En este mes misionero, queremos recordar el trabajo arduo y constante de una de las congregaciones femeninas misioneras de la Familia Agustino-Recoleta. Se trata de las Misioneras Agustinas Recoletas (MAR), que llegaron hace ya 84 años a la Prelatura de Lábrea. En una primera entrega recordamos su historia y quehacer; en la segunda, pondremos la mirada en algunos testimonios concretos de sus vidas.

Las Misioneras Agustinas Recoletas han construido junto al pueblo amazonense una larga historia común, tanto en la Prelatura de Lábrea como en la capital del Estado de Amazonas, Manaos, aunque esta comunidad quedó clausurada hace unos pocos años. Hoy siguen en Lábrea dando apoyo a todo tipo de proyectos de evangelización.

Han sido muchas las distintas contribuciones que han hecho a la Iglesia amazónica. Y, dentro de la sociedad amazonense, pusieron su foco desde el principio en los más desfavorecidos y en los abandonados. Así, las comunidades ribereñas e indígenas han disfrutado siempre de la presencia de estas religiosas de la Familia Agustino-Recoleta.

En este ámbito, sus principales tareas han estado en la formación humana, la formación cristiana, las acciones sociales y también la acción de empoderamiento de la población local para hacerla visible política y socialmente ante las autoridades y el resto de la región y del país.

Asistencia a las CEBs y al mundo rural

El principal método de trabajo ha sido el de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), que permite a estas pequeñas aldeas diseminadas por los ríos amazónicos convertirse en ente social, arquitectos de su futuro y nuevos actores sociales y políticos que negocian y exigen a los poderes públicos y velan por sus derechos.

Durante años, las Misioneras Agustinas Recoletas tenían en su comunidad amazónica religiosas destinadas a la “Pastoral de las Curvas”, una suerte de pastoral rural así llamada porque el único modo de acceso a esas comunidades de base es el fluvial, y los cauces de los ríos, especialmente del río Purús, principal eje de comunicación, están llenos de meandros inmensos, en sucesión uno tras otro. De ahí el nombre, porque hacer esa pastoral significaba navegar durante horas haciendo grandes curvas y avanzando, en términos de distancias rectas, bastante poco.

También durante años una hermana de la comunidad MAR estaba adscrita a la Pastoral de la Tierra o a la Pastoral Indigenista, o a ambas. Las MAR han visitado las aldeas indígenas, ayudado en la demarcación de sus tierras, defendido sus derechos, participado en sus celebraciones y catequizado a los que adoptaban libremente la fe Católica.

Hubo otros dos campos que destacamos en el trabajo de las MAR: el Sindicato de Trabajadores Rurales y la Asociación de las Lavanderas. En el primer caso, el apoyo a la Pastoral de la Tierra se ha continuado empoderando a los propios agricultores; en el segundo, se logró que todas las lavanderas cobrasen un valor justo y estipulado por su trabajo, eliminando tantos casos de explotación a que eran sometidas, cobrando precios irrisorios por coladas inmensas.

Salud y Educación, derechos fundamentales

También hubo tiempos en que alguna de las religiosas, con formación en Enfermería, trabajó en el hospital; actualmente continúan en la Pastoral de la Salud desde una orientación de medicina natural, para que en las comunidades rurales, donde el acceso a medicinas es prácticamente nulo, se puedan evitar enfermedades más comunes, y prevenir otras como la desnutrición o las infecciones por consumos de aguas no tratadas o heridas mal curadas ni cuidadas.

En el ámbito de la educación, las MAR fueron pioneras en la región; precisamente fue el motivo de su llegada a la Prelatura. El Educandário Santa Rita es un centro dirigido por ellas desde su mismo nacimiento; y también por épocas han colaborado en el Ginásio Santo Agostinho, coordinado por los Hermanos Maristas.

Han sido profesoras, orientadoras pedagógicas, formadoras de profesores… Actualmente una MAR de la comunidad de Lábrea sigue teniendo como ocupación principal la Educación formal. En todo caso, el Educandário Santa Rita se ha convertido en un verdadero punto de referencia para el pueblo de Lábrea. Las colas para matriculación al inicio del curso escolar son siempre largas: buscan para sus hijos esa dedicación plena y atenta de las religiosas que le da al centro un carácter tan especial y propio.

El Educandário también se convirtió en un lugar de concienciación del pueblo de Lábrea, especialmente de los alumnos y alumnas del centro, respecto a los otros temas en los que las MAR tenían una misión socioevangelizadora.

Así, la comunidad educativa del Santa Rita se ha manifestado por las calles exigiendo derechos y defendiendo a los desfavorecidos, pidiendo la paz y la dignidad de la gente; y ha recibido especial formación e información sobre el conflicto de la tierra, la situación de los indígenas o la lucha contra la discriminación de los enfermos de hanseniasis

Hanseniasis (lepra)

Amazonas es el estado brasileño con mayor índice de hanseniasis. En Lábrea, las MAR ayudaron en la consecución de un doble sueño.

Por un lado, era necesario reunirlos como movimiento para apoyarse mutuamente, informarse de ayudas y derechos, conseguir el respeto de la sociedad y luchar contra la discriminación: es el MORHAN, Movimiento de Reintegración de los Hansenianos.

Por otro lado, había que formar a los no enfermos en la prevención, promover y llevar hasta donde fuese necesario las pruebas de diagnóstico, concienciar a las familias para que no expulsasen a los nuevos diagnosticados, quitar el peso del rechazo social y el confinamiento.

El enfermo era obligado a vivir aislado para evitar contagios, se les expulsaba de la vida social y se les encerraba en una colonia para ellos o se les abandonaba en el interior de la selva a su suerte.

Diseminar conocimiento fue la primera tarea: unas personas de Manaos llegaron a dar la primera conferencia, y luego los misioneros, misioneras y algunos profesionales de la salud de Lábrea continuaron el trabajo: diagnóstico temprano, medicación y tratamientos que anulan las posibilidades de transmisión y por tanto la necesidad de aislamiento, curas…

Los enfermos tomaron conciencia de su realidad, lucharon y buscaron los medios para superar todos los problemas. Se abrió una casa de acogida, se construyó una sala de reuniones, se organizaron encuentros mensuales, se consiguieron ayudas económicas para la asociación y subsidios y una pensión del Estado a los que habían sufrido mutilaciones; se procedía al traslado de los casos más graves a un hospital especial, se consiguieron recursos en Alemania para todo el trabajo.

En una ocasión, los donantes de Alemania visitaron Lábrea y el proyecto. En una de las reuniones con afectados, uno de ellos les preguntó:

¿Cómo es que ustedes no sienten rechazo hacia nosotros, como el resto de la gente, siendo tan blancos, con una piel tan limpia?