Las festividades de santa Mónica y san Agustín (27 y 28 de agosto) han permitido traer un poco de alegría y novedad en la vida del Hogar Santa Mónica, centro socioeducativo de los Agustinos Recoletos en Fortaleza (Ceará, Brasil) que en los últimos meses ha estado en aislamiento social en prevención de la salud frente a la pandemia.
Para las festividades de santa Mónica (27 de agosto) y san Agustín (28 de agosto), después de muchas semanas de confinamiento, las puertas del Hogar Santa Mónica se abrieron para una celebración más del aniversario del propio centro de acogida en el Condominio Espiritual Uirapurú (ya son 11 años), la fiesta de la patrona de la institución (santa Mónica, madre de san Agustín) y, al día siguiente, la fiesta de su hijo, san Agustín, fundador espiritual de los Agustinos Recoletos, la Orden religiosa que dirige el Hogar.
Cada una de las partes del Hogar Santa Mónica (casas, oficina, centro cultural, cocina, espacio de eventos) quedó adornada con los colores rosa y blanco, que forman parte de la imagen social de la institución. Se prepararon las mejores galas, la mejor comida y las beneficiarias se vistieron con sus mejores ropas: era un día grande, aniversario de la casa, momento lleno de alegría y unión.
Dentro de la capilla estaba todo preparado y la gran familia del Hogar participó con mucha atención. El agustino recoleto José García, director del Hogar, comenzó la homilía con un “Escucha” que convocó a las pequeñas para que prestasen toda la atención. Sus palabras fueron una catequesis sobre cómo cambiar las cosas en la vida de uno mismo y en la de los demás mediante el amor de Dios Padre, tal como hicieron Agustín y Mónica.
Hubo una buena comida, música, risas, palmas y juegos; la fiesta de santa Mónica y del 11º aniversario del Hogar animaron a la gran familia de esta institución, que durante el año 2020 ha vivido momentos inesperados y situaciones de tristeza y dificultad como el resto de la sociedad ante la pandemia y la necesidad de aislamiento.
Cada día en el Hogar Santa Mónica hay tiempos marcados para el juego y el necesario ocio, actividades absolutamente esenciales en la educación y en la convivencia de quienes viven en la institución. Pero en el día de san Agustín, 28 de agosto, hasta esas actividades más habituales dejaron paso a un día para la reflexión, para la evaluación, para el examen de la convivencia y de las actitudes personales.
Junto con las voluntarias las beneficiarias expresaron sus emociones y llevaron a cabo una actividad muy agustiniana, lógicamente acomodada a su edad: entrar dentro de ellas mismas para descubrir qué quieren cambiar, qué quieren fortalecer, qué es lo que más les gusta en su vida y qué no les gusta y puede ser cambiado.
Esta forma de honrar a san Agustín en el mismo día de su celebración litúrgica permitió conocer también mejor la vida del santo, sus ideas sobre conversión, amistad, vida común y descubrimiento personal de lo que nos lleva a una vida feliz a través de la comunidad.








