Isidoro Irigoyen.

Resumen histórico, situación actual y testimonios personales de religiosos que han trabajado codo con codo y construido parte de su historia personal al servicio del pueblo tapauaense

Los Agustinos Recoletos llegaron al Purús en 1925 dentro de su gran expansión de comienzos del siglo XX. Lábrea es la población más importante del medio Purús y sede episcopal de la Prelatura que lleva su nombre, y que comprende las parroquias de Lábrea, Canutama, Pauiní y Tapauá. Tras establecerse en Lábrea, residieron de forma permanente en Canutama desde 1942. Lo que es hoy Tapauá era visitada por los misioneros desde Canutama una vez al año, dentro de las llamadas visitas de desobriga.

La palabra desobriga puede traducirse como “liberación de obligaciones”, y hace referencia a que los cristianos, en esas regiones, solo tenían una posibilidad al año de cumplir con los mandamientos de la Iglesia, cuando el misionero visitaba el lugar durante algo menos de 24 horas, celebraba la eucaristía, los matrimonios de las nuevas parejas, los bautismos de los nacidos en el año, etc.

El primer gran sistema evangelizador del territorio de Tapauá fue implantado por el agustino recoleto Isidoro Irigoyen (1915-1985), párroco de Canutama durante 23 años. A partir de 1943 organizó las desobrigas de forma metódica y con periodicidad anual en la región, que antes era visitada de forma aún más parcial desde Lábrea, dada la inmensidad del territorio de la Prelatura.

Hubo un momento que esta situación ya no satisfizo más. Tapauá, organizada como un nuevo municipio, crecía con fuerza. En 1960, primer censo oficial, tenía 8.024 habitantes, y el 95% de ellos vivía en la zona rural. En la ciudad capital la población era de 422 personas. Un factor más vino a exigir alguna medida a la Iglesia Católica: la presencia de misioneros extranjeros protestantes de una forma permanente con el apoyo de importantes comerciantes locales que sufragaban sus gastos de estancia. La ausencia de religiosos católicos era dejar esas poblaciones en manos de las otras iglesias.

Así describen los religiosos en su primer informe escrito de 1962 el municipio de Tapauá que, ya entonces, llega a los 10.000 habitantes:

“Ya es Tapauá un núcleo populoso, con intensas actividades regionales y una organización política semejante a los demás municipios del Amazonas. Infelizmente, nuestra Prelatura no ha podido asistir convenientemente esta inmensa región a no ser por medio de las santas desobrigas, que en realidad han sido muy espaciadas cronológicamente debido a la escasez de sacerdotes. (…) Hay necesidad urgente de la presencia de un misionero en el lugar de forma permanente”.

Hoy la parroquia de Tapauá incluye 234 núcleos de población comprendidos desde Santana de Supiã (Berurí) en el norte, hasta Caratiá, en el límite con Canutama. Las poblaciones más pequeñas y aisladas están en lagos y afluentes del Purús, algunas con un acceso muy difícil cuando las aguas están bajas. Las 40 mayores, generalmente situadas en el Purús y accesibles todo el año, tienen comunidad de base católica, escuela de primer grado de primaria y generador eléctrico unas horas al día. Solamente en la sede municipal hay enseñanza primaria de segundo grado y secundaria, hospital y electricidad permanente pero sujeta a frecuentes cortes de suministro por falta de combustible o averías.

A. Un área de fuerte implantación protestante

La sede del nuevo municipio se construyó en una comunidad donde un pastor protestante extranjero ejercía su misión de forma permanente apoyado por comerciantes locales. Sin embargo, antes de eso ya hubo acción de misioneros evangélicos en el territorio de Tapauá.

En 1950 nació la primera comunidad de la iglesia Asamblea de Dios en el lago Panelão. Era la tercera comunidad de la Asamblea de Dios creada en el Estado del Amazonas: la primera había nacido también en el Purús, en Lábrea. Ismael Santana, el pastor que fundó la Iglesia del Panelão, recorría con su canoa desde las comunidades de Beabá hasta Abufarí; hasta hoy muchas de esas comunidades rurales son casi exclusivamente evangélicas.

