El obispo agustino recoleto de Lábrea, Santiago Sánchez, acompañado por el delegado de la Provincia de San Nicolás de Tolentino en Brasil, Juan Cruz Vicario, y por el miembro de la comunidad recoleta de Lábrea, Miguel Ángel Peralta, ha podido realizar la visita pastoral a las parroquias situadas río Purús abajo de Lábrea, cancelada en repetidas ocasiones por la pandemia.
La pandemia nos mantenía aislados en la sede de la Prelatura de Lábrea desde 2019. Aprovechando una liberación parcial de las restricciones a la movilidad en enero de 2020, hice una visita a Pauiní, a la Parroquia San Agustín, situada al sur de Lábrea y aguas arriba del Purús. Pero no fue posible realizarla al resto de la Prelatura, a las parroquias situadas al norte, aguas abajo del Purús hacia su desembocadura en el Solimões-Amazonas, pues en seguida volvieron las restricciones.
Mi plan de visitar las Parroquias dos veces al año no era realizable. Así que, durante este tiempo, leyendo la exhortación Querida Amazonia del Papa Francisco, alimenté su invitación a soñar… Y soñaba con la visita a todas las parroquias, y poco a poco ese sueño tomó forma hasta hacerse realidad…
El padre Éder Carvalho, párroco de la nueva Parroquia de San Sebastián y San Francisco, fundada en febrero de 2020, con sedes en Belo Monte (Canutama) y Foz de Tapauá (Lábrea), daba inicio a un proyecto parecido a los Centros Esperanza, llamado Proyecto Gabriela, y quería hacerlo el día de San José. El proyecto está llevado por las religiosas Josefinas residentes en Belo Monte.
Alrededor de ese eje se tejió el viaje: si tenía que ir a Belo Monte podía visitar la Parroquia de San Juan Bautista de Canutama, y también posteriormente a la otra sede de la Parroquia de San Sebastián y San Francisco, Foz de Tapauá.
Comentando con las Misioneras Agustinas Recoletas sobre el viaje y las necesidades de gestionar la logística, surgió que podríamos hacer el viaje con el barco Regnum tuum de la Parroquia de Lábrea.
Ellas forman parte de la llamada Pastoral das Curvas, la pastoral con los ribereños y las comunidades rurales lejos de los centros urbanos. Si íbamos en el barco parroquial, la presencia de las MAR sería muy positiva, así que las invité a acompañarme y así podríamos visitar también la Parroquia de Santa Rita de Tapauá. El mapa norte de la Prelatura de Lábrea quedaría cubierto al completo.
Sabiendo esto, fray Miguel Ángel Peralta, agustino recoleto de la comunidad de Lábrea y buen conocedor del río, sus afluentes y comunidades, se presta para compartir el sueño de este viaje pastoral. ¡Ya tenemos el plan de viaje y el equipo misionero!
El agustino recoleto Juan Cruz Vicario, delegado de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos en Brasil, estaba esos días en la comunidad de Lábrea en la visita fraterna a la comunidad. También es un buen conocedor de toda la ruta norte del Purús, que nos llevaría de Lábrea a Canutama, Belo Monte, Foz de Tapauá y Tapauá.
Él tenía que volver a Manaos, y esa es la misma ruta que siguen los barcos con destino a la capital amazonense. Se apuntó a la visita pastoral, que a su vez le serviría para regresar después a su comunidad de residencia.
Salimos el día 29 de abril. Los agustinos recoletos Luis Amílcar Reyes e Ivanderlei Ribeiro, de la comunidad de Lábrea, estuvieron presentes en la oración de envío en el barco Regnum Tuum. A las 6 de la mañana, con los primeros rayos del sol, iniciamos el viaje pastoral con comandante Abinaid a los mandos del barco y su hijo Alex como ayudante.
Paramos 24 horas en Canutama, donde aprovechamos para resolver asuntos burocráticos.
Continuamos viaje río abajo y por la tarde del viernes 30 de abril fuimos recibidos con música y banderas en Belo Monte, co-sede de la Parroquia de San Sebastián y San Francisco.
El padre Éder Carvalho, las hermanas Josefinas Claudia, Ana y Merinalva, el coordinador laico de la comunidad de base local y un buen grupo de fieles nos dieron la bienvenida. Siguió una Eucaristía donde nos dieron la palabra a los cinco miembros del equipo misionero de la visita pastoral.
El día 1, fiesta de san José Obrero, en el Año Josefino, a las 8.00 de la mañana, y dentro de una muy solemne Eucaristía, fue también presentado el proyecto socio-educativo con la bendición de las beneficiarias. El proyecto inicia tímidamente con 11 niñas, representantes de la población más vulnerable.
