Última Asamblea de la Prelatura de Lábrea, en enero de 2013.

El agustino recoleto Miguel Ángel Peralta (Villafranca, Navarra, España, 1953) cumple 25 años de estancia en la misión de los Agustinos Recoletos en el Amazonas brasileño, situada en el río Purús, en la Prelatura de Lábrea.

A. Prioridades del trabajo pastoral

Has sido un testigo privilegiado de las Asambleas de la Prelatura, que han ido definiendo los objetivos pastorales marcados como trabajo prioritario para los equipos de trabajo de las diferentes parroquias.
Echando la vista atrás, ¿cómo podrías explicar el avance de la Iglesia en Lábrea a través de estos objetivos prioritarios de las Asambleas?

En los ochenta la preocupación principal de la Iglesia de Lábrea fue la cuestión social: organización de movimientos populares, educación política, sindicatos, agricultores, indios, lavanderas…

De las celebraciones, catequesis, fortalecimiento de las comunidades eclesiales de base, educación, vocaciones, jóvenes, etc., también se cuidaba, lógico.

Al comienzo de los noventa, creciendo los anteriores compromisos, comenzamos a sentir que la familia necesitaba una atención especial: la desestructuración familiar era común, mortalidad infantil, adolescentes y jóvenes, que a veces entraban a formar parte de pandillas, consumo de droga; crear medios de comunicación para llegar a todos los hogares.

También se comenzó a trabajar para que cada comunidad y familia tomara conciencia para ayudar como pudiera para el mantenimiento normal de los trabajos pastorales.

Continuando el fortalecimiento de los anteriores compromisos, llegaba la hora en que también la prelatura debía colocar los medios y organizar el trabajo para que surgiesen de las familias vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Se organizó la pastoral vocacional y la prelatura construyó el Centro de Acogida Vocacional “Frei Jesús Pardo”.

Y en esas luchas anteriores estamos.

B. Amazonas, “banco de pruebas para la Iglesia y para la Sociedad”

El Papa Francisco en el encuentro con el episcopado brasileño del 27 de julio de 2013, dentro de la celebración de la JMJ Río-2013, enumera algunos de los desafíos que tiene que afrontar la Iglesia brasileña. Entre ellos está la pastoral de la Amazonia, a la que llama “banco de pruebas para la Iglesia y para la sociedad”.
¿Qué lectura puede hacerse de este reclamo del Papa? ¿Hay expectativas de una generosa respuesta de la Iglesia en Brasil? ¿Influirá este “tirón de orejas” a cambiar la actitud y la política eclesiales respecto a la Amazonia? ¿Se verá la misión de Lábrea favorecida por estos hipotéticos cambios?

Sí, en la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro 2013, cuando el papa Francisco se reunió con los obispos brasileños, recordó el camino mostrado por el documento de Aparecida y agradeció todo lo que la Iglesia ha hecho en la Amazonia, que ha intentado cuidar del jardín hermoso que Dios nos dio.

Pero hay que avanzar y trabajar porque nos hacen falta, nos dijo él, en lograr “formadores y profesores de teología que consoliden los resultados alcanzados en el campo de la formación de un clero nativo, incluso para tener sacerdotes adaptados a las condiciones locales y consolidar el rostro amazónico de la Iglesia”.

La Iglesia de Brasil es viva, pero no nos podemos dormir y el Papa nos ha dicho a todos que no nos podemos quedar en el balcón de la casa, en la sacristía, en la secretaría parroquial, sino salir a buscar, a la calle, a las casas, donde el pueblo está. Ser como el Señor: misioneros.


C. ¿Futuro?

¿Cómo ves el futuro de la Misión de Lábrea?

Amazonas es un área naturalmente rica, la prelatura también. La colecta del caucho fue el motivo por el que llegaron los “blancos”. Se puede aprovechar lo que la naturaleza da sin destruirla. El abuso acabó con la madera y con algunas especies de peces.

Hoy tenemos que pensar en criaderos de peces, procesar en nuestros pueblos las frutas, como están haciendo en Lábrea con la castaña, crear conserva de pescado y así dar trabajo al pueblo.

Los ayuntamientos, el alcalde, deben cambiar de actitudes; se esfuerzan solamente para administrar el dinero que llega del presupuesto del Estado con sede en Manaos o del gobierno federal de Brasilia, pero sin creatividad para buscar otros caminos. La riqueza natural existe, pero sale todo bruto para Manaos o el extranjero.

En el aspecto religioso, en la prelatura también estamos en un “cambio de época”. Donde entran los medios de comunicación entra una avalancha de necesidades y de soluciones, de mensajes y de caminos, y lo que antes parecía imposible, para bien y para mal, ahora es posible.

La prelatura forma parte de la Iglesia de Brasil, y todos son conscientes de que la Iglesia la formamos todos, con diferentes responsabilidades, pero todos indispensables: lo que doña María no haga en la comunidad, nadie lo va a hacer.

Y es una alegría profunda ver cómo el pueblo es consciente de que la Iglesia son ellos y nosotros, con el Señor en el centro. Y eso, tengo seguridad que va a permanecer en el futuro; puede disminuir la cantidad, pero va a permanecer la calidad, el compromiso, el “encuentro personal y comunitario con el Señor” que es la fuente y origen de la fe comprometida.



ÍNDICE DE PÁGINAS DEL REPORTAJE

.