Portada y contraportada del libro “Mirada azul: Serafín Prado, poeta de la luz y el color”.

El agustino recoleto Serafín Prado (1910-1987) fue, según señala una placa en su casa natal de la localidad riojana de Estollo, «mantenedor de altos valores, maestro de teología dogmática y espiritual, educador y modelo de dos generaciones de agustinos, cantor de la Virgen de Valvanera y de San Millán a quienes llamó el amor de sus amores, orador y poeta siempre».

La publicación del libro Mirada azul por parte de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos ha venido a recuperar y reivindicar la figura de Serafín Prado (1910-1987), religioso agustino recoleto y poeta dotado de una fina sensibilidad. Su sentido de la vista fue el más despierto, con el que más disfrutó de la belleza de la naturaleza, para él una expresión y reflejo de la Belleza del Creador, de Dios.

Fray Serafín compuso sus poemas en respuesta a las circunstancias en que su vocación y vida de religioso y sacerdote se vio envuelta. No son composiciones vacías, huecas, sino con una hondura de sentimientos de la más amplia gama, siempre nobles o espirituales, máxime en las composiciones de su madurez, ya abandonado cualquier ropaje literario innecesario para conseguir una poesía “pura”.

Serafín fue poco amigo de escenarios y escaparates; apenas dio a conocer al gran público sus escritos. Son muchos los saberes que atesoró durante su formación humana, espiritual e intelectual: las primeras lecciones de fortaleza, honradez y esfuerzo de su madre; el amor al estudio, a la familia, a su comunidad, a su Orden, a la Iglesia y a los santos de su Valle; la alegría y la humildad.

Disfrutaba igual leyendo a sus sobrinos una edición latina de Virgilio que tebeos infantiles. Era igual de feliz en doctas conversaciones con gente insigne que remedando chistosas ocurrencias del humorista coetáneo Gila, enseñando trucos de cartas, acertijos o crucigramas, o buscando caracoles por el campo. Por doquier regalaba sencillez y trato alegre, acompañados de fe viva y fuerte, pero sintiéndose al mismo tiempo frágil, con limitaciones humanas, con los defectos que ponen en su sitio al hombre.

En este reportaje lo observaremos desde diversas perspectivas: como hombre poseedor de una biografía propia y especial; como teólogo y maestro que formó a muchos religiosos; como predicador admirado por el pueblo y buscado por los organizadores de grandes liturgias; como poeta íntimo de mirada sorprendida; como ensayista amante de la Lengua y los saberes.

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