Tonatzin Elizabeth Fernández es la encargada del área de comunicación del Centro de Acompañamiento y Recuperación de Desarrollo Integral (CARDI) de los Agustinos Recoletos en Ciudad de México. Ha sido miembro de las JAR de Hospitales y voluntaria en el proyecto socio-sanitario desde 2012. En esta Semana Vocacional Virtual queremos escucharle sobre su vocación de voluntaria.

Mi voluntariado en el Centro de Acompañamiento y Recuperación de Desarrollo Integral (CARDI), proyecto socio-sanitario de los Agustinos Recoletos en Ciudad de México, comenzó mediante un apostolado que llevábamos en las Juventudes Agustino-Recoletas (JAR) de Hospitales, el ministerio de esta Orden más cercano al CARDI y situado en la Colonia Doctores, junto a los grandes hospitales públicos de la Ciudad de México en los que los Agustinos Recoletos trabajan pastoral y socialmente.

Con el paso del tiempo, al ir acompañando a las personas en los diversos servicios ofrecidos en CARDI y escuchando las diferentes realidades de cada persona beneficiaria, me fue moviendo en el interior esa espinita de querer un mundo diferentedonde no ignoráramos estas historias llenas de fe y con esperanza.

Sentí que era un llamado que me hacía el Señor para ser esa diferencia, para dejar una huella en el corazón de las personas. Así Cristo me llamó para compartir su evangelio a través de lo más sencillo que puede hacer una persona: simplemente ser; darse la oportunidad de escuchar, consolar y ser esa mano que atiende al necesitado sin dar algo material sino más bien dándome a mí misma.

En uno de mis servicios en CARDI me tocaba acompañar a las personas en la sala de descanso. Propiamente mi labor era hablar con las personas; me tocó charlar con un niño que en aquel entonces tenía unos 10 años. Sufría de un tumor que le impedía escuchar de manera normal: casi era sordo.

Lo único que me contaba aquel niño era su sueño de ser futbolista y que quería jugar en la Selección mexicana. De tal modo se apasionó que contagió a todos los que estaban ahí y empezamos a hablar de nuestros sueños, no importaba la edad. Varios tenían el sueño de regresar a sus casas o de estar con sus familias. Ese rato todos olvidamos que éramos extraños y que ellos también estaban pasando un mal momento.

Al finalizar se acercó un beneficiario y me dio las gracias por darle un cachito de Dios. Fue lo que más me interpeló: pudo sentir a Dios por una conversación trivial. Me di cuenta de que Dios me llamaba a la construcción del Reino desde lo cotidiano, desde algo tan simple como hablar de los sueños que realizar a las personas desde el amor.

Tratar de imitar el ejemplo de Jesús es lo que me ha movido a responder a este llamado de acompañar a las personas en CARDI: ser un cachito de esperanza para los demás, ser el rostro amoroso de Cristo resucitado en un mundo donde ignorar al necesitado es lo más cómodo.

Mi vocación de voluntariado no la puedo expresar fuera del Evangelio, donde Cristo lava los pies de sus discípulos y no pide otra cosa que amar al prójimo, lo más sencillo: amar. Y desde la Recolección quiero amar un poco más, dar un plus que me impulsa a darme a mí con amor a los beneficiarios.

Todo esto me hizo poner mis talentos al servicio de mi parroquia de Hospitales y del propio proyecto. Los frailes me pidieron colaborar en el área de comunicaciones y actualmente acompaño a los beneficiarios de manera diferente. Mi trabajo es la promoción de las actividades de CARDI, las comunicaciones internas y externas en redes sociales y página web, así como el apoyo tecnológico a facilitadores.

No lograba entender del todo la misión a la que Cristo me llamaba hasta hace poco, en una reunión con los encargados de la Comisión de Comunicación y Publicaciones de la Provincia de San Nicolás de Tolentino en la que me recordaron el motivo y objetivo de mi tarea: “de la comunicación a la comunión”.

Entendí que la labor que desempeño es ayudar a la comunión; llevar ese mensaje de la comunión y del amor con mis dones y compartir las diferentes historias de fe, las diferentes formas de amar al prójimo. Mi trabajo es convocar a nuevos espacios para amar, dar a conocer las muchas oportunidades que Cristo nos da para ser profetas del Reino.

Mucha gente me preguntaría si no me he cansado de estar en el CARDI después de tantos años. La verdad es que no: este proyecto tiene una magia extraordinaria para responder al llamado de Dios a una misión que, más allá de aburrirte o cansarte, te enamora un poco más todos los días.