Nuevo hospital de Tapauá, inaugurado recientemente.

El agustino recoleto Miguel Ángel Peralta (Villafranca, Navarra, España, 1953) cumple 25 años de estancia en la misión de los Agustinos Recoletos en el Amazonas brasileño, situada en el río Purús, en la Prelatura de Lábrea.

A. Desafíos de ayer y de hoy

Llegaste a la Misión de Lábrea hace veinticinco años. ¿Son diferentes los desafíos de hoy a los de entonces para los misioneros en esta región del Amazonas?

De lo que depende del Gobierno ha mejorado la sanidad, la educación y las comunicaciones. Donde solamente había una enfermera que tenía que hacer de todo, ahora hay tres o cuatro médicos; donde los profesores únicamente habían estudiado lo básico, ahora ya tienen estudios de facultad, aunque falte calidad; hay algunas facultades en algunos municipios; donde no había teléfono y solamente se podía comunicar por radiofonía, ya llegó hace algunos años el teléfono fijo y ahora, para algunos, el móvil, aunque con pocas posibilidades.

Sin embargo, continúa siendo la única “industria” el funcionariado público, del estado y municipal, y una economía familiar de “supervivencia”, en la mayoría de los casos: “puedo comer cuando tengo” y difícilmente hay para necesidades imprevistas, como medicamentos.

Han mejorado algunas cosas, seguimos en otras en el mismo nivel de pobreza o miseria. Brasil, tal vez, es una potencia, pero la mayoría de nuestro pueblo continúa en la pobreza, la miseria y la dependencia de los otros.

Antes el alcoholismo era un problema. Ahora se ha juntado la consumición de droga con todas sus consecuencias.

MISIÓN DE LÁBREA • TABLA COMPARATIVA DE POBLACIÓN

Lugar 1991 1996 2000 2007 2010 2013
Lábrea 33.052 27.416 28.956 36.909 37.701 41.600
Pauiní 17.037 18.146 17.092 18.325 18.166 19.149
Tapauá 25.386 16.575 20.595 19.453 19.077 18.383
Canutama 12.152 8.176 10.737 11.463 12.738 14.754

 

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B. Un único contexto social y medioambiental

Tu primer destino fue Canutama donde iniciaste tu labor misionera durante nueve años; después estuviste doce años en Lábrea, en donde además de párroco desempeñaste la función de delegado de la Provincia de San Nicolás de Tolentino en Brasil; y ahora llevas ya cuatro años en Tapauá, nuevamente como prior y párroco. ¿Qué diferencias encuentras entre estas tres parroquias desde el punto de vista social y religioso?

Fundamentalmente no hay diferencias: somos todos hijos del río Purús, todos condicionados por una misma tradición y cultura y recorriendo el mismo camino del Evangelio. Las diferencias, si las hay, pueden ser circunstanciales: en una parroquia se ha podido insistir más en un determinado aspecto, en una actividad, en una cuestión social que en otra, pero sin diferencias.

Las asambleas pastorales de la prelatura son celebradas cada varios años, con una participación mayoritaria de seglares, religiosos, sacerdotes y obispo. Ahí se determina el camino pastoral a seguir durante esos años. Nadie hace lo que quiere o lo que le gusta. Caminamos unidos, salvando las diferentes circunstancias o intensidades.

Lábrea


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C. Democracia y compromiso político

El municipio de Tapauá cumplirá 60 años de existencia en 2015. Tiene una extensión parecida a la de Portugal y desde 2012 ha pasado a ser el tercer municipio en número de habitantes, tras perder población, frente a Pauiní, que es ahora el segundo más habitado después de Lábrea y tiene crecimiento demográfico positivo.
En los últimos años, Tapauá ha sido noticia por los cambios repentinos de alcaldes, graves acusaciones de corrupción, persecución y asesinatos políticos, acampadas de estudiantes por la falta de pago de sus becas universitarias, un gobierno local dirigido durante muchos años por una misma familia…
¿Cómo es la situación real de la democracia y cómo las nuevas generaciones se van sumando al compromiso político?

