Lomas de Casa Blanca es un barrio pobre de la ciudad de Querétaro, México, cuya Parroquia del Divino Redentor -y sus tres capellanías- está atendida desde 1983 por los Agustinos Recoletos, que desde que llegaron percibieron las necesidades del barrio y fueron arbitrando fórmulas para dar respuesta a los problemas de orden social. El actual párroco Manuel Antonio Flores, junto con el equipo sacerdotal, ha puesto en juego toda su imaginación para poder responder a la situación de pobreza acrecentada por la pandemia del coronavirus.
La crisis sanitaria y económica causada por la COVID-19, que se ha cebado en tantos países, también lo ha hecho en México, especialmente en CDMX y de forma intensa en Querrétaro, en cuyo barrio de Lomas de Casa Blanca se encuentra la Parroquia del Divino Redentor, gestionada por los Agustinos Recoletos por cerca de cuarenta años.
A causa del confinamiento muchas familias se han quedado sin empleo y sin ingresos, por lo que la pandemia está siendo en esta Parroquia un especial azote para las pobres gentes del barrio que reciben periódicamente, aun en circunstancias ordinarias, su despensa u otras ayudas a través de la pastoral social parroquial.
La Parroquia, como tantas otras instituciones, ha tenido que cerrar sus puertas al público y ha evitado la presencia de los fieles en el templo, aunque la comunidad de frailes ha celebrado la Misa y orado por los enfermos, sanitarios y demás personal que están sosteniendo el funcionamiento de la sociedad. También ha atendido a los enfermos en algunos casos y celebrado la exequias por los difuntos. Esta situación de confinamiento ha afectado a todos los aspectos de la vida parroquial, pero los responsables de cada pastoral han procurado dar respuesta adecuada a la situación en que se han visto envueltos.
Actualmente la pastoral social parroquial la coordina Pedro Luis Ornad Miranda, agustino recoleto, y la hermana Karen Lissette Alvarado Aguilar, misionera agustina recoleta. Colaboran en el ministerio 50 misioneros de los ocho sectores parroquiales.
Acción social antes de la pandemia
Dejando de lado otros aspectos y ciñéndonos a la pastoral social, gracias a los misioneros que han colaborado en este ministerio, durante años se ha podido mantener una entrega de despensas que han oscilado entre 100 y 200 mensualmente. Además la Parroquia desde 1997 cuenta con un comedor social para personas mayores de escasos recursos, y durante estos veintitrés años -en la capilla del Señor de la Amistad- se han repartido entre 20 y 50 comidas calientes al día de lunes a viernes.
Este año 2020 la Parroquia comenzó entregando 102 despensas al mes a personas de bajos recursos y 28 comidas al día en el comedor, número este que disminuyó porque algunas personas encontraron trabajo.
Acción social durante la pandemia
Al llegar la pandemia surgió la preocupación entre entre los misioneros laicos colaboradores y las religiosas Misioneras Agustinas Recoletas -MAR-, que son las encargadas directamente del comedor, de qué se iba a hacer con los beneficiarios de las despensas y del comedor, porque la forma de obtener donativos en especie para las dos actividades es en las misas de de niños -que se han cancelado para evitar contagios-, cuando las familias donan frijol, arroz, aceite, azúcar, harina, y muchos otros artículos comestibles y de higiene, con los que se forman las despensas que distribuye la pastoral social.
Otro medio de recaudación era con la actividad de los misioneros de pastoral social que por parejas salen todos los meses a tocar puertas, casa por casa, en su respectivo sub-sector territorial para pedir donativos en especie con el fin de recaudar artículos para las despensas mensuales y los alimentos que se cocinan en el comedor social. Pero también por la situación de la contingencia sanitaria ya no han podido salir a realizar este trabajo, dado que andar de casa en casa conlleva un gran riesgo y la mayor parte de ellos son personas vulnerables por su edad y sus enfermedades. La problemática estaba planteada.
