El obispo de la Prelatura de Lábrea, Amazonas, Brasil, participante en el sínodo sobre la Amazonia, expresa francamente sus ideas y valoración de los puntos más sugerentes de la Exhortación Apostólica “Querida Amazonia” y de la aplicación de las líneas marcadas en este documento a la Prelatura a la que sirve.
“El domingo 5 de junio -2016- el arzobispo de Manaos (Amazonas, Brasil), Sergio Eduardo Castriani, confirió el grado del episcopado al agustino recoleto Santiago Sánchez en la catedral de la Inmaculada Concepción de la capital amazonense. Desde ahora, Santiago servirá al pueblo de Dios de la Prelatura de Lábrea. Es el cuarto agustino recoleto ordenado obispo para este servicio desde 1925”, así lo contaba al día siguiente la página www.agustinosrecoletos.org. Monseñor Santiago tomó posesión de la Prelatura el domingo día 19 de junio. Hacemos memoria de este evento en su cuarto aniversario y con él conversamos sobre el desafiante documento “Querida Amazonia”, que la pandemia del coronavirus parece haber relegado en el olvido en los medios de comunicación, no así en la Iglesia y menos en la Amazonia.
El 2 de febrero del año en curso el papa Francisco publicó la Exhortación Apostólica postsinodal “Querida Amazonia” (QA). ¿Qué valoración le merece este documento papal? ¿Responde y recoge las inquietudes manifestadas en el aula sinodal y recogidas en el Documento Final?
Mi valoración personal es positiva. La Exhortación responde a las inquietudes del Sínodo. En su pequeño discurso final ya nos habló el Papa que muchos solo se van a fijar en los “detalles” del documento, si se aprueba este punto o no, si se abre mano a los “viri probati”, diaconado de la mujer… y eso son “cositas”, así habló él, y el Documento Final y la posterior Exhortación son mucho más amplias, son para reflejar la situación de la Iglesia, los desafíos, inquietudes, propuestas para el futuro, interpelaciones… Todo eso está en el Documento Final y todo eso está en la Exhortación. Creo que el Papa ha reflejado muy bien los “gozos y esperanzas” de la Iglesia en este momento, los sueños, así califica él, que han de realizarse.
El Papa afirma en el número 2 de QA: “No desarrollaré aquí todas las cuestiones abundantemente expuestas en el Documento Final. No pretendo reemplazarlo ni repetirlo. Solo deseo aportar un breve marco de reflexión (…)”. ¿Cómo hay que interpretar estas palabras? ¿Que tiene el mismo valor y alcance práctico el Documento conclusivo que la QA?
Al finalizar el Sínodo y ser aprobados todos los puntos del Documento Conclusivo por mayoría absoluta, el Papa dijo que estaba aprobado y podía publicarse. No podía estar en contra del Sínodo, y prometió publicar la Exhortación lo más pronto posible. Llevar a cabo el Documento Final requiere prudencia y tiempo, y el Papa puede pensar que no estamos preparados aún. Ciertamente no tiene el mismo valor una Exhortación que un documento final de sínodo, pero no le quitó su valor el Papa; y contando con su aprobación, pueden llevarse a cabo los puntos del Documento Final de forma particular.
En QA el papa Francisco expresa sus profundos deseos y reflexiones en cuatro capítulos que denomina sueños: sueño social, sueño cultural, sueño ecológico y sueño eclesial. ¿Qué elementos del llamado “sueño eclesial” resultan de mayor incidencia práctica en el Prelatura de Lábrea de la que usted es obispo?
El sueño eclesial es el capítulo más extenso de la Exhortación porque en el sueño eclesial están incluidos los otros, y ese es el desafío mayor para nosotros. Desde las indicaciones de Medellín (1968) hasta este sínodo en 2019, no terminamos de darle forma a la “Iglesia con rostro amazónico”. Como dice el número 61 de la Exhortación: “para hacer posible esa encarnación de la Iglesia y del Evangelio, debe resonar continuamente el gran anuncio misionero”. Para mí esa es la mayor incidencia: tomar conciencia de la misión para poder luego afrontar realmente las otras cuestiones.
En este sueño eclesial el Papa expresa con vigor la importancia inexcusable del anuncio del kerigma, a pesar de los múltiples problemas en la evangelización de los pueblos amazónicos. ¿Existen núcleos humanos o pueblos indios a los que aún no les ha llegado el anuncio de la salvación en Cristo Jesús? ¿Y en su Prelatura? ¿Qué pasos pueden darse?
Se ha trabajado, evangelizado y misionado mucho. Pienso que a veces nos quedamos en lo antropológico y social, y queda como que desvaído lo kerigmático. Como que queremos preservar la cultura indígena, defender sus derechos, promocionar estos pueblos… que está muy bien y tenemos que hacerlo (ya dije en la pregunta anterior que todos los sueños están en el sueño eclesial). Pero nos falta “culturizar” el kerigma. En nuestra Prelatura tenemos grupos indígenas aislados, otros bastante apartados, mientras que otros están más presentes en los núcleos urbanos y más afines a nuestra cultura actual. Y ahí existe un abanico muy variado de evangelización: a algunos no ha llegado, a otros muy vagamente y mezclado con sus tradiciones, a la mayoría sí ha llegado y se sigue trabajando en la misión.
El Papa pone de relieve otro elemento fundamental en la evangelización, la inculturación, que tiene unas implicaciones enormes, dada la diversidad de pueblos. ¿Cómo se está abordando este asunto en la CNBB o en el Regional o en la misma Prelatura?
El sueño cultural (capítulo II de la Exhortación), reflexiona sobre todo esto, y en el número 28 puntualiza el Papa lo que tenemos que entender por inculturación: “Cultivar sin desenraizar, hacer crecer sin disminuir su identidad, promover sin invadir”. No podemos marcar una línea única porque las culturas son tan variadas como el paisaje (n.32) y tenemos que superar la consideración de estos pueblos como salvajes o no civilizados (n.29). La CNBB tiene conciencia de esto e intenta llevar a cabo las determinaciones del Documento Final y pautas de la Exhortación (n.90): que la Misionología forme parte de las asignaturas de Teología en serio para preparar a los sacerdotes todos sobre esta realidad eclesial. En nuestro Regional Noroeste ya hace años que tenemos un curso para nuevos misioneros, del cual han participado bastantes de los últimos misioneros que han llegado a la Prelatura.
























