Antiguo convento de San Nicolás de Tolentino de Intramuros de los Agustinos Recoletos en Manila, Filipinas.

En febrero de 1945 quedaba aplastada bajo el peso de las bombas, tras 337 años de historia, la casa madre de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de los Agustinos Recoletos. Este es un homenaje y tributo de gratitud a quienes construyeron esta emocionante historia comunitaria, dentro de las celebraciones del IV Centenario (1621-2021) de esta Provincia religiosa.

En cuanto llegan a su primera misión, los Agustinos Recoletos se instalaron en Manila: primero, fuera de las murallas, en un convento ya dedicado a san Nicolás de Tolentino, el santo que desde el primer momento había presidido su aventura.

Enseguida serán invitados a fundar en la ciudad propiamente tal, dentro de las murallas, “intramuros”. Se asientan allí en 1608 y once años más tarde, en 1619, el entonces superior Rodrigo de San Miguel concluye la construcción de iglesia y convento, “una de las mejores obras de aquella ciudad”, comentará él con orgullo.

Este nuevo convento de San Nicolás Intramuros, construido a base de limosnas de los fieles, es la sede desde donde se gobierna la actividad pastoral que los Recoletos ejercen por todo el Archipiélago.

Actúan los Recoletos de igual manera que las otras Órdenes, que también tienen en el barrio de Intramuros su sede central. Todas estas casas, junto con la catedral y las demás construcciones que se añaden con el paso de los años, se apiñan en las 50 hectáreas escasas que configuran la Manila colonial.

Ciertamente, el convento e iglesia de Intramuros no siempre fueron las estructuras imponentes que admiramos en las fotografías de los siglos XIX y XX. En sitios como Filipinas, pocos edificios han resistido la furia de los huracanes y los embates de terremotos y volcanes.

La catedral de Manila ha tenido que ser reconstruida ocho veces. La actual iglesia de San Agustín, en la misma ciudad, es el tercer edificio que ocupa el mismo solar. La estructura de acero de San Sebastián que admiramos allí hoy día reemplaza a cuatro templos anteriores.

El complejo de iglesia y convento de San Nicolás que conocemos, en fin, es la cuarta edificación de una accidentada historia: la del edificio y también la de la comunidad, cuya economía se derrumba junto con los muros de su vivienda, hasta el punto de verse obligados los frailes a mendigar por las calles, en algún momento.

Estaba ubicado en la zona Sur de la ciudad murada, al lado contrario del Fuerte Santiago, que controla la desembocadura del río Pásig. Su parte trasera daba a la muralla, junto al revellín de Recoletos y el baluarte de San Andrés, que antaño se llamó de San Nicolás. Desde allí se gozaba de vistas sobre el parque de la Luneta y los distritos de Ermita y Malate.

La espléndida fachada de su iglesia y la plaza majestuosa que le daba desahogo formaban el ángulo de las calles Cabildo y Recoletos. Hoy ocupa su solar uno de los diarios más prestigiosos del país, el Manila Bulletin.

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