Agustinas Recoletas. Guaraciaba do Norte, Ceará, Brasil.

El Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe de las monjas Agustinas Recoletas en Guaraciaba do Norte (Ceará, Brasil) acaba de cumplir 15 años. Hoy la mitad de sus monjas son brasileñas y su estilo de vida ha llamado la atención de toda su región. Nos acercamos a su vida interior y al testimonio de las personas que han sentido las bondades y alegrías de este lugar de paz, comprensión, escucha, trabajo y oración. La raíz ha encontrado ya la capa freática: este árbol no muere. Crece fuerte y tendrá muchos frutos.

Trabajo en el monasterio como casero y con el mantenimiento, arreglando todo lo que se necesita: cambiar una bombilla, reparar un mueble, hacer todo lo que ellas necesitan. Antes no sabía cómo era la vida de las monjas, pero desde que empecé a trabajar aquí percibí enseguida que eran maravillosas, muy buenas, personas de Dios; y me siento muy feliz trabajando aquí. Nunca se las ve de cara seria, viven en la oración y con una gran serenidad, con perfecta armonía.

Para la gente de Guaraciaba las monjas son una bendición, les tienen muchísimo respeto, todos creen que es muy bonita su vida. Siempre me están preguntando cómo viven y qué hacen porque normalmente solo entro yo al monasterio y soy el único que desde dentro acompaña su vida cotidiana.

Contesto a quienes me preguntan que las monjas están siempre rezando, y que de la manera en que se les ve en la misa, centradas, contentas, así mismo viven cada día; trabajan y cada una tiene una función dentro del monasterio, bien organizadas.

Creo que traer aquí el monasterio fue una bendición de Dios y un privilegio. Ahora la gente de aquí puede tener misa y comunión todos los días. Doy gracias a Dios por tener este lugar maravilloso y haber colocado unas monjas tan buenas en mi camino. Para mí ellas son unas santas, todas ellas. Y, por cierto, ¡sus pastas y pasteles son perfectos!

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