Salvando algunas excepciones, no hay democracia, sino una corrupción salvaje, tanto en los políticos como en los electores; porque el pueblo lo quiere, lo busca y lo apoya. Esto sí que es grave. El ministerio de justicia brasileño hizo campaña durante las últimas elecciones municipales avisando que tanto no respetaba la ley quien compraba el voto como el que lo vendía.

El voto se hace al candidato, no al partido o a una ideología, y el candidato que más votos tiene, gana. Ser político, infelizmente, salvando las excepciones, es una forma de ganarse bien la vida con buen sueldo. El alcalde de Tapauá gana en un mes lo que un trabajador en dos años, y eso es “legal”.

Las elecciones son un comercio: “Si me das lo que te pido, te doy mi voto y el de mi familia”. Para comprar el voto necesitas dinero; si no tienes dinero, difícilmente ganas. Esto lo dicen los candidatos y los electores. Y si el político compra el voto, ya no tiene ningún compromiso con el elector. Es una tragedia.

En el río Purús es excepción el alcalde que ha salido limpio de su administración. Y peor, los que se quejan sueñan con estar dentro para hacer lo mismo. Incluso iglesias no católicas (evangélicos neopentecostales) apoyan a algún candidato en las elecciones, piden el voto para él, a cambio de favores económicos grandes después de la victoria.

Siguiendo a los obispos de Brasil, orientamos para que escojan a la persona honesta que va a buscar el bien de todos. Pero… ¿dónde están ese candidato y esos electores responsables?

Noticias sobre Tapauá en la prensa amazonense: la mayor parte de ellas se refieren a casos de corrupción y protestas populares.

Pese a la falta de una prensa escrita y de información local (aunque Lábrea contó con periódicos a comienzos del siglo XX), gracias a Internet han surgido algunos medios, blogs y perfiles en redes sociales con información local y abiertos a la opinión y discusión política, algo impensable hace unos pocos años. También existen ya foros de lucha contra la corrupción específicos para esta parte de Brasil. Sin embargo, el estado de Amazonas tiene muy pocos condenados por corrupción por los tribunales en relación a las denuncias realizadas.

En las recientes manifestaciones populares que fueron noticia en todo el mundo bajo la denominación “Acorda Brasil” (Despierta Brasil), Manaos tuvo la tercera mayor manifestación del país en número de participantes el 24 de julio de 2013.

Este tipo de manifestaciones eran aún más infrecuentes en los municipios del interior del Estado de Amazonas, tradicionalmente aislados del mundo. Sin embargo, la ciudad de Tapauá tuvo una de las manifestaciones más importantes de su historia (quien sabe si no la única) y los estudiantes becados por el ayuntamiento para hacer estudios superiores en Manaos también fueron protagonistas en medios informativos por su protesta.

D. Aislamiento y Globalización

Cuando llegaste hace 25 años al Amazonas no había teléfono en la misión y os comunicabais cada mañana por radio. Hoy los móviles están por todos los centros urbanos de los municipios, los jóvenes participan de redes sociales, incluso la Prelatura cuenta con un blog oficial y hay varias páginas no profesionales, pero antes inexistentes, de noticias sobre cada uno de los municipios.
Esta realidad, ¿está transformando de alguna manera a esos pueblos que han vivido tradicionalmente en uno de los lugares más aislados del mundo?

Sí, los medios de comunicación están transformando todo, para bien y para mal. Hasta hace unos años, solamente el pueblo de Lábrea tenía teléfonos en las casas. La comunicación entre las parroquias era por la radiofonía todos los días: era un momento de comunidad y servía para transmitir recados a familias de las parroquias.

Recuerdo que tuve que comunicar a una familia de Canutama que la hija, de 14 años, que había ido a dar a luz en el hospital de Lábrea, había fallecido en el parto. Nosotros solamente hablábamos con nuestras familias una vez al año, cuando teníamos la semana de formación en Lábrea.