Uno de los primeros misioneros extranjeros fue Jack David Collyns Walkey. Ingeniero británico, llegó a Boca de Ipixuna de la mano de Milton Rosas, comerciante que aunque también tuvo intentos de detentar poder político, nunca consiguió el apoyo de las urnas. Al principio Walkey dirigía los cultos en una de las casas flotantes ancladas en el Ipixuna. En 1960 construyó una casa de dos pisos, con una sala en el piso inferior destinada a los cultos evangélicos y, en el piso superior, su residencia. El número de fieles creció y proyectó e inició la construcción de un templo de la Iglesia Congregacional. También por su trabajo se fundó posteriormente la Iglesia de la Paz.

El “pastor Jaques”, como era conocido en Tapauá, prestó diversos servicios al recién creado municipio; a él se deben la medida y delimitación del municipio en 1959, y en 1977 la fijación de la primera pista acuática para los hidroaviones en el Purús. En 1985 se trasladó al sur del país, recibiendo antes el título de Ciudadano Honorífico de Tapauá. Continuó predicando en São José dos Campos, São Paulo, donde fundó la Iglesia Baptista de la Gracia en el Jardim Morumbi y colaboró con la Editorial Fiel. Mantuvo abierto un blog hasta su fallecimiento en abril de 2012.

Por otro lado, Wilbur Pickering y su esposa, miembros de un grupo protestante intereclesial, vivían con los indios apurinã en la aldea San Juan, junto a la sede del municipio. Su proyecto buscaba traducir la Biblia a todas las lenguas indígenas. Pickering cuenta su historia en una entrevista publicada en internet (a partir del minuto 3:20). Permaneció en Tapauá hasta 1972.

En 1963 un matrimonio empezó a convivir con los Jamamadi en el río Piranhas y mantuvieron contacto con los Juma. Desde 1965 hubo presencia protestante en el alto Cunhuã, en una maloca del pueblo Deni; la estadounidense Judy King y la escocesa Catherine Baerdour se establecieron cerca de la aldea apurinã de Tauamirim en 1975; y hubo otros casos con el pueblo Paumari.

La llegada de la Asamblea de Dios a la sede del municipio fue en 1968, cuando la Iglesia Católica ya contaba con una comunidad de religiosos desde hacía cinco años. Una residencia privada fue el primer local de reunión de la Asamblea, la que más adeptos tiene hoy entre las no católicas. El 30 de marzo de 1970 inició la construcción de su primer templo bajo la dirección del pastor José Gomes da Silva. Luego se fueron extendiendo barrio a barrio.

Las iglesias evangélicas siguen creciendo; hay diversificación y pluralidad, iglesias para todos los gustos, necesidades y personas, una multiplicación imparable. Se da un continuo trasiego de fieles de unas a otras según las necesidades inmediatas que siente la persona: salud, prosperidad, felicidad… Es una de sus características, el enganche en los sentimientos y carencias de la gente.

Ofrecen cultos muy emotivos, poco o nada racionales, y al frente suele haber personas carismáticas con atractivo, no siempre con formación; cuentan con medios de comunicación en todo el país y prometen sin ningún rubor la salvación, la riqueza, la felicidad, la curación, las relaciones perfectas… Tienen gran fuerza económica, algunas organizadas como auténticos negocios sin pagar impuestos por la ley de protección religiosa.

Cuando pueden construyen grandes templos, llenos de comodidad y atractivo visual y sonoro, como si fuesen centros comerciales o teatros; no suelen asumir proyectos de desarrollo ni participan en movimientos sociales, pero sí entran en la política partidista y electoral con sus candidatos para dominar los gobiernos y aprovecharse estructural y económicamente.

