El Cardenal Claudio Hummes, presidente de la Comisión Episcopal para la Amazonia nombrada por el Papa Francisco, visitó del 24 al 27 de octubre la Prelatura de Lábrea, en el marco del aniversario del martirio de la misionera agustina recoleta Cleusa Rody Coelho. Ha sido la primera vez que un Cardenal de la Iglesia Católica ha pisado tierra labrense.

El 24 de octubre por la mañana, el cardenal Claudio Hummes, franciscano, arzobispo emérito de Fortaleza y de São Paulo y actual presidente de la Comisión Episcopal para la Amazonia, llegó al aeródromo de Lábrea (Amazonas, Brasil) para una visita a una de las regiones más aisladas del mundo, el valle amazonense del río Purús, al sur del estado brasileño de Amazonas.

Los ánimos quedaron encendidos nada más tocar tierra la avioneta de línea en la que llegó desde Porto Velho (Rondônia). El grupo de recepción fue reducido, lo que no impidió que el Cardenal sintiese el cariño de todos, representados en Jesús Moraza (agustino recoleto y obispo de la Prelatura de Lábrea), José García, también agustino recoleto, Itárica Zandonadi, misionera agustina recoleta, y Orly Côco, laico misionero oriundo de la diócesis brasileña de Vitória (Espíritu Santo).

Con todos ellos estaba un puñado de niños de la Infancia Misionera que agitaban banderas al tiempo que entonaban la canción “Alma misionera”, lo que encantó al Cardenal que les saludó a todos uno a uno.

El cardenal fue trasladado hasta la residencia episcopal para ser hospedado y, posteriormente, participó de una comida de bienvenida con todos los misioneros que colaboran en el trabajo de evangelización en la ciudad de Lábrea: misioneros laicos, hermanos  maristas, misioneras agustinas recoletas y religiosos agustinos recoletos.

Por la tarde, el Cardenal visitó el Centro Esperanza, proyecto socioeducativo de los Agustinos Recoletos en la Prelatura de Lábrea que consta de tres centros de día (Lábrea, Tapauá y Pauiní) en donde adolescentes y niños de bajos recursos reciben apoyo escolar, formación semiprofesional y un ámbito de ocio y crecimiento sanos. Hummes visitó en todas y cada una de las salas de aulas y talleres y conversó con los alumnos y los monitores.

Posteriormente, el cardenal y el obispo local dieron un largo paseo por el centro urbano del municipio de Lábrea para permitir al visitante hacerse una idea de la realidad social general que viven sus habitantes. Al terminar el día se dispuso a viajar para Canutama, otra de las ciudades dentro del área de la Prelatura.

El domingo 26 de octubre el Cardenal regresó a Lábrea de lancha, haciendo parada en dos de las comunidades de la ribera del río Purús, Nova Vista y Carmo. Ya por la noche, presidió en la catedral la eucaristía a las siete y media en una celebración muy animada, al más puro estilo amazonense, en la que además se conmemoró el 30 aniversario del asesinato de la hermana Cleusa, misionera agustina recoleta mártir de la causa indígena.

El cardenal transmitió durante la homilía la preocupación del Papa por la situación de las iglesias particulares, principalmente las que se encuentran en áreas de misión, como es la iglesia de la Amazonia, así como su bendición. Invitó a todos a ser generosos, valientes y misericordiosos al momento de anunciar el evangelio y de dar testimonio del nombre de Cristo.

Hummes recordó que Dios es misericordia y amor y todos los cristianos están invitados a vivir con generosidad y amor, practicando la misericordia y velando por los más pobres.

Respecto a la hermana Cleusa, que se encuentra en el proceso de beatificación, Hummes dijo que su entrega fue muestra del amor de Dios a todos los hombres del mundo, no sólo a unos cuantos sino a todos, independientemente de la raza o condición social, porque todos somos humanos y todos valemos lo mismo para Dios.

“Aquí en Lábrea, Cleusa dio su vida, la mataron por ser misionera, porque tenía fe, porque amaba a este pueblo, porque lo defendía. Eso es hoy una luz para todos vosotros, que podéis decir: mira, nuestra Iglesia produce santos, produce mártires. Una vez le dije al Papa: Mira, todos esos misioneros enterrados en la Amazonia en los últimos doscientos años, se podrían poner todos encima del altar y canonizarlos. Él se rió un poco y dijo: también pienso que es así. Eso nos tiene que ayudar a vivir nuestra fe, debéis continuar siendo esa Iglesia valiente que camina, que no se queda sentada en casa”, dijo el Cardenal.

Al final de esta Eucaristía, el Cardenal Hummes recibió de la hermana Itárica Zandonadi, misionera agustina recoleta, un obsequio en nombre de la parroquia, al tiempo que los jóvenes de la Comunidad de San José interpretaron una de las danzas tradicionales regionales como un homenaje al ilustre visitante.

Al día siguiente, por la mañana, el Cardenal fue a visitar la aldea indígena apuriná de San José de Caititu, y al mediodía comió con los religiosos y por la tarde tuvo la oportunidad de reunirse con las autoridades políticas y sociales en el auditorio del Ayuntamiento de Lábrea. A éstos les pidió que no se dejen vencer por las dificultades y tengan el valor de solucionar los problemas en pro del bienestar de la población lábrense.

Estaban presentes el alcalde de Lábrea, Evaldo Gomes; el vice-alcalde, Michel Cruz; los concejales de Salud, Edenir Maia, y Educación, José Roberto; el representante de la Oficina de Acción Social, Jordevan; y el teniente de la policía militar, Laurênio.

Ese mismo lunes por la tarde-noche tuvo un encuentro con los coordinadores de las pastorales de la parroquia en el Centro Comunitario Dom Florentino, con un diálogo sincero y abierto sobre la situación eclesial y pastoral, los anhelos y desafíos como sociedad y como Iglesia. Posteriormente, celebró su última eucaristía en la capilla Nuestra Señora de Fátima, donde descansan los restos mortales de la Hermana Cleusa. Aunque esta celebración no estaba en la agenda, el Cardenal pidió específicamente poder celebrar una eucaristía en este lugar tan especial.

En su homilía, el Cardenal enfatizó que era un día muy especial y que agradecía de modo especial poder celebrar la eucaristía junto a la Hermana Cleusa: “Ella nos enseña y nos inspira la valentía, la fe, el amor, a esa caridad, ese amor al prójimo, especialmente a los indígenas, a cuyo servicio se puso de un modo total, enfrentando cualquier situación de riesgo hasta incluso dar la vida por sus hermanos indígenas; todo eso para nosotros, la Iglesia, todos esos martirios y testimonios son muy importantes, muy intensos, valen más que muchas predicaciones. El mayor testimonio que alguien puede dar es precisamente entregar la vida por Jesucristo y por los hermanos”.

Por último, participó de un refrigerio juntamente con los coordinadores, en la que el Cardenal aprovechó para agradecer la acogida dispensada y el cariño del pueblo: “aunque fueron pocos días, la experiencia ha sido inmensa y me ayudará mucho en la misión que ahora tengo con la Iglesia de la Amazonia”, dijo a los presentes.

El cardenal Claudio Hummes desde su sencillez, apertura, cercanía y humanidad, ha dejado importantes ánimos en la sociedad local y ha permitido que la Prelatura de Lábrea acogiese por unos días a uno de los encargados por el bien de la propia Iglesia en la Amazonia. El tradicional aislamiento de esta región y de esta Iglesia ha quedado roto con esta visita.