Después del año 2000 llegaron los teléfonos a las casas. Últimamente han llegado los móviles y a veces se consigue que funcione internet durante algunos meses. Esto ha facilitado muchísimo la comunicación, que era una de las dificultades que sentíamos, estar aislados, incomunicados. Nos enterábamos de algunas noticias semanas después de que habían acontecido.

Y también está transformando la realidad: padres analfabetos tienen hijos que navegan por Internet, que hablan y se comunican con gente que los padres no saben. Antes los hijos tenían relación solamente con sus padres y parientes, ahora los padres no saben lo que les llega a sus hijos, con quién hablan… Pero móviles tienen los que pueden.

La penetración de Internet y las redes sociales en la Misión de Lábrea se puede comprobar por una simple búsqueda de grupos de Facebook, la red social actualmente más usada en Brasil. Así, encontramos un total de 40 grupos en Lábrea (uno de ellos de la Legión de María), 22 en Tapauá y 17 en Pauiní, la ciudad con menor penetración de Internet. Algunas de las obras sociales de los misioneros, como el Centro Esperança de Lábrea, tienen su propio perfil, con más de 500 amigos.

Aún así, estos municipios aún necesitan de mucha inversión tecnológica por parte de las operadoras y en muchos de ellos tan solo existe la tecnología 2G, aunque ya es mayor el número de líneas móviles que fijas en el Estado de Amazonas.

E. Menores, Familia y Población rural

En estos 25 años hay algunos aspectos de la Iglesia de Lábrea que han tenido un impulso muy importante. Destacamos tres:
  • la pastoral del menor (incluimos los Centros Esperança y en cierta medida la Pastoral da criança),
  • la pastoral familiar (avance de los Encuentros de Matrimonios con Cristo o del trabajo con ancianos),
  • y la pastoral de los “ribeirinhos” (tanto indígenas como no indígenas, con el fortalecimiento de las comunidades de base rurales, la pastoral de la tierra y la pastoral indigenista incluidas).
Háblanos de los avances y de lo que queda por hacer en estos ámbitos.

La Iglesia, que es la comunidad de fieles, siempre ha estado atenta a las necesidades del pueblo que no estaban atendidas y les estaban haciendo sufrir.

Hace muchos años fue atender a la educación, a los movimientos y asociaciones populares, formación de líderes, etc. Áreas que el gobierno político no las atendía, la Iglesia las asumía.

Ahora está siendo una preocupación el tiempo libre de adolescentes y jóvenes, el riesgo de caer en las drogas, en el tráfico y en el consumo, el cuidado de los ancianos, la educación en valores humanos y cristianos en la sociedad, aprovechar los medios de comunicación para evangelizar y, como siempre, atender a los más pobres para disminuir su sufrimiento y que se sientan queridos.

Una de las experiencias más dura que tuve al poco tiempo de llegar a Canutama, enero de 1989, fue la frecuencia con la que traían “anjinhos” (niños muertos al poco tiempo de nacer o con pocos meses) a la iglesia para bendecirlos. Eran los mismos niños o adolescentes los que los traían en un pequeño féretro blanco en sus brazos. Si no estábamos en casa, los dejaban en la puerta de la iglesia, se ponían a jugar a las canicas o al balón hasta que el sacerdote apareciese. Era impresionante. Recuerdo que contándole eso a mis padres, un día me escribieron diciendo que hacía 17 años que no moría un niño en el pueblo donde yo nací.

El trabajo de la pastoral da “criança” fue extraordinario. Visitaban y visitan a las madres embarazadas, les orientan para que con medios naturales, que ellas tienen, cuiden de su embarazo, e igualmente a los niños que estaban desnutridos. Recuerdo que una vez fuimos a visitar la casa del niño Januario. Tenía algunos meses, era un esqueleto con piel a punto de morir.

La pastoral da “criança” consiguió recuperarlo. La familia de Januario fue a vivir a Porto Velho. Él, ya adolescente, salió a recibir a algunos líderes de la pastoral al aeropuerto de Porto Velho. Fue una emoción que estremecía y daba ánimos para no desistir nunca de ese trabajo voluntario.

