El Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe de las monjas Agustinas Recoletas en Guaraciaba do Norte (Ceará, Brasil) acaba de cumplir 15 años. Hoy la mitad de sus monjas son brasileñas y su estilo de vida ha llamado la atención de toda su región. Nos acercamos a su vida interior y al testimonio de las personas que han sentido las bondades y alegrías de este lugar de paz, comprensión, escucha, trabajo y oración. La raíz ha encontrado ya la capa freática: este árbol no muere. Crece fuerte y tendrá muchos frutos.
Soy profesora de educación inclusiva de niños con deficiencias y miembro de la Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta de Guaraciaba. Cuando oímos hablar de las monjas por primera vez fue una gran sorpresa; formaba parte del consejo de pastoral y nuestro párroco fray Juan Manuel nos habló de que vendría una nueva comunidad contemplativa.
Hasta el nombre de “monjas” era extraño. Se nos dijo que se dedicaban a la oración. Muchos pensamos que se trataba de un grupo de mujeres ancianas que simplemente pasaban el día rezando. Hubo muchas inquietudes e indagaciones; la curiosidad fue enorme.
Hoy puedo decir que las monjas han sido una bendición de Dios en nuestra vida y para todos, católicos y no católicos. En el monasterio nos hemos sentido acogidos, dan apoyo continuo a los agentes de pastoral, movimientos parroquiales… Tenemos un cariño muy especial por ellas.
Mi experiencia es que nunca y a nadie le han fallado cuando las hemos buscado para los trabajos pastorales, para dialogar personalmente, recibir consejos, orientación espiritual… Con ellas tenemos esa libertad y alegría de sacar lo que llevamos dentro.
También fue extraño ver cómo se construía una casa tan grande en un sitio tan pequeño, Sussuanha; al fin y al cabo, ¿por qué no quedarse donde habría más acceso a la gente? Para la comunidad rural y para quienes donaron el terreno la situación también generaba inquietudes y desconcierto.
También estaba aquel deseo por saber algo sobre ellas; la curiosidad era muy grande ya desde antes que llegasen. Algunos pudimos asistir a reuniones en las que nos explicaban mejor las cosas, puesto que fuimos los encargados de organizar la bienvenida… Hicimos todo con mucho cariño, pero aún más con curiosidad.
Las monjas, quince años después, se han mostrado como una fuente de sabiduría, de espiritualidad y de confianza, especialmente ante esa necesidad de recogernos, de participar en retiros. Y las orientaciones y vivencias que ofrecen nos enriquecen mucho. Son muchas bendiciones y gracias las que hemos recibido, tanto quienes hemos estado cerca de ellas como quienes las siguen buscando.
En la Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta sentimos mucho el apoyo y la seguridad de la comunidad de monjas. Celebramos nuestros encuentros mensuales en el monasterio: como sabemos que ellas no pueden venir hasta nosotros, nosotros vamos con todo nuestro cariño a donde ellas están.
Doy a gracias a Dios por la iniciativa, el apoyo del obispo Francisco Javier Hernández y de los religiosos recoletos: nos abrieron las puertas de un mundo desconocido para nosotros. Las monjas son un grupo de mujeres jóvenes que han donado su vida a Dios para acoger a los demás.
Felicidades a nosotros, a la parroquia de Guaraciaba, a la Diócesis de Tianguá, por tener un monasterio contemplativo agustino recoleto aquí: una verdadera bendición para todos. Recuerdo las palabras de san Agustín de que “la medida del amor es amar sin medida”. Pues Guaraciaba recibió y tuvo el privilegio de tener a la Familia Agustino-Recoleta y acoger a tantos que estuvieron aquí.
Ser parte de esta Familia Agustino-Recoleta ha sido una vocación muy especial. Actualmente trabajo en un proyecto pastoral con el obispo dimisionario; todo ello suscita más ese deseo e inquietud de ser parte de la Familia Agustino-Recoleta, cuyo amor y dedicación a nuestra parroquia hizo que muchos también queramos sumar y ser parte de esta Familia.
Los miembros de la Fraternidad Seglar y los jóvenes de la JAR sabemos bien lo bonito de estar juntos y compartir este carisma. Vale la pena, y estamos muy agradecidos por todo eso.
SIGUIENTE PÁGINA: Nadia: “Han desmitificado lo que creíamos que era una monja, y su monasterio es la segunda casa de muchos que se sienten acogidos, escuchados y amados”
ÍNDICE
- Introducción: 15 años de vida contemplativa agustino-recoleta en Brasil
- Socorro: “devolver a Dios lo que Dios me ha dado”
- Ana Gláucia: “¿Cómo pueden venir unas mujeres de tan lejos a un lugar como este?”
- Manuel: “Jamás están de cara seria, transmiten serenidad y armonía”
- Efigênia: “Creía que vendría un grupo de mujeres ancianas que se pasaba el día rezando”
- Nadia: “Han desmitificado lo que creíamos que era una monja, y su monasterio es la segunda casa de muchos que se sienten acogidos, escuchados y amados”
- Sor Cruz, fundadora: “Los momentos más felices fueron cuando constatamos que nuestra comunidad tiene futuro, nuevas vocaciones”
- Sor Mónica, fundadora: “La nostalgia de lo meramente humano cede cuanto más te das a Dios y a los demás”
- Sor Aurilene, primera monja brasileña: “Cuando vi a las monjas sentí algo diferente, sublime, casi mágico: mi corazón batió fuerte”
- Sor María das Graças, última profesa brasileña: “Aquí nuestras jóvenes pueden encontrarse a sí mismas”
- Manuela, postulante: ““¿Monjas alegres? No me lo creo, seguro que son serias y no saben ni conversar”