Los Agustinos Recoletos de la Provincia de San Nicolás de Tolentino llevan ya varios lustros encargados de la Capellanía Latinoamericana en Londres, casa y refugio para multitud de emigrantes de los países de Latinoamérica, que encuentran un lugar donde mantener vivos los lazos culturales propios, una oferta variada para conservar y cultivar su fe, e, incluso, la posibilidad de involucrarse en la acción pastoral de la Capellanía.
Te invitamos a leer -y a disfrutar- el relato de Mariutxy Ospina Catavid, una joven colombiana emigrante en Londres con el resto de la familia siendo aún niña.
Hola, mi nombre es Mariutxy. Nací en Colombia y estoy viviendo en Londres desde hace 23 años. Llegué a Londres con mi madre, quien tomó la decisión de salir de Colombia y llevar con ella a mis tres hermanos y a mí. Al llegar a Londres todo era muy distinto: la lengua, la gente y nuestro estilo de vida; fue un gran cambio cultural, emocional y social. Ser emigrante nunca ha sido fácil y menos cuando no se habla el mismo idioma. En Londres el trabajo más común en los años noventa del siglo XX para los emigrantes que no hablaban inglés era el de limpieza, y así comenzó mi camino en lo laboral. Creo que el primer año es el más duro, porque el cambio de vida es muy grande y doloroso.
Durante los primeros meses siempre se busca sentirse en el propio país de origen, se busca la gente y las cosas que nos identifican con nuestra cultura. Esto a pesar de los años no cambia, pero se hace más fácil y llevadero. Con el tiempo nos dimos cuenta de que existía una iglesia cerca de nuestra casa, donde celebraban la Eucaristía en español y allí fue por primera vez donde conocí la labor pastoral de los Agustinos Recoletos en la Capellanía Latinoamericana. No asistía con frecuencia a la Eucaristía, pero cada vez que estaba allí me sentía en casa. Con el tiempo surgió la necesidad de que mi hermana menor hiciese su primera comunión, y fue la oportunidad para asistir con más frecuencia.
Durante ese tiempo entre el estudio de inglés y el trabajo no quedaba mucho tiempo, pero uno de los requisitos para mi hermana que se preparaba era asistir a la Eucaristía. Un domingo, después de la Eucaristía, preguntaron que si alguien estaba interesado en ayudar a los niños de primera comunión. Recuerdo ese aviso como si fuese ayer. Me miré con mi hermana gemela y nos acercamos a preguntar al párroco. Y desde ese verano de 1999 comenzamos a prepararnos para ser catequistas.
Como he mencionado anteriormente, llegué a Londres con mi familia. Mi madre para mí es una mujer de admirar, luchaba sola con 4 hijos, entre ellos mi hermana gemela y yo, que somos las mayores; y tengo un hermano y otra hermana menor. Como familia sabíamos que Londres es una ciudad llena de obstáculos y oportunidades, pero era importante superar los obstáculos y aprovechar la oportunidad de tener una educación; y así fue. Con el tiempo mi inglés mejoró y me fui preparando para cumplir mis metas. Vivir en una ciudad donde todo es tan costoso no es fácil y, mientras trabajaba limpiando casas y oficinas, me preparaba para ir a la universidad. El trabajo de limpieza no fue para siempre; cambié de trabajo y comencé a trabajar en un almacén de apuestas ya que mi habilidad para hablar inglés iba mejorando con el tiempo y las oportunidades eran más.
Durante el verano mi hermana y yo nos preparamos para servir en la Parroquia y en septiembre de 1999 empezamos a trabajar con las hermanas Margaret y Rose Mary que llevaban la catequesis de niños. En ese año vale mencionar que la Eucaristía se celebraba en St. Francis (Stockwell) y que no había otro lugar donde la comunidad pudiese estar junta. Allí conocí al padre Ángel San Eufrasio, que llevaba trabajando muchos años con los emigrantes de habla hispana. Un hombre con un carisma especial, que nos iba enseñando el amor al apostolado. Con los años surgió la oportunidad de celebrar la Eucaristía en St Anne’s, una iglesia más grande a cuyos cultos asistían muchas más personas.
Con el tiempo crecía mi fe y con ella el amor al servicio y la necesidad de saber más de Dios. Poco a poco fui conociendo más del carisma de los Agustinos Recoletos y, para ser sincera, es muy fácil de engancharse con su carisma y, con ello, querer dar más de ti. Después de muchos años colaborando en la Capellanía Latinoamérica, surgió la necesidad de tener un grupo de jóvenes, ya que, al terminar las catequesis de primera comunión o confirmación, los jóvenes no tenían más que hacer en la Parroquia. En 2015 empezó un grupo de catequistas con la ayuda de fray Gerardo Cortés a formar jóvenes y con ellos surgió la idea de crear un grupo JAR (Juventudes Agustino-Recoletas). Con JAR llevo trabajando desde finales del verano del 2015. Hoy en día tenemos más de 30 jóvenes entre los 8 y 20 años. No ha sido fácil, pero con el apoyo de los Agustinos Recoletos ha sido posible.
Actualmente participo más de las actividades de la capellanía; ya son parte de mi día a día. Antes de lo que está pasando con la COVID-19, mi semana normalmente era trabajar a tiempo completo en el departamento de Ingeniería en un colegio de formación post-secundaria.
Una noche por semana nos reunimos con el sacerdote, o uno de los frailes encargados, para discutir lo que vamos a hacer el domingo con los jóvenes de JAR. Los sábados salgo temprano de mi casa para la catequesis de niños de primera comunión y en las tardes, cuando hay, nos reunimos como CEAR para formación y programación. Los domingos también salgo temprano de casa para reunirme con los chicos JAR y de allí salimos todos para la Parroquia para celebrar y participar en la Eucaristía.
Al principio mencioné que estar en Londres hace sentir la necesidad de buscar y compartir con lo que te hace sentir en casa y que era difícil adaptarse a una nueva vida. Ahora podría decir que estoy en casa, que con los Agustinos Recoletos aprendí y comprendí que todo lo que buscaba está con el amor de Dios y que mi familia es tan grande como lo es la Iglesia. A todos aquellos que lleguen a Londres, mi consejo es que busquen a Dios; con Él encontrarán mucho más de lo que necesitan y una Iglesia que abre sus puertas para acompañarte en ese camino.




