El Colegio San Agustín de los Agustinos Recoletos en Valladolid (Castilla y León, España) cumple 50 años.
Los colegios son auténticos observatorios sociales. Más allá de aulas, lecciones y exámenes, son centros de convivencia donde sus principales protagonistas, los alumnos, viven etapas de grandes cambios desde los tres hasta los 17 años. Son una de las instituciones menos estáticas, por dentro y por fuera, en instalaciones y métodos, en formas de trato y actividad. Pero algo permanece constante y marca la personalidad de un centro educativo: su ideario, sus valores y sus objetivos.
Durante el curso 2011-2012 se han conmemorado los 50 años del Colegio San Agustín de los agustinos recoletos en Valladolid, España. Un centro que ha marcado un camino de prestigio, de forma que nunca faltaron familias llamando a sus puertas para que su bien más preciado, sus hijos, formasen parte de él.
No trata este reportaje de hacer un recorrido histórico de 50 años, sino presentar, a partir del ejemplo del San Agustín, la realidad de los agustinos recoletos en la educación, de su papel en la sociedad, de su oferta en valores, de los riesgos que han afrontado y su aportación específica a vidas concretas. Es también un homenaje a tantos religiosos, educadores y colaboradores que han ofrecido mucho más que unas capacidades profesionales: todo un testimonio de vida y entrega.
Un rostro con muchas miradas
Por fuera es una mole inmensa rodeada de industrias y vías de alta capacidad en un espacio urbano y productivo. Quizá hoy no destaque tanto, pues se ha convertido en un gigante rodeado de gigantes. Pero cuando fue inaugurado estaba en mitad de la nada, frontera sur de Valladolid: lo primero que se veía de la ciudad o lo que despedía a los visitantes antes de “perderse” en las llanuras castellanas.
Orientado de norte a sur, el edifico es un rectángulo de 150 metros de longitud, 18 de anchura y cuatro plantas. En las cabeceras, dos estructuras transversales: al sur, el pabellón de vivienda de los religiosos; al norte, la iglesia y el teatro, dispuesto éste como sótano de aquella. Al oeste del rectángulo, tres pabellones cortos destinados originariamente para las aulas.
Tras esa estructura, se esconde una vida interior de religiosos que se formaron entre esas paredes siendo niños, que iniciaron aquí su sueño de ir a las misiones, que desgastaron su vida enseñando, que mantuvieron las instalaciones en un estado perfecto, que acabaron sus días desde la humildad de saberse necesitados de ayuda y curación, que aprendieron a gestionar estructuras y tareas antes de recibir responsabilidades aún mayores.
Una vida interior de niños y jóvenes formados en un seminario; aunque la mayor parte de ellos descubrieran que era otra su vocación, quedaron impregnados de ciertos valores, formas de ser y de hacer, planteamientos que sirvieron para toda una vida familiar, profesional, afectiva.
Vida interior de quienes decidieron que querían para sus hijos una educación diferente, de calidad, con un fondo humano y espiritual que otras ofertas educativas no garantizaban.
Vida interior de los alumnos y alumnas que aquí casi aprendieron a andar, a expresarse, a pensar, a relacionarse, a ser solidarios, a ser críticos, a ser adultos, a integrarse en una sociedad compleja.
Una sola estructura, un solo edificio, pero con mil perspectivas, miradas, necesarias para descubrir lo que hay detrás y que es lo verdaderamente interesante y da sentido a esos miles de metros cuadrados de terreno.
Año |
1961 | 1966 | 1971 | 1976 | 1981 | 1986 | 1991 | 1996 | 2001 | 2006 |
2011 |
Religiosos |
6 |
32 |
32 |
38 |
32 |
34 |
30 |
32 |
32 |
22 |
26 |
Profesores religiosos |
4 |
27 |
22 |
24 |
21 |
23 |
14 |
15 |
16 |
8 |
6 |
Profesores laicos |
0 |
4 |
27 |
34 |
48 |
51 |
66 |
70 |
82 |
96 |
108 |
Seminaristas |
120 |
367 |
207 |
130 |
118 |
88 |
13 |
0 |
0 |
0 |
0 |
Alumnos externos |
0 |
45 |
1.278 |
1.825 |
2.300 |
2.336 |
2.335 |
2.030 |
1.804 |
1.656 |
1.777 |
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