos jóvenes. Tiene varias etapas de formación por edades. Hay dos grupos, en Los Teques y Maracay.
La Infancia Misionera Agustino-Recoleta (IMAR) está en la mayoría de nuestras obras; son once grupos que trabajan bajo las directrices de la Infancia Misionera diocesana, la Oficina de misiones y las Obras Misionales Pontificias (OMP).
Por último, las Lauritas tienen tal nombre en honor al nombre de pila de la fundadora. Son niñas de hasta seis años que se inician en los primeros pasos de la fe antes de integrarse en la Infancia misionera. Reciben las primeras semillitas agustinianas en actividades propias de su edad para mostrarles el amor de Dios y el servicio a los hermanos.
¿Y qué nos puede contar de los ministerios de música, danza e intercesión, algo muy característico suyo y casi único dentro de la Familia Agustino-Recoleta?
Estos tres ministerios funcionan en nuestra sede central y realmente no responden a un deseo congregacional previo de establecerlos sino a lo que, en nuestra cotidianidad, el Señor fue suscitando. El tener entre nosotras a religiosas con dones artísticos nos llevó a organizar clases de música y danza para nuestras formandas, de tal forma que podíamos enriquecer nuestras celebraciones litúrgicas y comunitarias con coreografías y cantos.
Luego lo ofrecimos a las personas de nuestros grupos o que participaban de la Eucaristía dominical en nuestra casa. Una religiosa, profesora de música, hizo que las jóvenes tuvieran la oportunidad de aprender instrumentos armónicos, melódicos y de percusión.
El siguiente paso fue adquirir nuevos instrumentos y conformar una banda católica de música contemporánea, el Ministerio de Música Unción de lo Alto. Además de su servicio en nuestras celebraciones, ofrecían conciertos, presentaciones, animaban retiros de fin de semana…
Al apoyar retiros de sanación y liberación con asistencia de predicadores internacionales, acabamos ejerciendo comunitariamente este servicio de intercesión y liberación. Con esto terminó constituyéndose el Ministerio de Intercesión Shekiná, que antes de la pandemia congregaba a 400 personas cada martes en oración y adoración eucarística, de tres a siete de la tarde, en nuestra casa central.
¿Puede explicarnos a grandes rasgos el programa Prodigar?
PRODIGAR (Providencia Divina con Gestos de Agustinas Recoletas) es un programa de acción social y solidaria a favor de los más vulnerables, que nace en el Instituto Corazón de Jesús (Los Teques, Miranda, Venezuela) en 2016, cuando Venezuela inicia la crisis social y económica que hasta ahora se vive.
Desde siempre, y siguiendo los pasos de la Madre María, en esta Congregación se ha ayudado a los más necesitados, promoviendo la educación para todos, el valor y la dignidad de la mujer, la verdadera autoestima, el respeto a Dios y a los hermanos, el espíritu de familia, el ideal de igualdad… La Congregación pide a sus religiosas tratar a todos los niños con cuidado especial.
Fuimos constatando el aumento significativo de personas que a diario venían a solicitar alimento a la puerta de la comunidad, y nos reorganizamos para cumplir con tal demanda, confiando sólo en la Providencia Divina, que hasta ahora no deja de sorprendernos, Él es quien se ocupa directamente de sus pobres. Sólo la mano poderosa de Dios puede sostener una obra que hoy por hoy, favorece a miles de personas día a día.
Tras solventar el problema del hambre, distinguimos otras necesidades acuciantes: de salud, primeros auxilios, problemas de desnutrición en niños y madres embarazadas, familias enteras deambulando en las calles, niños en situación de riesgo o de maltrato, carencia de medicinas, niños en deserción escolar…
Los destinatarios de PRODIGAR son personas en situación de pobreza crítica, desde los 0 años hasta adultos mayores. Varían en sus condiciones de salud y niveles de formación. Hay discapacitados, sin techo (familias enteras que viven en la calle), madres jóvenes y solas (tras un embarazo precoz), niños abandonados (huérfanos, desprotegidos, maltratados o en situación de riesgo), pacientes de enfermedades mentales, renales, epilépticos, hipertensos…
La respuesta de la Congregación al clamor de los más pobres durante este cambio de época es PRODIGAR, que mantiene vivo el legado de la fundadora y recrea nuestro carisma, asumiendo los retos y desafíos de una vida consagrada en salida, fiel, dispuesta y radical.
Tratar de dar cifras es difícil. Atendemos aproximadamente a 1.900 personas cada día y a todos daremos comida mientras la Divina Providencia nos siga asistiendo. Muchas de estas personas han perdido incluso el interés por la vida y con nosotras no sólo encuentran un plato de comida o una oración, sino un lugar de pertenencia, una comunidad para caminar juntos, incluso una despedida de este mundo, sí, pero en gracia y plenitud.
Actualmente existen fundaciones, instituciones y bienhechores aliados a nuestro PRODIGAR que nos entregan recursos monetarios, alimentos e insumos, tratamientos sanitarios y equipos interdisciplinares para apoyar esta tarea.