En la remota región keniata de Turkana, junto a su capital, Lodwar, el desierto y la pobreza generalizada ambiental han venido a ofrecer un espacio inusitado y privilegiado para la vivencia del carisma contemplativo agustino recoleto. Nos acercaremos primero a la región donde habitan las monjas; después conoceremos algo de la Iglesia local que les ha acogido y del monasterio, su historia y actualidad; y por último entraremos en lo más íntimo de una de las vocaciones contemplativas que misionan con su sola presencia en esta remota región africana
Nakwamekwi, la aldea donde está situado el monasterio de las Agustinas Recoletas, está a tan solo cuatro kilómetros de la sede diocesana y de la Catedral católica de San Agustín, en Lodwar. Pertenece por tanto al área metropolitana de la mayor ciudad del noroeste de Kenia y capital de la región de Turkana.
Lodwar está a 477 metros sobre el nivel del mar y cuenta con algo menos de 50.000 habitantes. Solo el 14% de la población turkana es urbana. La ciudad fue fundada en 1933 por un comerciante como área de descanso y repuesto para caballerizas y mulas en las rutas que cruzaban los desiertos hacia el norte. Al primer negocio se fueron añadiendo una gasolinera y puestos comerciales, se atrajo población y luego llegaron los servicios de atención sanitaria y hasta una prisión, creándose la estructura actual de ciudad.
A partir de los años 60 del siglo XX los misioneros de diversas confesiones cristianas van construyendo misiones, colegios, dispensarios y una red de puestos interconectados. La Iglesia Católica, pese a ser una minoría religiosa en la región y llegar algo más tarde que Adventistas y otras denominaciones religiosas, fue pionera en infraestructuras educativas y sanitarias: hoy el 60% de las instalaciones dedicadas a la salud están creadas y gestionadas por la Iglesia Católica.
Lo mismo ocurre con las instalaciones educativas, dado que la Educación fue un importante medio para la Evangelización de la zona, dado que la alfabetización se consideraba indispensable para poder llevar la doctrina a todas partes, así como para la formación de catequistas y traductores.
En aquella década de los 60 hubo también intentos, aunque fracasados, de instalar proyectos de conservas de pescado por parte de inversores noruegos e italianos. Pero debido a su aislamiento, la región se convirtió en lugar para instalar a los prisioneros políticos que el Gobierno británico quería lejos de los centros de poder. De hecho, el primer presidente de la Kenia no británica, Jomo Kenyatta, pasó dos años de arresto domiciliario en Lodwar (1959-1961). Esta reputación de lugar aislado y desconectado persiste hasta hoy.
El clima es desértico y caluroso, con una de las temperaturas medias más altas del mundo: 29ºC; las máximas se sitúan entre los 34 y los 36ºC, y las mínimas entre los 22 y los 24ºC. Nunca ha bajado de 12,6ºC, el mínimo histórico registrado. Por el contrario, la media de precipitación anual es de tan solo 186 milímetros y hay 3.600 horas de sol anuales.
A 65 kilómetros del convento de las Agustinas Recoletas está el lago Turkana, un sistema hidrológico cerrado alimentado por los ríos Omo, Turkwel y Kerio y con la evaporación como principal medio de pérdida de agua. Tiene unos 290 kilómetros de largo por 32 de ancho y una profundidad media de 30 metros; su punto de mayor profundidad tiene 109 metros. Cuenta con tres islas volcánicas, una de ellas aún en activo y con emisión de vapor.
Es el más alcalino de los lagos del mundo y su agua es potable pero con sabor muy desagradable por su salinidad de 2,33 gramos/litro; el agua dulce tiene menos de 0,5 gramos/litro, es salobre entre 0,5 y 30 gramos; el mar tiene entre 30 y 50 gramos por litro y superados los 50 gramos ya se trata de salmuera.
Desde junio de 2018, Turkana está en la lista del Patrimonio Mundial en peligro de desaparición. La construcción de presas ha mermado la aportación de agua al lago de doble forma: se prima el llenado frente al curso natural y se destina a regadío mucha agua embalsada, que no vuelve al sistema. La última ha sido la presa Gilgel Gibe III y el proyecto de desarrollo azucarero Kuraz, ambos en Etiopía. Por parte de Kenia, el río Turkwel (que pasa por Lodwar) está embalsado en varios puntos para producción de electricidad.
Entre 1975 y 1993 el lago perdió diez metros de altura. Si llegase a perder otros diez, la salinidad aumentaría a 3,4 gramos/litro, inviable para consumo humano y generando gran mortandad de peces. El lago sirve de etapa a las aves acuáticas migratorias y es un área de reproducción de cocodrilos, hipopótamos y diversos ofidios. Contiene unas 50 especies de peces, 12 de ellas endémicas.
Turkana es de primera importancia para la Paleontología y la Antropología, por sus fósiles en Koobi Fora o la aparición de algunos de los restos humanos más antiguos: el Australopitecus anamensis (4 millones de años), el esqueleto del “chico de Turkana”, joven Homo ergaster de 3,5 millones de años y el cráneo 1470, un Kenyanthropus platyops de dos millones de años.
La población tiene diferentes orígenes étnicos, que reflejan migraciones importantes durante miles de años: se hablan doce lenguas divididas en tres grandes subgrupos. Pero la región estuvo durante siglos aislada hasta los años 70 del siglo XX con la llegada de los misioneros y, en la última década, de las empresas energéticas y de minería
Se han hecho exitosas prospecciones de hidrocarburos y oro, y hay condiciones óptimas para la energía eólica. En 2013 se descubrieron mediante satélites grandes reservas de agua subterránea y desde 2014 la población de Lodwar disfruta ya del agua de esos acuíferos.
El aumento de la población en 30 años fue del 600%: de 142.702 en 1979 a 855.399 en 2009, último censo disponible, con una ratio de 92 mujeres por cada 100 hombres. La densidad de población va desde las 29 personas/km2 en el área de Kakuma a una persona/Km2 en Kibish.
Las zonas con población más asentada están junto a los ríos Turkwel y Kerio, que permiten algo de regadío. También en estas zonas están los mercados principales y las infraestructuras sociales educativas y sanitarias. El centro y norte tienen un peor nivel de vida, agravado por la cercanía de las fronteras con Sudán del Sur y Etiopía, muy permeables y con altos niveles de inseguridad.
El 80% de la población vive del ganado; el 64% son pastores; alrededor de un 8% se dedican a la cestería y al carbón y el 2% a la pesca en el lago. Es la última región en PIB (Producto Interior Bruto) e IDH (Índice de Desarrollo Humano) de Kenia. El analfabetismo llega al 70% y la mortalidad infantil al 159‰. El 65% carece de agua potable y no hay redes de saneamiento. Solo el 35% cuenta con red eléctrica. El 81% no tiene cubiertas sus necesidades alimenticias; el 74% tiene un índice de pobreza alto que para el 62% llega a ser nivel severo.
La malaria es endémica y el polvo en suspensión del desierto causa infecciones respiratorias y complicaciones en ojos y oídos. La atención médica es deficiente e insuficiente. En cuanto a educación, hay 169 escuelas primarias y 13 secundarias, con entre 60 y 80 alumnos por aula.
En Lodwar hay una politécnica masculina; en Kakuma un centro femenino enseña artesanato. Nakwamekwi, el poblado del monasterio, tiene importantes infraestructuras educativas e incluso el único hogar para niños sordos de toda la región, San Lucas, que dirige la Diócesis de Lodwar.
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