A los 100 años de la profesión religiosa del agustino recoleto Victorino Capánaga, recordamos el legado de uno de los más importantes agustinólogos del siglo XX, que como pocos amó, comprendió, divulgó y vivió el carisma de Agustín de Hipona.

En julio de 1914, hace poco más de cien años, se inició un proceso que cambiaría para siempre la manera de entender los gobiernos, las fronteras y las relaciones internacionales. El día 28 se inicia la primera de las guerras calificadas como “mundiales”; es el germen del fin de los grandes imperios y de la vieja política, del mundo colonial y del militarismo, de un proceso atroz que solo termina con la proclamación de los Derechos Humanos tras un cuarto de siglo de matanzas globales.

Fue un año de novedades en las comunicaciones y los transportes: entra en servicio la primera aerolínea regular de pasajeros, el primer barco cruza el Canal de Panamá, se abre la primera fábrica de vehículos con cadena de montaje industrial que permitirá la generalización del automóvil y se transmite el primer anuncio comercial de televisión.

En Monteagudo, un pequeño pueblo de Navarra (España), una persona vivirá el 19 de julio de 1914 una revolución interior. Una revolución pacífica, silenciosa, que su carácter tímido y de aparente debilidad física posiblemente hizo que pasase desapercibida. Pero que él mismo describe ya en su ancianidad:

“Estampé al pie del acta de profesión mi firma: Fray Victorino Capánaga de San Agustín. Es decir, que tomé como apellido segundo o de la Orden el de san Agustín, que ya me comprometía a seguirlo de cerca toda mi vida. Le digo esto porque ha impreso en mí una fisonomía particular de estudioso de san Agustín y me ha dado una ocupación muy intensa en su conocimiento y propaganda de su pensamiento”.

Él mismo se ha presentado. Hablamos de Victorino Capánaga (1897-1983), uno de los agustinólogos más importantes del siglo XX, que ahora hace cien años profesó como religioso agustino recoleto, hijo de la Provincia de San Nicolás de Tolentino. En este centenario queremos honrar su memoria y recordar su vida y legado.

Este legado, hecho de admiración personal y dedicación científica a san Agustín, se tradujo en algo más concreto: junto con el agustino Lope Cilleruelo (nacido en 1908), Capánaga fue el gran promotor de los estudios científicos de la Agustinología no solo dentro de su Orden, sino también en el resto del ámbito eclesiástico de habla española y fuera de él, en el ámbito civil. Los temas de la conversión y de la búsqueda, ambos esenciales en el progreso humano, espiritual y religioso de san Agustín, serán los dos ejes de la producción de Capánaga, aderezados luego con muchos otros temas en su producción literaria y periodística, tal como veremos a lo largo de este reportaje.

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