Del 13 al 27 de julio fray Francisco Javier Legarra Aldave, asistente de la Federación mexicana de monjas agustinas recoletas, estuvo visitando a las hermanas agustinas recoletas en el monasterio San Agustín de Lodwar, Turkana, Kenia. Habían pasado dos años de su primera visita y ya urgía visitarlas, sobre todo teniendo en cuenta las tres muchachas keniatas que ya forman parte de la comunidad.

Desde el 25 de septiembre del 2010 la comunidad se ha ido consolidando en la difícil geografía del Sahel subsahariano en un clima desértico en el triángulo norte del país, frontera con Etiopía y Sudán del Sur.

El asistente aprovechó la primera semana para dar formación específica a las dos postulantes y a la aspirante sobre la Orden, la historia de los Agustinos Recoletos y todo lo que les facilitara vivir el sentido de pertenencia a la que ya es su familia religiosa. También aprovechó para tener una semana de formación litúrgica con toda la comunidad. El proyector que llevaba consigo le posibilitó proyectarles videos de los monasterios tanto de México como de España, y acontecimientos de la Orden.

La segunda semana estuvo dedicada a los ejercicios espirituales anuales. Siguieron los preparados por el agustino recoleto Enrique Eguiarte sobre el Discípulo Amado, sirviéndose de la traducción al inglés que habían hecho los religiosos agustinos recoletos de Filipinas. Francisco Javier –Paco– completó su labor con la proyección de algunos power points que les permitían a las hermanas vivir intensamente temas de su vida espiritual cotidiana.

Esta segunda semana, la dedicada a los ejercicios espirituales, la comunidad de Lodwar pudo dedicarse al máximo a realizar bien los ejercicios espirituales gracias a la presencia de madre Rosa María Mora, la Federal, que había viajado junto con el asistente y que, además de la visita previa a la asamblea de septiembre, pudo hacer de Marta mientras sus hermanas hacían de María de Betania. Culminó la semana con la misa de clausura y la renovación de votos.

Tres días a la llegada y dos días antes de partir le permitieron a Paco convivir con las hermanas agustinas recoletas del monasterio de Nuestra Señora de la Consolación en Wote, Makueni, Kenia, disfrutando de la fraternidad y aprovechando la oportunidad para atenderlas en sus necesidades espirituales y formativas.