José Álvarez Macua, el obispo que creó la nueva parroquia.

Resumen histórico, situación actual y testimonios personales de religiosos que han trabajado codo con codo y construido parte de su historia personal al servicio del pueblo tapauaense

Los misioneros llegaron a la conclusión de la necesidad de presencia constante en la parte norte de la Prelatura de Lábrea. José Álvarez (prelado entre 1944 y 1967), lo manifiesta en muchas ocasiones, y desde Canutama, Isidoro Irigoyen, Saturnino Fernández y Victório Henrique Cestaro lo expresan claramente en sus informes.

A. Fundar una nueva comunidad

En marzo de 1963 el obispo envía a Tapauá a un joven misionero agustino recoleto brasileño, Victório Henrique Cestaro, llegado no hacía mucho a la Prelatura, con la misión de preparar la nueva fundación. Desde entonces Tapauá y los Agustinos Recoletos han ido de la mano, y los misioneros han formado parte de esa sociedad con un papel relevante en la configuración del municipio.

Cestaro era hijo de inmigrantes italianos, nacido en 1934 en Olímpia, en el estado de São Paulo y falleció el 11 de febrero de 2011 en Manaos. De niño estudió en el seminario menor de Ribeirão Preto de la Provincia de Santa Rita de la Orden de Agustinos Recoletos y, tras ordenarse, fue enviado a la prelatura del Lábrea, donde pasó por Lábrea y Canutama antes de fundar en Tapauá.

La primera vez que Victório había estado en Tapauá fue con Saturnino Fernández en la desobriga organizada desde Canutama en 1962. Llegados a la ciudad de Tapauá, en plena actividad de construcción y reafirmación como sede municipal, Saturnino volvió río arriba hacia Canutama y dejó a Victório continuar río abajo hasta la comunidad de Tambaqui, la última de la parroquia.

La creación del municipio había reforzado la idea de crear una nueva parroquia con comunidad estable de misioneros. La llegada de cuatro jóvenes religiosos a la Prelatura (Victório Henrique Cestaro, João Junqueira, Augusto Nowacki y Enéas Berilli) permitió materializar la idea. El 8 de marzo de 1963, Cestaro desembarca en Tapauá de manera definitiva. Compra para la Prelatura de Lábrea una propiedad en la misma plaza central y comienza por la construcción del templo de Santa Rita.

Desde el principio cuenta con la ayuda eficaz de Vitorino Marques, un comerciante local que será nombrado padrino de la Parroquia de Santa Rita y recibió posteriormente el título honorario de Ciudadano de Tapauá por su ayuda incansable en la organización de la nueva ciudad.

Victório organizó lo necesario para levantar una parroquia en todos sus aspectos, material y humano. Crea los primeros grupos pastorales: Liga Católica de Jesús, María y José, fundada el día de san Agustín de 1963 con 26 hombres; Hijas de María; Jóvenes Marianos; y Apostolado de la Oración, el 3 de septiembre de 1965, con 29 señoras, uno de los grupos más persevererantes hasta hoy.

Sus primeros informes muestran decepción: “Desgraciadamente, el elemento humano en esta región deja mucho a desear por el ambiente infestado de salvajismo propio de la selva. (…) Muchos se olvidan de sus compromisos y vuelven a las costumbres antiguas de indiferencia religiosa, embriaguez, adulterio”; el alcoholismo y el machismo estructural eran graves problemas sociales y pastorales en aquellos inicios y siguen siéndolo 50 años después.

Las desobrigas en la región rural daban como resultado en torno a 200 bautismos y entre 30 y 40 matrimonios anuales. En diciembre de 1963 se celebra por primera vez la Navidad con misa, con un belén y árbol de navidad con bolas de colores. Significativo de la situación fue que alguien preguntó si las bolas habían nacido de verdad en esa massaranduba, uno de los típicos árboles de la región amazónica, que hacía de pino navideño. También organizó una hora santa en el paso del año y una procesión de un centenar de niños con los Reyes Magos con distribución de caramelos.

B. Comunidad es más de uno

Once meses pasó Cestaro solo, hasta que en febrero de 1964 llega Augusto João Krema Nowacki, que permanecerá en la ciudad hasta el año siguiente; el 3 de abril de 1966 llegó Enéas Berilli procedente de Canutama. A mediados de 1966 llegó también el religioso español Pedro Arrieta.

El 2 de febrero de 1964 fue la primera ceremonia de primeras comuniones, con 63 pequeños catequizados desde tres meses antes. Tapauá se vistió de fiesta y casi todas las familias tenían algún comulgante. Los 63 fueron los primeros miembros de la Cruzada Eucarística Infantil; y 18 de ellos formaron el primer grupo de monaguillos, un modo de atención a los niños que con el tiempo se ha mantenido y reforzado, más allá de su participación en las liturgias.

En 1966 inician una actividad con consecuencias sociales importantes, al mejorar la información y comunicación de sus habitantes. Se compró un sistema de altavoces para el templo, pero se le dio un uso más general con la implantación de la “Voz de Santa Rita”, que además de difundir información religiosa ofrecía música. Fue el origen de un servicio público informativo generalista, cuestión en la que la Iglesia de Lábrea ha sido vanguardia en la región.

Los religiosos en Tapauá desde los inicios y hasta hoy han ejercido de profesores en el sistema educativo. Cestaro y Nowacki enseñaban en el colegio de la Prelatura, mientras que Arrieta lo hizo en las escuelas públicas en el curso de 1968, hasta que en diciembre volvió a su México natal.

Uno de los primeros encargos del obispo era la construcción de la residencia de la comunidad. Pero la Prelatura admitió la idea de los religiosos de destinar a la nueva escuela parroquial los recursos guardados para esta residencia, tras ver la situación de desamparo de los menores. Los religiosos decidieron vivir en un cuarto cedido por el Ayuntamiento. Solo en noviembre de 1964 se inicia la construcción de la residencia de la comunidad, finalizada en julio de 1965.

Otra edificación hecha por la comunidad albergaba un generador de electricidad que se puso a disposición de la población. La “Central Eléctrica Monseñor Ignacio” supuso vencer a la oscuridad en que estaba Tapauá, una vez que el primer motor comprado por el Ayuntamiento había dejado de funcionar hacía tiempo y era imposible arreglarlo por la falta de repuestos.

Berilli fue uno de los artífices de obra pública en Tapauá: fue el maestro de obras de la iglesia matriz de Santa Rita, de la casa parroquial, de la escuela Dom José Alvarez, del edificio sede del Servicio Municipal de Carreteras y del Parque Infantil Lucilia Marques. La llegada de la comunidad religiosa supuso una mejor atención pastoral y un importante empujón a la puesta en marcha definitiva de Tapauá como una ciudad sede de un nuevo municipio que cumplía entonces 10 años.

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