• PASTORAL DEL MENOR EN LÁBREA

La Iglesia siempre ha estado cerca de los más vulnerables. Y el grado de vulnerabilidad suele crecer exponencialmente cuando las condiciones de bienestar, salud y educación son menores. De ahí el importante trabajo que los misioneros llevaron a cabo con los menores de edad desde los comienzos. Las bases de la educación formal en la Prelatura fueron puestas por los misioneros y misioneras. Incluso la llegada de las Misioneras Agustinas Recoletas a la región estuvo impuesta por el empeño de la Iglesia en cubrir esta necesidad.

Aunque el título genérico sea Pastoral del Menor, en realidad la Iglesia ha tratado de cubrir casi todos los aspectos de la vida humana en su proceso de adquirir la madurez desde el seno materno hasta el inicio de una vida independiente y adulta.

Es necesario recordar en este punto que la catequesis ha sido y es un referente en la relación de la Iglesia con los menores. Cuenta con programas concretos para los pequeños desde sus primeros pasos hasta la inserción del joven en la sociedad adulta. Además, está complementada por movimientos como la Infancia Misionera, en la que los niños de más edad acompañan, ayudan y enseñan a los que son más pequeños que ellos. Otros ámbitos de trabajo es la pastoral con los “coroinhas”, los monaguillos de ambos sexos, también con programas concretos de educación en valores, o la muy extendida en la Prelatura Pastoral de las Novenas, donde los adolescentes se convierten en protagonistas y directores de la oración de todo el Pueblo.

Pero fuera de estas tareas y organizaciones más intraeclesiales, la Iglesia de Lábrea ha arbitrado algunas tareas abiertas para toda la sociedad, independientemente del credo del menor y su familia, y que han salvado vidas: en unos casos de manera real, porque los bebés no sufrieron desnutrición y se salvaron de una muerte por enfermedad; o de una manera figurada, porque ya como adolescentes no entraron en el círculo de las drogas o del delito. En el primer caso, hablamos de la Pastoral da Criança, y en el segundo de los Centros Esperança.

— La Pastoral da Criança (Pastoral de la Infancia, en traducción libre) es un “invento brasileño” que posteriormente se ha exportado a otros 19 países, y está presente en más de 40.000 comunidades de 7.000 parroquias de las 272 diócesis y prelaturas brasileñas, y cuenta con unos 260.000 voluntarios que vigilan el crecimiento de 1.800.000 niños de 0 a 6 años y alrededor de 94.000 embarazadas. Unas cifras que dan idea de su importancia no sólo general, sino sobre todo particular en cada una de las comunidades donde está instalada.

Su acción tiene una doble vía: la vertical, en la que se transmiten conocimientos mediante formación y encuentros de asesoras a coordinadores y estas a su vez a las líderes locales; y horizontal, por la que las líderes, vecinas y personas muy cercanas a las familias que atienden, transmiten a las madres de los pequeños prácticas sobre nutrición, prevención, uso de agua… Es un trabajo de pequeñas células. Pero las estadísticas confirman la realidad. El sistema se aplicó por primera vez en un municipio que tenía una mortalidad infantil de 127 fallecidos por cada 1.000 nacidos. Un año después de comenzar la actuación de la Pastoral da Criança, el índice era de 28 por 1.000.

En la Prelatura de Lábrea esta Pastoral ha recibido constante apoyo de los misioneros y misioneras, recursos tanto llegados del propio Brasil como de proyectos en el exterior, y se ha conseguido que llegue hasta muchas comunidades de las más aisladas. Y hoy sigue salvando vidas, cada vez de una manera más autónoma gracias al trabajo incesante de los laicos.

Del 27 de julio hasta el 2 de agosto, la Pastoral da Criança en Brasil celebró sus 30 años de existencia con un Congreso Nacional. Esta pastoral ha ido recibiendo recursos, aumentando sus voluntarios, trabajando codo a codo con madres y gestantes hasta en las comunidades rurales más alejadas. Sin duda, ha salvado vidas y ha supuesto un gran avance en salud y en prevención.

