En la presentación de la página web de la Asociación Comité Ipiranga se lee “Pensamos que no existe en la actualidad un desafío mayor para la comunidad internacional, que el de poner fin al sufrimiento humano que generan la enfermedad, la pobreza y la indiferencia”. Conversamos con la doctora Antonia López, creadora y presidenta de esta asociación, que actúa principalmente en el río Purús -afluente del Amazonas-, que cruza la Prelatura de Lábrea, Brasil, misionada por los Agustinos Recoletos.
Nuestra protagonista tiene el nombre de Antonia López González, pero refiere que “todos me conocen como Dra. Tony”. Es especialista en enfermedades tropicales con especificidad en la enfermedad de Hansen -lepra- y Jorge Lobo -hepatitis negra-; es presidenta de la Asociación Comité Ipiranga, coordinadora internacional de las Escuelas de Salud-Escuelas de vida y coordinadora sanitaria para la formación de agentes comunitarios de salud para la región Panamazónica ACI-ESADTE. Preguntamos a la doctora Tony.
¿Puede explicarnos qué es el Comité Ipiranga?
La Asociación Comité Ipiranga es una ONG que se fundó en los años noventa del siglo pasado con dos objetivos bien definidos: la formación del personal local en aquellas zonas del mundo donde no existan infraestructuras sanitarias regladas que aseguren una atención sanitaria a nivel preventivo y curativo continuada, y, en segundo lugar, la divulgación e investigación de las llamadas enfermedades tropicales olvidadas.
Su labor profesional la ejerce principalmente en Brasil, en concreto, en la cuenca del río Purús, donde está ubicada la población de Lábrea. ¿Cómo conoció Lábrea?
Cuando llegué al Brasil en el año 1992 como voluntaria de la ONG Ipiranga, tuve la oportunidad de colaborar en varias experiencias junto a otras instituciones humanitarias en un curso en São Paulo, donde se nos pidió a las ONGs, voluntarios para ir a la región amazónica brasileña donde la situación era realmente muy deficitaria en el campo asistencial socio-sanitario. Así fue como llegué a Boca do Acre y más tarde a Pauiní, donde pudimos desarrollar durante algunos años un trabajo de formación de agentes locales de salud y de atención sanitaria, dado que era difícil encontrar médicos que quisieran permanecer de forma continua en estas áreas endémicas; y en una reunión en Manaus, evaluando los índices de prevalencia de esta enfermedad -de Hansen- en Lábrea, me ofrecí voluntaria y montamos un equipo local que continúa trabajando hasta ahora, con la particularidad, de que los distintos proyectos que tenemos en este municipio de Lábrea están siendo coordinados por la segunda generación de los primeros equipos formados.
¿Cuántos años lleva dedicada a esta labor de tratar con los hansenianos y otros colectivos desfavorecidos?
Pues en julio de este año 2020 serán 28 años de vida dedicada a la enfermedad de Hansen y a tantas otras patologías tropicales olvidadas, y a apoyar a quienes la sufren para que no se sientan solos, y debo decir que, hasta el día de hoy, continúo pensando que cada uno de nosotros debe tener un empeño comunitario para poder hacer algo viable de lo inviable. Decía Ortega y Gasset que la vida es la realidad radical, y puntualizaba que la vida podría ser voluntariamente ofrecida por valores o ejercida por valores para crear espacios éticos de colaboración, y para quienes creemos en esta radicalidad de valores, supone reivindicar salud para todos en cualquier lugar del mundo, pues una vida sin salud es menos vida.
¿Qué proyectos tiene de cara al futo inmediato y a medio plazo?
Por mi propia experiencia tanto en lo personal como en lo profesional he podido comprobar que cuando se trabaja en zonas endémicas de grande vulnerabilidad de las personas que la integran, la formación del personal local es prioridad para garantizar la asistencia continuada a estas poblaciones olvidadas; de ahí nuestro objetivo de potenciar el proyecto de formación; y en estos momentos tenemos tres escuelas de salud localizadas en tres áreas rurales, así como el objetivo soñado de que el barco hospital pueda estar permanentemente viajando a las localidades de la zona rural, lo que hasta ahora no es posible, no por falta de personal, pues tenemos personal en estas comunidades que podrían hacerlo, sino por el alto coste que supone el mantenimiento de su logística. Y a medio plazo sería la consolidación técnica internacional de nuestro Centro de referencia para la enfermedad de Hansen y tuberculosis que fue inaugurado el año pasado en Lábrea.
