Las Misioneras Agustinas Recoletas (MAR) surgieron en una misión denominada “ad gentes”, donde era necesario el anuncio primero del Evangelio, y a lo largo de su historia han ejercido fundamentalmente su labor pastoral eclesial en misiones de “frontera”, compartiendo su trabajo y misión con los Agustinos Recoletos. Escuchamos lo que dice la hermana Nieves Mary Castro Pertíñez.

¿Qué ministerios de “frontera” atienden actualmente?

En Morón, Cuba: estamos en parroquia. Carecemos de todo como la gente, aunque gracias a Dios a las residentes en este país no les falta -fruto de la Providencia- ni el cuidado de la Diócesis ni la atención a las hermanas por parte de la Congregación. Además un proyecto de ARCORES ayuda al comedor parroquial, sobre todo ahora, ofreciendo bolsas de comida, dada la necesidad más aguda con motivo de la pandemia. Estamos muy limitadas por falta de recursos, gasolina, comida, medicinas, pues hay un vasto campo de comunidades que atender, pero nuestra sola presencia ya es testimonio para la gente, que nos dice, “cuando todos se quieren ir, ustedes permanecen”.

En Lábrea (Amazonas, Brasil): compartimos misión con la Prelatura en las tareas parroquiales, en las educativas y en las “desobrigas” cada tres meses por las curvas del Purús, en barco; unas veces solas, otras acompañadas, pero en misión por las comunidades.

En Atapirire (Anzoátegui, Venezuela): atendemos una vicaría parroquial, carente de sacerdote y está a nuestro cargo. Totalmente apartada de la ciudad más próxima –El Tigre-, las hermanas carecen de todo en el pueblo, pero consiguen, si tienen gasolina, que está muy escasa y a cuentagotas, ir a la ciudad, y comprar lo que permita abastecer a otras familias. Se atienden además los pueblos de Múcura y Boca del Pao, casi a orillas del Orinoco, cuando se cuenta con el recurso de la gasolina. Hay un proyecto con ARCORES para necesitados y niños en la escuela. Es una población totalmente abandonada de gobierno. Monseñor José Manuel Romero Barrios, a partir de ser nombrado obispo de El Tigre, vela por las hermanas y está muy atento a sus necesidades.

En Kweiteh -Shangqiu- (Henan) China: estamos en parroquias. A pesar de tantas dificultades y medidas opresivas del gobierno, la comunidad MAR está más fortalecida. Este año pasado que no pudieron salir a las parroquias pudieron acrecentar más su formación y vivencia comunitaria y carismática. Es una bendición contar con esa comunidad y que las hermanas estén unidas.

En Cochabamba (Chota, Perú): actuamos en una parroquia. Cabe decir que estamos en la Sierra y, por tanto, una comunidad aislada que está inserta en el mundo campesino, pobre, humilde y muy necesitado de acompañamiento humano y espiritual.

En Guamote (Chimborazo, Ecuador) estamos en parroquia, con comunidades indígenas que atender y compartiendo con los jesuitas un proyecto dirigido a jóvenes de alto riesgo.

En general, nuestras comunidades de misión y educación están ubicadas en zonas pobres, con grandes problemáticas y poblaciones estudiantiles heterogéneas con muchas dificultades. Casi todos nuestros colegios tienen proyecto con ARCORES, por diferentes necesidades que atender. De igual forma, en varias de nuestras comunidades MAR tenemos proyecto para ayudar a diferentes niños que necesitan esta colaboración.

¿Cuál es la situación vocacional de las MAR?

Lo primero de todo necesitamos renovarnos personal, comunitaria y congregacionalmente, volviendo a las fuentes, desde lo que somos, lo que tenemos, desde nuestra pobreza, pero con la riqueza de un carisma; involucrando a toda la Congregación en este proceso de dar testimonio y anunciar a Cristo entre los jóvenes; creando conciencia de cultura vocacional: el cuidado de nuestra propia vocación y sobre todo cómo ayudar a cada persona, cada niño, cada joven, y también a cada adulto, a descubrir el querer de Dios en su vida, ubicándose en el mundo con sentido y para los demás, desde la vocación cristiana.

¿Qué trabajos concretos se desarrollan en el ámbito de la pastoral juvenil?

En el colegio de Maracaibo está implantado el movimiento JAR (Juventudes Agustino-Recoletas). Nuestra inserción está más en parroquias y, por tanto, tenemos que asumir la pastoral juvenil propia de cada comunidad cristiana en la que estamos; sin embargo, no quita que tengamos un proyecto de pastoral juvenil-vocacional donde caben todos los rasgos del carisma. Hemos de adaptarnos a las diferentes realidades en las que nos encontramos que son variadas.

¿Qué relación hay entre las MAR y la Provincia de San Nicolás de Tolentino?

Me imagino que la propia dentro del compartir fraterno y apostólico de nuestras obras y presencias allí donde ha estado y sigue estando la Provincia y la Congregación. Las Mar han encontrado siempre en la Orden -en cualquier Provincia de la misma-, a unos verdaderos hermanos que desde el origen han estado acompañándonos. Prueba de ello fue la fundación que se realizó con monseñor Ochoa, de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, que está celebrando su IV Centenario.