— Los Centros Esperança fueron la apuesta de la Prelatura de Lábrea para saldar una cuenta pendiente de la sociedad con los adolescentes en esta región: una formación semiprofesional de calidad que les abriera las puertas al mercado laboral y un ocio sano, divertido y que les permitiera “poner en marcha” sus propias dotes y aficiones. Primero en Lábrea (1994), después en Tapauá (1998) y finalmente en Pauiní (2001).

El sistema es sencillo en apariencia, pero sumamente complicado en ejecución, gestión y mantenimiento. La idea es tener un espacio, un tiempo y unas actividades destinadas a los adolescentes para el tiempo en que no estaban en la escuela. Al mismo tiempo, esto permite “ordenar” de algún modo otros ámbitos de la vida, como el escolar (mediante apoyo contra el fracaso y el aseguramiento de la asistencia a la clase para poder entrar en el sistema), el familiar (mediante el aprendizaje de valores o la conexión del Centro con las familias, que son visitadas), el relacional (ofreciendo “amistades sanas”) y el ocio (instalaciones deportivas, talleres con gran espacio para la creatividad personal).

Con los años y muchos recursos procedentes de un inmenso abanico de solidaridad en varios países, se ha conseguido que los tres centros tengan hoy amplias infraestructuras, polideportivo, aulas para talleres diversos según cada centro (ebanistería, soldadura, marquetería, bordado, cocina, pintura, música, informática, entre otros), monitores y presencia habitual de los misioneros, formando todos ellos un equipo de adultos que ofrece una imagen de cercanía, interés sincero y gratuito por el menor, referente de una forma de vivir y unos valores concretos.

Por los Centros Esperança han pasado miles de jóvenes, con una media en los últimos años, sumando los tres Centros, de 450 adolescentes de ambos sexos y sin ningún tipo de discriminación por creencia religiosa.

• PASTORAL FAMILIAR EN LÁBREA

El sur del Estado de Amazonas fue uno de los últimos lugares de Brasil a donde llegó la civilización occidental. Y lo hizo por motivos económicos y mediante migraciones, algunas forzadas, para la explotación económica de la selva. Miles de hombres (y no mujeres), procedentes de otras partes del país, llegaron en unas decenas de años para recoger caucho. Este origen ha tenido implicaciones en la estructura social hasta hoy. La familia estructurada, propia de otras culturas, no existió en la región en el origen del establecimiento de la población. Sumado a una cultura machista y a otros factores, uno de los principales problemas de la estructura social es la desestructuración familiar, con el abandono frecuente de mujer e hijos, las relaciones muy esporádicas, la dependencia absoluta de la mujer en términos económicos o de posesión de inmuebles, la iniciación muy temprana en las relaciones sexuales y la impunidad real frente al maltrato o la desigualdad de género.

El trabajo de la Pastoral Familiar ha sido, por ello, ingente. Además, se requiere gran paciencia, mucha educación y un constante apoyo a las partes más vulnerables de la sociedad: los ancianos, las mujeres y los menores. Los misioneros han hecho este trabajo desde múltiples plataformas; por ejemplo, el contacto de los más jóvenes con los más ancianos en grupos de trabajo pastoral o en movimientos como la Legión de María o las Novenas; la formación en la igualdad de género en los Centros Esperança, en la Catequesis o en los equipos de “coroinhas” (monaguillos), en los que hombre y mujer tienen el mismo nivel de importancia, derechos y obligaciones, aunque con mucha frecuencia los líderes han sido mujeres. La visita constante a las familias en sus casas, o las visitas entre familias en momentos determinados del año, como cuando en Navidad se celebra el llamado “Natal em Família” para que todos visiten y oren y participen de una confraternización con sus vecinos.

