David Enrique Conejo Ramírez recibió el sacramento del orden diaconal en la iglesia del colegio internacional San Ildefonso de Roma el día 12 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, cuya imagen -la más antigua de Roma- se venera en este templo y, al ser su fiesta, adornada pulcramente con fragantes rosas.
La iglesia bien iluminada y bellamente adornada acogió la celebración presidida por monseñor Francesco Canalini, miembro emérito del cuerpo diplomático de la Santa sede. El aforo estuvo limitado a una veintena de personas, entre las que estaban las dos comunidades de agustinos recoletos de Roma, algunos sacerdotes latinoamericanos del Instituto Patrístico Agustiniano, donde cursa sus estudios fray David Conejo, y las religiosas Hermanas del Cardenal Sancha, residentes en la Curia General de la Orden de Agustinos Recoletos.
De la armonización musical y los cantos -en español e italiano- se encargó el agustino recoleto fray José Ramón Pérez.
El prior general de la Orden, Miguel Miró Miró, presentó al candidato al obispo ordenante, Francesco Canalini, que en su homilía puso de relieve la importancia de la Virgen María como modelo de servicio. Comenzó con unas palabras en español -fue Nuncio en Ecuador- como gesto de cortesía hacia los hispanohablantes que seguían la ceremonia en directo por el canal de YouTube de la Orden.
Después, en italiano, dirigió unas hermosas palabras sobre el seguimiento de Cristo y la vocación, sirviéndose como hilo conductor de textos del canto “Pescador de hombres”, de Cesáreo Gabarain: “No has mirado ni a sabios ni a ricos; …Me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre, en la arena he dejado mi barca, junto a ti buscaré otro mar”, relacionando cada frase con un aspecto del discipulado que todos los cristianos están llamados a vivir, en especial el nuevo diácono.
De forma pausada se sucedieron los ritos propios de la ordenación diaconal: interrogatorio, letanías, imposición de manos y plegaria consagratoria.
Fray Ken James, agustino recoleto, connovicio del ordenando, fue el diácono asistente y el encargado de revestir al nuevo diácono.
Finalizada la liturgia eucarística en que el diácono ejerció por primera vez su ministerio, se dirigió al ambón para expresar unas palabras de agradecimiento en italiano y en español.
Acto seguido se cantó la Salve y el Ioseph previa procesión hacia su altar. La ceremonia terminó con el canto tradicional a la Virgen, “La Guadalupana”, las palabras de agradecimiento del prior de la comunidad, Javier Monroy, y con la bendición final.
Al finalizar se compartió un ágape fraterno, respetando siempre las medidas sanitarias anti-COVID-19.

















