Indígenas y ribereños sobreviven en el interior del Amazonas brasileño lejos de cualquier civilización, sin servicios públicos ni medios de vida más allá de la superviviencia. Los misioneros agustinos recoletos les acompañan durante el año con equipos de visita a la zona rural de las parroquias.
La Parroquia de San Agustín de Pauiní, en el Amazonas brasileño, tiene un territorio equivalente al de los Países Bajos o Suiza y una población que no llega a 20.000 habitantes. En torno al 45% viven en el área rural del municipio, en las márgenes de los ríos, única vía de transporte existente en la selva amazónica. Esto encarece notablemente los viajes, los productos y la tarea pastoral que llevan a cabo los Agustinos Recoletos.
Tanta extensión, con la población dividida en pequeñas comunidades distantes, y la necesidad de tiempo y recursos para las visitas, hace que en la mayor parte de los casos los católicos solo vean al sacerdote una vez al año, como mucho dos, en las visitas programadas por la Parroquia.
Las comunidades rurales que se visitan en Pauiní son 40 en total. Solamente cinco de ellas tienen una capilla en condiciones de ser llamada como tal. Las demás, en su pobreza, se esfuerzan por construir espacios de encuentro para la fe y también para la organización de la vida cotidiana, en la mayor parte de los casos simples techados sin paredes.
El río Purús es el principal tanto porque comunica Pauiní con el resto de municipios y con el país como por ser el principal cauce donde las familias que persisten en la zona rural del municipio se han afincado.
En uno de sus afluentes, el río Pauiní, que da nombre a todo el municipio, quedan alrededor de 80 familias a las que se visita tan solo una vez al año. Son las que menos recursos tienen y las que más difícilmente pueden encontrar servicios públicos como los relativos a Educación y Salud.
El barco de la parroquia, llamado Mario Sabino en honor a un religioso misionero agustino recoleto fallecido en el Purús, tarda cinco días en llegar desde la sede parroquial y del municipio hasta la casa de la última familia católica visitable en el río Pauiní.
A las familias del río Pauiní, además de los sacramentos y la visita pastoral, se lleva cada año ropa, calzado, juguetes, alimentos no perecederos y combustible para las lámparas. No hay energía eléctrica, ni redes de agua o saneamiento. Se repartieron en 2019 más de dos toneladas de ayuda material a estas familias.
Durante 2019 también se tuvo la oportunidad de dar servicio médico en el río Purús gracias a la presencia del barco Laguna Negra, de la Prelatura de Lábrea, servido por profesionales procedentes de Vitória (Espírito Santo, Brasil). Además del religioso agustino recoleto, el barco lleva un médico de familia, dentistas y enfermeros.
En abril se pudo celebrar la Semana Santa en la parte sur del río, cauce arriba hacia el Acre. Esta vez, al religioso agustino recoleto le acompañó un equipo de agentes pastorales de la Parroquia residentes en el centro urbano. Hacia el norte, río abajo hacia Lábrea y Manaos, la visita pastoral se llevó a cabo en el mes de julio. Se aprovechó para dar un curso bíblico con la ayuda de tres voluntarias de la sede parroquial.
Los religiosos agustinos recoletos también tienen la oportunidad de visitar algunas de las principales comunidades rurales aprovechando las festividades patronales. En la comunidad de Materipuá se celebró la fiesta de Nuestra Señora de Nazaret en septiembre.
En total, en la zona rural de Pauiní durante el año 2019 se pudieron llegar a celebrar 89 eucaristías, 18 primeras comuniones, 41 confirmaciones, 13 matrimonios y 116 bautismos.