Los ancianos se han convertido en las parroquias de la Amazonia y de la Misión de Lábrea en algo así como los “puntales contemplativos” de la comunidad cristiana. La Legión de María, el Apostolado de la Oración y otros ministerios parecidos hacen que se les vea con respeto, se agradezca su constante búsqueda de la intercesión por los demás y tengan en las celebraciones litúrgicas un espacio propio y de honor para el resto de la comunidad.

Además se han fortalecido los encuentros en ámbito parroquial y de la Prelatura completa mediante algunos movimientos nacidos en Brasil y que han recibido un especial apoyo por parte de los misioneros. Uno de ellos es el Encontro de Casais com Cristo (Encuentro de Matrimonios con Cristo).

El ECC es un movimiento que usa diversos métodos para que las parejas se reencuentren con ellas mismas, con el resto de la unidad familiar, con la comunidad y con Cristo. También tiene un importante compromiso de promoción de la justicia social.

Este movimiento nació en 1970 en una parroquia de São Paulo y actualmente está presente en 223 diócesis brasileñas. Para crear esas “iglesias domésticas” tiene un importante componente de formación: cursos, encuentros, y promueve la participación activa en la vida parroquial y sus pastorales. Los miembros del ECC suelen estar activos en la catequesis y en cualquier otro servicio pastoral o social de las parroquias.

• PASTORAL DE LOS RÍOS Y LA TIERRA

La sociedad en los municipios del interior del Estado de Amazonas se divide en dos grandes bloques: los habitantes de las “ciudades”, es decir, los centros de población más importantes, donde se sitúa el aparato del Estado (ayuntamientos, hospitales, escuelas y otros servicios públicos); y la población aislada en el interior de la selva, que habita en pequeñas comunidades de unas decenas de familias, centenas en algunos pocos casos, y que son descendientes directos o de los pobladores originales de estas tierras (indígenas) o de las levas de trabajadores del caucho o de la pesca que fueron introducidos durante la primera mitad del siglo XX en la región. Forman lo que puede llamarse “población rural”, que ha ido variando en porcentaje respecto a la “población urbana” de las “ciudades”. Cuando la Iglesia se instituyó en la región, la población “urbana” difícilmente alcanzaba el 20% del total. Actualmente, en los cuatro municipios de la Prelatura de Lábrea la población urbana es ya mayor que la rural, que ha quedado en horquilla entre el 30 y el 45%, según cada municipio.

Durante años, indígenas y no indígenas tenían intereses opuestos y no estaban integrados. Incluso durante la mayor parte de la historia de la civilización amazónica estuvieron directamente enfrentados y con episodios de violencia muy duros, que llegaron hasta los años 80 del siglo XX.

A partir de los años 90 la situación ha cambiado. Por un lado, la población rural no indígena ya está presente en la región hasta su tercera o cuarta generación. Por otro lado, esta población ha ido disminuyendo y su dedicación económica originaria, que era de pura explotación, ha derivado en una economía de subsistencia muy parecida a la indígena. Economía que requiere, en todo caso, de la supervivencia de la selva de la que se obtiene el alimento.

Hoy los “enemigos” de la selva son otros. Son las grandes corporaciones y sus dueños, los grandes terratenientes, que quieren explotar las tierras mediante la industria agroalimentaria, no viven en la región y en algunos casos ni la han pisado nunca. Hasta los años 90 además disfrutaron de la connivencia del poder político y de la corrupción, que les consiguió “papeles” para ser dueños de millones de hectáreas de tierra. Se dice que, en determinado momento, era necesario que el municipio de Canutama tuviera “dos pisos” para ser verdaderos todos los títulos de propiedad emitidos por la autoridad competente.