Pero la Providencia Divina toco el corazón de algunos donantes para poder continuar sirviendo a los más pobres de la comunidad. Por medio de las misas y los programas de “El caminar de la Parroquia” que se transmiten por las redes sociales en internet de Facebook y YouTube, comenzó la Parroquia a solicitar donadores de alimentos no perecederos y artículos de higiene personal y limpieza. Respondieron al llamado muchas personas que llevan a la oficina parroquial lo poco que pueden, pero que a otras personas más necesitadas les alivia en su necesidad.
Por otra parte algunos donadores han llevado a la Parroquia insumos en cantidades considerables (frijol, arroz y azúcar por costales; aceite por cajas; papel higiénico, etc.). Algunos casos son verdaderamente llamativos: por ejemplo, en los primeros días del mes de abril llegó una señora con su automóvil lleno de artículos para las despensas y dijo que su mamá había visto la Misa por Facebook y escuchado la petición, y que había enviado la furgoneta. Otra donante por medio de su hijo ha llevado a la Parroquia gran cantidad de alimentos y artículos de limpieza e higiene personal todos los meses, y ya lleva cuatro entregas. El Centro de Espiritualidad Agustino-Recoleta -CEAR- del Aspirantado San Pío X, en Querétaro, ha colaborado también dos veces con la entrega de una camioneta llena de comestibles y artículos de limpieza para armar las despensas. Hasta del norteño estado de Chihuahua llegó una donación fuerte. Cáritas diocesana donó a la Divino Redentor 150 despensas ya embaladas. El Aspirantado San Pío X, por su parte, ha donado verduras frescas.
“Gracias a Dios y a la intercesión de la santísima Virgen de Guadalupe, comenta el párroco Manuel Antonio Flores, hemos podido seguir repartiendo las 100 despensas mensuales a nuestros beneficiarios que ya teníamos en listas durante los meses de marzo, abril, mayo y junio. Además, hemos entregado dos despensas al mes a los beneficiarios del comedor social que estaban comiendo todos los días hasta el 13 de marzo, fecha en que tuvimos que cerrarlo por precaución para los beneficiarios y las cocineras voluntarias. A las 19 personas que se encuentran en esta situación se les ha entregado dos despensas al mes elaboradas de una manera más personalizada, pues las MAR, coordinadas por la hermana Karen, se las preparan según el número de personas que componen la familia y tomando en cuenta las edades. Incluso, a dos de los ancianitos beneficiarios del comedor, como viven solos y no tiene estufa en sus habitaciones y por sus condiciones físicas no pueden ellos mismos cocinar, les están preparando los alimentos dos señoras vecinas voluntarias, también misioneras de la Parroquia que están en una pequeña comunidad, a las cuales les entregamos la despensa del ancianito. Con ellos llevamos tres meses y medio en este plan”.
La caridad no se ha limitado a las personas que habitualmente reciben atención alimenticia de la Parroquia, sino que esta, al haber conseguido proveerse de abundantes víveres y artículos de limpieza, ha podido entregar 100 despensas más a otras personas que lo han soicitado debido a la situación crítica en que han quedado a causa de la pandemina.
Para armar las despensas con lo recaudado y repartirlas, al principio se solicitó ayuda a los chicos de las JAR (Juventudes Agustino-Recoletas), que con mucho entusiasmo no solo participaron ayudando a empaquetar los artículos, meternos en las bolsas y dejar listas las despensas, sino que también ayudaron a llevarlas hasta las casas de los beneficiarios, porque la mayoría de ellos no podían acudir a los templos, que es normalmente el lugar donde los agentes de pastoral social las entregan a los beneficiarios. Pero al terminárseles las vacaciones de semana santa, tuvieron que regresar a sus estudios, y hubo que buscar otras formas de hacerles llegar las despensas a los necesitados.
La pastoral social de la Parroquia del Divino Redentor realiza también otras actividades como repartir cobertores, proveer de pañales para niños y adultos, y hasta rescatar ancianitos de lugares insalubres o prestar ayudas para cosas más específicas, como hacer entrega de láminas para la techumbre, de colchones… La caridad no tiene límites.