Hoy día en la parte urbana de Tapauá hay 15 iglesias y 33 templos; la Iglesia Católica cuenta con seis templos. Entre las evangélicas está la Asamblea de Dios (11 templos), Asamblea de Dios Tradicional (3), Iglesia Adventista del 7º Día (3), Iglesia del Evangelio Pleno Misión Coreana (3), Asamblea de Dios Madureira (2), Asamblea de Dios Ministerio de Belém, Asamblea de Dios Congregación Cristiana de Brasil, Iglesia Bautista de la Convención, Testigos de Jehová, Iglesia Dios es Amor, Iglesia Presbiteriana, Tabernáculo da Fe, Iglesia Pentecostal Unida de Brasil, Iglesia de la Paz, Iglesia Dios Fuerte, y las más nueva, Iglesia Generación Profética (30/01/2014).

Entre las pentecostales hay grandes diferencias, y suelen arrogarse la exclusividad de la salvación; pero se unen en la crítica y condena al católico. Sin embargo, ya hay segundas generaciones evangélicas sin compromiso y se puede hablar de “evangélicos no practicantes”. No hay templos ni personas que se reconozcan no cristianos, aunque no todas las iglesias neopentecostales serían propiamente cristianas según los acuerdos comunes del CONIC (Consejo Nacional de Iglesias Cristianas), en el que participan Católicos, Reformados, Luteranos, Ortodoxos y Presbiterianos.

Según los datos del Anuario Católico de la Santa Sede, en la Prelatura de Lábrea los Católicos representaban el 85% de la población en 1949; en 2013, lo eran el 78,5%, con una subida de medio punto respecto a 2004 (78,0%).

B. Católicos sin pastores

Uno de los principales problemas de la Iglesia Católica en la Prelatura de Lábrea ha sido la falta recurrente de sacerdotes y religiosos con presencia continuada en las comunidades. Ni siquiera las leyes propias de la Orden de Agustinos Recoletos, que hablan expresamente de un mínimo de tres religiosos en cada comunidad, se han cumplido por falta de personal.

En Tapauá esto ha tenido especial incidencia, pues los cambios en los miembros de la comunidad han sido continuados. En estos 52 años de presencia en Tapauá han pasado un total de 39 religiosos por su comunidad con una media de permanencia de 30 meses, dos años y medio. El 46% (18) han estado menos de dos años, tiempo mínimo para aprender el idioma, aclimatarse, conocer a la gente y tener una acción pastoral más intensa y coordinada.

Desde el Concilio Vaticano II, cuando se da al laico la oportunidad real de un servicio integral y comprometido en la configuración de la Iglesia y en la celebración litúrgica, han faltado laicos suficientemente formados para dirigir las comunidades de base, especialmente en las regiones rurales. Y cuando han sido formados, más si eran jóvenes, muchos han comprendido que era poco su futuro en el lugar y han emigrado buscando mejores perspectivas de vida.

C. Religiosidad popular

Fuera de las desobrigas, hasta los primeros años 80 del siglo XX la vida espiritual de estos católicos se reducía a las fiestas de los patronos y a la vida de fe en la intimidad de la familia. En casi todas las residencias, especialmente las rurales y en comunidades sin capilla, había pequeños altares con imágenes de santos católicos, que los religiosos bendecían durante sus visitas. Las familias les rezaban novenas y letanías y las ancianas dirigían la oración.

Esa vivencia tenía raíces profundas en la religiosidad popular del nordeste de Brasil, lugar de procedencia de las familias. Una de las prácticas más habituales son las promesas, algo así como la versión espiritual de la economía de trueque: el fiel hace una petición al santo y promete que, en caso de cumplirse, hará tal o cual acción. Las promesas más comunes se hacían en los momentos del parto, y el “pago” era dar a la criatura el nombre del santo protector. Pero había otras promesas como llegar de rodillas peregrinando al templo matriz parroquial, donaciones y limosnas, oraciones especiales, visitar a algún sacerdote para rezar juntos…

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