
En febrero de 1945 quedaba aplastada bajo el peso de las bombas, tras 337 años de historia, la casa madre de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de los Agustinos Recoletos. Este es un homenaje y tributo de gratitud a quienes construyeron esta emocionante historia comunitaria, dentro de las celebraciones del IV Centenario (1621-2021) de esta Provincia religiosa.
Muchas y muy importantes tuvieron que ser las decisiones que tomaran en esta casa los priores provinciales a lo largo de tres siglos, acompañados en esa reflexión por su Consejo. Pero la reunión que tuvo lugar el 19 de agosto de 1898 se producía en una situación verdaderamente dramática, única en toda la historia de la Provincia y de la Orden.
La revuelta filipina contra España había estallado dos años antes, y los revolucionarios venían dando caza a los españoles, frailes incluidos, por todo el Archipiélago. No pocos religiosos pierden la vida en esta persecución: 34 son agustinos recoletos, la Orden más castigada, pues representan 2/3 del total de los misioneros asesinados. Otros 85 son apresados y hechos cautivos.
Los religiosos que han conseguido escapar lo han hecho a la desbandada: hacia países vecinos o incluso hacia España; y muchos han conseguido ampararse en Manila. Los dos conventos recoletos de la capital, San Nicolás Intramuros y San Sebastián, están atestados.
En estas circunstancias terribles y extremas, el prior provincial, Francisco Ayarra, reúne a sus consejeros para estudiar posibles salidas. Desde Roma, el procurador de la Orden ante la Santa Sede, fray Enrique Pérez, sigue con angustia el curso de los acontecimientos. Abre contacto con obispos latinoamericanos, sobre todo de Brasil y Venezuela, buscando campos de acción para los misioneros confinados en unas pocas casas en Filipinas y España.
Cuando obtiene los permisos necesarios de diversos lugares dispuestos a acoger a los recoletos, manda aviso urgente a sus hermanos indicándoles esa posibilidad. En principio, era un mensaje condenado al fracaso, al estar bloqueada Manila por la marina de Estados Unidos, que pocos meses antes, el 1 de mayo, había hundido a la flota española en la batalla de Cavite.
A pesar de todo, el mensaje llegó, y llegó en el momento más oportuno. Ese día, el Consejo Provincial reunido en Intramuros decide dar el salto a América. En cuanto concluye la reunión, el propio prior provincial se desplaza hasta el otro convento manileño, el de San Sebastián, y le comenta todo al prior, Patricio Adell.
Este se ofrece de inmediato para encabezar la primera misión, que a mediados de octubre ya hace escala en San Francisco camino de Panamá. Tras él, el segundo grupo embarca en Hong Kong el 24 de febrero de 1899.
A mediados de este año, ya andaban por Panamá, Venezuela y Brasil más de 40 agustinos recoletos. Desde ese momento el horizonte misionero agustino recoleto cambiará su centro de gravedad. En ese nuevo y amplio campo de trabajo misionero que va desde Estados Unidos hasta Argentina, hoy se afanan más de la mitad de los religiosos agustinos recoletos.
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