¿Retos especiales?
Pues un reto especial sería la erradicación de la enfermedad de Hansen en la región del Purús, de ahí que el 5 de agosto del 2019 iniciásemos una campaña internacional que por primera vez se hizo en una comunidad rural del municipio de Lábrea, conocida como Barranco do Bosque y que pretende extenderse hasta el 5 de agosto del 2040, asumiendo el hecho de la diferencia epidemiológica que supone la erradicación y eliminación. Este es ahora uno de nuestros sueños como grupo de trabajo y también como grupo comprometido con esta realidad de la Amazonia brasileña.
¿Qué experiencia tiene del trato con los Agustinos Recoletos en la misión de Lábrea?
Debo decir que siempre ha habido colaboración y sensibilidad por nuestro trabajo dado que hemos coincidido siempre con el pensar de los Agustinos Recoletos en el deseo profundo de que estas poblaciones vulnerables puedan tener un futuro bien diferente, y este objetivo común nos ha hecho estar siempre próximos a los Agustinos Recoletos y a la Prelatura de Lábrea.
¿Tiene en su mochila alguna anécdota de su trato con algún fraile?
Tengo bastantes anécdotas con los frailes Agustinos Recoletos, y también con sus obispos de Labrea, también Recoletos, con monseñor Jesús Moraza y monseñor Santiago Sánchez. Pero permítame hacer un homenaje especial a uno en particular, al hermano Miguel Pérez, aun cuando ya ha fallecido, pero al leer su pregunta me ha venido su recuerdo entrañable. Fue con ocasión de comprar un material para nuestro proyecto de ortoses (prótesis para hansenianos). Le pedí ayuda para que viniese conmigo, pues me estaban pidiendo un precio alto, y él con su extrema habilidad casi consigue que nos lo dieran gratuito. También lo recuerdo cómo venía en su vieja bicicleta hasta el hospital de Lábrea para traerme en sus botes grandes marrones de un kilogramo paracetamol y sulfato ferroso que le enviaban desde Alemania. Era una persona de una humildad extraordinaria y un trabajador incansable. Y, ya en Europa, quisiera también hablar de la disponibilidad del hermano Terry y del padre Gerald Wilson en mi primer viaje a Inglaterra con motivo del foro internacional de Leprosy Foundation, pues supuso un paso decisivo en la internacionalización de nuestra acción endémica, y a partir de ahí pude conocer a las otras comunidades de Agustinos Recoletos de Inglaterra con los que mantengo una excelente relación de amistad.
En su larga y rica experiencia habrá sin duda casos deprimentes y casos aleccionadores. ¿Podría relatar algún testimonio en el que brille especialmente algún valor humano?
Pues sí, en casi tres décadas he podido vivir momentos que me han ayudado a mantener esta cierta utopía de que el sueño es posible, y podría citar infinidad de ellos, pero me quedo con la sonrisa de Dayane, nuestra primera enfermera nacida en Labrea, al completar sus estudios en la Universidad Estadual Publica de Manaus y volver a su municipio y asumir su trabajo con responsabilidad, lo que motivó a otros jóvenes de la región y a otros benefactores para seguir apoyando este proyecto, que consiste en dar oportunidades a las personas de estas regiones para ser sus líderes profesionales, dado que el futuro dependerá de ellos, aun cuando nosotros estaremos ahí para apoyarles.
Una última palabra que considere de interés para los cibernautas.
Como decía San Agustín: Ama y haz lo que amas. Así pues, si todos intentamos hacer lo que amamos, seguro que encontraremos fórmulas para apoyarnos entre todos; creemos una red de colaboración capaz de dar respuestas concretas a tantos retos que vemos delante de nuestros ojos, cuando deseamos tenerlos abiertos, e intentemos no ser indiferentes ante el sufrimiento ajeno, para que, a pesar de todo, siempre seamos capaces de transmitir esperanzas.
Agradecemos a la Doctora Tony sus interesantes palabras y la animamos a seguir soñando con que la lepra desaparezca de nuestro planeta y que ella pueda verlo.




