La destrucción de la selva, la deforestación, que tantas páginas de la prensa y tantas denuncias nacionales e internacionales ha ganado, tiene un ciclo muy concreto. Los primeros que llegan suelen ser los negociantes de maderas preciosas que arramblan con todo lo que pueden; les siguen los ganaderos, que con la destrucción del arbolado consiguen pastos; cuando estos se han agotado, ponen en su punto de mira el siguiente pedazo de selva que los madereros ya han esquilmado. El terreno que dejan los ganaderos es ocupado entonces por las grandes compañías del cultivo extensivo, principalmente de soja, producto del que Brasil es el segundo productor mundial (con un 29% del total en 2012) y primer exportador a escala global (el 41% de la soja que se vende en los mercados de exportación es brasileña), y, curiosamente, España es el primer importador en el ámbito de la Unión Europea. Es un producto cuya demanda aumenta año tras año, usado para el engorde ganadero y obtención de aceites; pero la superficie arable en el mundo está ya prácticamente en sus niveles máximos. ¿De dónde sacar más terreno para el cultivo? La Amazonia era una respuesta fácil.

Indígenas y no indígenas de la población rural amazónica son las víctimas principales de este comercio internacional y de la deforestación. En ambos casos pierden su fuente primaria de recursos, que ellos usan en una economía de subsistencia y además sostenible. Además cuentan con importantes desventajas: falta de formación, dificultades para defender sus derechos, son una pequeña porción de la población, y el Estado (con todo lo que esto implica en cuanto a supremacía de la Ley y bienestar de la población) no está muy presente fuera de las zonas urbanas.

Se trata, por tanto, de una de esas “fronteras” donde la Iglesia aún tiene mucho campo. Aún cuando ambos grupos poblacionales estaban enfrentados, la Iglesia fue para indígenas y no indígenas un apoyo importante. Ahora, con intereses comunes, la Pastoral Indigenista (con sus peculiaridades de defensa de derechos culturales, por ejemplo) y las pastorales de Interior y de la Tierra, más volcadas hacia los no indígenas, tienen objetivos, intereses, recursos y métodos comunes.

El trabajo pastoral de la Iglesia en las zonas rurales del Amazonas se basa en los principios de visitas frecuentes, reconocimiento de los problemas, servicios básicos de salud y prevención mediante la Pastoral da Criança, educación de líderes, fortalecimiento y cohesión del valor “comunitario” en las pequeñas poblaciones, formación de líderes, educación en una economía familiar sostenible, creación de cooperativas y asociaciones… En fin, todo aquello que pueda defender de un modo real y efectivo a las pequeñas comunidades rurales de los ataques que sufre el medioambiente que hace posible su vida.

F. Educación

La Educación fue uno de los trabajos de vanguardia para la Iglesia de Lábrea hasta que el Estado tomó parte activa. Varias escuelas públicas en la Prelatura llevan el nombre de algún misionero o de algún santo agustino o marista como recuerdo de aquellos tiempos. En los últimos años casi todos los profesores, al menos de los centros urbanos, han adquirido formación universitaria superior.
¿Todo esto es un espejismo o realmente el futuro de los amazonenses será diferente con estos avances? ¿Qué le queda a la Iglesia por hacer en el mundo educativo para fortalecer este derecho de las personas?

La educación ha mejorado muchísimo. El gobierno le ha dado y le está prestando una gran atención y empleando recursos. Así tiene que ser por ley. Ha construido y reformado escuelas, facilitado a los profesores que consigan licenciaturas; ha llevado algunos estudios de nivel universitario a los pueblos; entrega material escolar para los alumnos, uniformes, alimentación en la escuela.

La educación ayuda a liberar las mentes, abrir horizontes, ofrecer posibilidades, descubrir cualidades, madurar. Sin olvidarnos de que hay alfabetización y estudios para adultos. Y aún se puede mejorar.

Pero aún queda mucho campo y tiempo en el que se puede trabajar en la educación cuando los adolescentes y jóvenes no están en la escuela: grupos de jóvenes, actividades artísticas, lúdicas y deportivas, reuniones de grupo, incentivar el compromiso con sus comunidades y el trabajo social… Hay muchas posibilidades.

Hemos oído que una escuela de la red pública del Estado, nueva, grande y bonita que están haciendo en Canutama, llevará el nombre de “Frei Isidoro Irigoyen”, religioso agustino recoleto que vivió muchos años allí, hizo una fábrica de ladrillos, construyó la primera escuela de albañilería y se lo merece. ¡Ojalá sea así!

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