¿Qué frutos destacarías de este contacto más directo?

La verdad es que no tengo mucho conocimiento sobre esta realidad para responder, pero, amparada en alguna información solicitada, cabe decir que siempre hubo buena relación con los frailes tanto en Lodosa, como en Valladolid.

De Valladolid, una hermana me dice que siempre oyó buenos comentarios de la relación de las hermanas con los frailes, relaciones de cercanía y fraternidad. Me comenta esta hermana que sor María Luisa Moreno cuidó en Valladolid a varios frailes mayores, enfermos; parece que uno de ellos fue monseñor Arturo Quintanilla, que sustituyó a monseñor Ochoa como obispo en Kweiteh.

Consta que varios frailes que están o estuvieron en misiones iban a visitar y visitan a las hermanas de Monteagudo que habían sido como “sus madres” cuando eran pequeños.

Muchas de nuestras fundaciones se han realizado al amparo de la Provincia de San Nicolás:

  • sobre China, una hermana me escribe y me comenta que: “si el General de esos años 80 no hubiera sido fray Javier Pipaón, de la Provincia de San Nicolás, es muy probable que nosotras no tuviéramos nada en China. Él conocía nuestro arraigo afectivo con China, aunque no había nada jurídico que nos diera derechos, puesto que cuando se separaron las casas de España, Colombia y Brasil para ser una nueva Congregación, la comunidad de China pertenecía a las Augustinian Recollect Sisters de Filipinas. Fue él quien logró que Roma incluyera en la Congregación las vocaciones que iban naciendo”.
  • Respecto a nuestra presencia en México: Los religiosos agustinos recoletos residentes en este país donde llevaban años pidiendo que fuéramos, para tener allí “la familia completa”; habían comprado una casa que tuvieron que dar a otras y luego compraron y arreglaron para nosotras la actual de Querétaro. Ellos fueron nuestros garantes jurídicos muchos años. Compartimos también los trabajos en el CARDI, etc., y han sido muy buenas las relaciones.
  • En Taiwán, fray Manuel Piérola dejó libre su casa para que la ocupáramos y él vivió durante varios años en el despacho parroquial… También eran nuestros representantes legales.
  • En Lábrea hemos compartido con los frailes muchas fatigas durante decenios; participamos también durante unos años en el proyecto socioeducativo Lar Santa Mónica, en Fortaleza (Ceará, Brasil).
  • Y termino haciendo una especia mención del acompañamiento recibido en Monteagudo (Navarra) desde los orígenes de la fundación hasta nuestros días, lo cual no tiene precio.

En momentos de dificultad, ¿han encontrado apoyo y ayuda en esta Provincia?

Yo creo que sí, porque siempre ha habido una relación de hermanos y eso lleva a poder contar con ellos ante ciertas dificultades y/o necesidades que nunca faltan.

¿Alguna reflexión ante el IV Centenario de la Provincia de San Nicolás de Tolentino?

A las MAR, diría a mis hermanas que estamos viviendo tiempos difíciles, tiempos de crisis y reducción, pero tiempo de kairós para volver a las fuentes. Fueron tres mujeres y monseñor Ochoa quienes se atrevieron a cruzar los mares para ir a misión Ad Gentes; esto no lo podemos perder de vista.

En estos momentos históricos tenemos que agudizar el oído y la vista para responder al Señor, al hombre de este tiempo, a la Iglesia desde nuestra realidad, desde nuestra pequeñez y pobreza, pero arraigadas en el carisma, apasionas por Jesús, por su Reino, difundiendo el amor vivido en comunidad y partiendo de un corazón que discierne cada día el querer de Dios.

Todo esto supone, claro está, una nota distintiva desde el origen, es decir, una gran disponibilidad al cambio, para adaptarnos a las nuevas realidades, a los nuevos llamados que nos hace la Iglesia, desde nuestras posibilidades; desapegándonos de la fuerza que impone la tradición o todo aquello que nos da seguridad frente a nuestros miedos y retaguardias.

A la Provincia de San Nicolás de Tolentino le diría que siempre demos gracias a Dios por el don recibido; y agradecer a cada miembro de la Provincia que ha vivido su vocación en el tramo de estos 400 años, que es, a su vez, agradecer a la Orden, por su donación. Nosotros no somos nada sin la gracia de Dios. Nuestra historia siempre será historia de gracia y de pecado, de hombres santos y pecadores.

Sin personas ni acontecimientos no se hace historia, sin evangelio no hay evangelizadores y sin evangelizadores no se expande la Iglesia. Sin seguimiento radical a Cristo, no se sostienen las obras, aunque se invierta mucho. La obra de Dios es que creamos en Él. Entonces, hay que seguir con la antorcha de la fidelidad, pero siempre humildes, unidos y en comunión con la Orden y la Iglesia.