Estaban presentes en un lugar especial las familias de las once beneficiarias y el equipo del proyecto social. Todo fue muy sencillo para no congregar muchas personas. También se visitó el local donde se desarrollarán las tareas educativas.
El resto del día lo pasamos con las tareas propias de una visita pastoral del obispo: encuentro con el párroco, con la comunidad religiosa de las Josefinas, Claudia y Ana, con el Consejo de pastoral parroquial, visitas a enfermos, encaminar y resolver asuntos burocráticos…
Fuimos a dormir al barco Regnum Tuum, porque la previsión era que a las 4 de la madrugada el barco se pondría en marcha aguas abajo desde Belo Monte hacia la Foz de Tapauá.
Era el domingo 2 de mayo y sobre las 10.00 de la mañana llegamos a la comunidad de Cassiã. Ahora éramos una comitiva de dos barcos, el Regnum Tuum y el barco de la Parroquia de San Sebastián y San Pedro.
Celebramos la Eucaristía en la capilla, dedicada al Divino Espíritu Santo, y estuvimos reunidos con toda la comunidad de base local en animada conversación y en una comida popular; la comunidad está conformada con casas flotantes que cuando las aguas lo permiten por estar altas (el periodo de inundaciones) están a la orilla de un lago; conforme las aguas van bajando en la estación seca, trasladan las casas al Purús.
Después de comer, salimos hacia la Foz de Tapauá. Fuimos recibidos por todo lo alto, con cohetes, música y una canoa ondeando las banderas parroquiales. Esta comunidad tiene la característica de inundarse por completo en el periodo de aguas altas, que es el que nos encontramos.
Parece una pequeña Venecia de madera y para desplazarse por sus calles en este tiempo se necesitan canoas; entre las casas hay tablas que hacen de puente. Solo cuando las aguas bajen volverá a haber calles y se podrá ir a pie de un sitio a otro. Por eso todas las casas están sobreelevadas con grandes troncos, en forma de palafitas; cuando el río sube demasiado, hay que poner nuevos suelos a una altura mayor: se convierten en casas que suben o bajan según las necesidades y el nivel de la inundación.
Fuimos primero a la capilla de la comunidad, donde nos esperaba todo el pueblo católico. Todos los miembros del equipo misionero de la visita episcopal fue de nuevo presentado. Durante la misa dominical recibió la Confirmación Celiana, una adulta que había completado así todo el proceso de iniciación a la vida cristiana.
Siguieron las actividades habituales de una visita pastoral: el encuentro y diálogo con el párroco, padre Éder y el equipo de las religiosas josefinas Merinalva y Doriña, que trabajan en la Parroquia; la visita a la escuela y al parvulario; encuentros privados con algunas personas que lo habían solicitado…
Por la tarde visitamos la comunidad vecina de Camaruã, donde visitamos además las obras que están haciendo allí. Celebramos la Eucaristía y luego mantuvimos una reunión con los pocos católicos que viven en esta comunidad.
El día 4 de mayo, después de desayunar, nos despedimos del equipo de gestión de la Parroquia de San Sebastián y San Francisco y de las personas que acudieron a darnos su “hasta luego”. El Equipo de la visita pastoral seguía aguas abajo hacia Tapauá.
Al salir de la Foz de Tapauá iniciábamos un trayecto largo río Purús abajo con tiempo para contemplación, el diálogo y el trabajo en el barco. El municipio de Tapauá, al que habíamos accedido por el sur, tiene una extensión parecida a la de Portugal (casi 90.000 kilómetros cuadrados) y el barco tiene un navegar tranquilo; al ir aguas abajo es algo más rápido, y al estar casi todo inundado hay atajos que cortan entre las curvas del Purús, pero la velocidad nunca supera los 40 kilómetros por hora.
Paramos en la comunidad —también inundada— de Tacacá y compartimos un rato con la única familia presente en ese momento y un indígena. Cuando las aguas están altas, muchos de los habitantes del Purús se adentran hasta donde las aguas les dejan en canoas, buscando las tierras altas, las que nunca se inundan, para proseguir actividades como la caza, la pesca y la recolección propia del extractivismo de la selva. Cuando las aguas bajen volverán a las orillas del río principal.
Paramos luego en la comunidad de San Salvador donde celebramos una Misa familiar en la que un taburete fue el altar. Es un gozo después aprovechar los momentos que nos brindan las gentes más sencillas de la Prelatura, que se desviven por atender al visitante y le brindan todo lo que tienen, un café y una conversación.









